En un mundo en constante evolución tecnológica, las grandes empresas tradicionales se enfrentan al desafío de adaptarse y mantener su relevancia en el mercado. En esta búsqueda, han encontrado en las startups un aliado poderoso para impulsar su transformación y acelerar su crecimiento.
Las relaciones entre las grandes empresas y las startups se han convertido en un fenómeno cada vez más común en los últimos años. Las empresas emergentes, con su enfoque innovador, ágil y disruptivo, aportan una dosis de frescura y creatividad a las empresas establecidas. Por otro lado, las grandes empresas proporcionan a las startups recursos, experiencia en el mercado y una amplia red de contactos.
Esta sinergia se basa en la complementariedad de fortalezas. Mientras que las grandes empresas tienen la capacidad de invertir en investigación y desarrollo a gran escala, las startups pueden generar ideas innovadoras y experimentar con nuevos enfoques sin verse limitadas por estructuras corporativas pesadas. Juntas, pueden crear soluciones revolucionarias y aprovechar oportunidades de mercado emergentes.
En muchos casos, las grandes empresas establecen programas de colaboración con startups a través de incubadoras, aceleradoras o programas de inversión. Estas iniciativas permiten a las empresas establecidas identificar y apoyar proyectos prometedores, fomentando la innovación interna y estableciendo una conexión directa con el ecosistema emprendedor.
Además, las startups se benefician de esta colaboración al tener acceso a los recursos financieros, la experiencia operativa y la visibilidad de las grandes empresas. Al asociarse con una empresa establecida, pueden acelerar su crecimiento, obtener financiación adicional y acceder a una base de clientes más amplia.
Desterrando los mitos del venture capital
Igor de la Sota, socio fundador de Cardumen Capital, un fondo de venture capital europeo-israelí, ha explicado durante el Encuentro conectando startups y grandes corporaciones de la Fundación LAB Mediterráneo que «las compañías tienen que tener muy claro qué quieren sacar de esta relación con las startups, medir bien las expectativas».
También, «asignar recursos internos para darle recorrido a ese retorno estratégico, se puede hacer la inversión, pero pueden no estar establecidos los procesos. No se trata solo invertir, sino de saber lo que se quiere».
Startups: el caso israelí
De la Sota ha puesto el ejemplo del ecosistema de emprendimiento de Israel. El estado israelí ve nacer cada año más de 1.000 startups de corte tecnológico. Además, en 2021, las startups captaron la cifra récord de 25.600 millones de dólares a través de 773 rondas de financiación.
¿Cuál es la esencia del éxito de este ecosistema? En una palabra: «Necesidad». Según apunta, se trata de un país que no cuenta con recursos naturales y que «ha tenido que apostar por la innovación. Nos llevan 25 años de ventaja en ese sentido. Es un país que invierte más del 5% de su PIB en I+D+i. Además, está dolarizado, el 98% del dinero procede de fuera de Israel».
¿En qué sector España puede ser una referencia global?
El socio fundador de Cardumen Capital tiene claro que el foodtech es el sector con más proyección en nuestro país. «Estamos en el ‘preboom’ de lo que va a ser. Existe una necesidad real de abastecer a toda la población que va a ir creciendo en los próximos años, una alta demanda de altos componentes proteínicos y el desafío del cambio climático», comenta. Todos estos factores son clave.
Y añade rotundo: «Tenemos la convicción de que es el momento de invertir. Las grandes empresas se tienen que seguir manteniendo competitivas. No se pueden permitir el lujo de no tener ojos y oídos en estos sectores. Y para mantenerse competitivas hay que invertir».
Asier Alea, director del Área de Desarrollo Global del Basque Culinary Center, opina igual: «Tenemos una gran credibilidad por nuestra cultura gastronómica, por el producto y por nuestras corporaciones. En pocos años, podremos hablar de España como un gran ecosistema a nivel global».
Ecosistemas de startups punteros en España
El director del Área de Desarrollo Global del Basque Culinary Center ha expresado que durante 14 años la fundación ha tenido como objetivo usar la gastronomía como motor de cambio social y económico. «Escalar en el ámbito alimentario es muy diferente que en el digital, las soluciones van a requerir de las mismas fórmulas, pero adecuadas, además, al factor humano», agrega.
El BCC es un lugar, describe, donde «se valida el talento, que dará a pie muchas soluciones alimentarias del futuro. Un lugar para que los emprendedores puedan pasar como si fuera un gran aeropuerto de la innovación alimentaria y seguir validando soluciones, mezclándolas con fondos venture capital y tecnología».
Por su parte, el director de Proyectos de Lanzadera – Marina de Empresas, Darío Olivares, ha destacado como las empresas emergentes ayudan a las tradicionales a estar «en el filo de la innovación». En su opinión, «acaban entendiendo que estar sumergidos en este ecosistema les proporciona soluciones a retos que ni siquiera se habían planteado antes».
Javier Megias, managing director de Plug and Play, destaca: «La única palanca para transformar a largo plazo es mejorar la productividad y la competitividad de las compañías. Podemos seguir financiando compras, pero tienen que tener impacto en la sociedad. Deben ser capaces de integrarse y tener ese acceso a la tecnología y a nuevos modelos de negocio que, a largo plazo, es lo único que nos va a hacer mejor como sociedad».
Olivares agrega: «Hemos superado la creencia de que las startups eran un bicho raro. Las grandes empresas entienden que los emprendedores son peces que nadan a contracorriente y que pueden integrar comprándolas, convirtiéndolas en proveedores, invirtiendo en ellas… A día de hoy, se les da entrada con mucha facilidad».