Ayer en Economía 3 observábamos cómo los principales índices bursátiles occidentales habían repuntado en lo que llevamos de 2023, coincidiendo con la moderación de la inflación en estos países. Pero, ¿por qué cuando baja la inflación sube la bolsa? ¿Cómo se relacionan estas dos variables? ¿Se cumple siempre esta relación inversa? ¿O se trata, tal vez, de otra leyenda de los mercados financieros?
La inflación reduce las ganancias de las empresas
Una inflación fuera de control -como la que llevamos padeciendo desde el mes de octubre de 2021- representa una auténtica amenaza para los beneficios empresariales. El encarecimiento generalizado de los precios -cuando este se mueve en rangos muy superiores al 2% recomendado por las autoridades monetarias- condiciona notablemente la capacidad de una empresa para mantener su modelo de rentabilidad.
Por un lado, en una situación de inflación galopante, una empresa puede plantearse mantener intacta su política de precios con la esperanza de conservar o incrementar su cifra de negocio. Sin embargo, esta arriesgada estrategia comprometería seriamente su rentabilidad pudiendo llegar a cuestionar su viabilidad. Si vendo lo mismo al mismo precio y existe un incremento de los costes de producción, mi retorno, obviamente, se reduce.
Por otro lado, si la empresa decide combatir la inflación indexando el precio de sus productos y/o servicios a la evolución del IPC corre el riesgo de que sus ventas se vean drásticamente reducidas. Si vendo a un precio muy elevado para paliar los efectos de una inflación desmedida, tengo la amenaza de que mis clientes compren en menor cantidad o puedan cambiarse a la competencia.
En conclusión, la inflación repercute negativamente en los beneficios de las empresas y pocas compañías que experimentan una contracción de sus ganancias incrementa su valor en el parqué bursátil.
La subida de los tipos perjudica el comportamiento de la bolsa
Cuando la inflación se descontrola, el único mecanismo con el que cuentan los Bancos Centrales para combatirla son los tipos de interés. Al endurecerse las condiciones de financiación, se reduce el dinero que hay en circulación. Con una subida de tipos, el acceso a la financiación se resiente, lo que a su vez disminuye el consumo y, por lo tanto, los precios bajan.
Además, cuando suben los tipos de interés a causa de la inflación opciones diferentes a la renta variable ganan atractivo en el mercado. Activos como la renta fija (pública y privada) o los depósitos, a los que se les presupone un riesgo considerablemente menor al de la bolsa, incrementan considerablemente su rentabilidad.
En definitiva, se produce un trasvase del ahorro desde la renta variable hacia esta clase de activos, lo cual penaliza a los mercados de renta variable.
La teoría no siempre se cumple en la práctica
Si bien, y en base a los factores que hemos visto anteriormente, existe una sólida teoría económica que sostiene que cuando la inflación sube la bolsa baja, no existe una verdad absoluta en la práctica. Ni mucho menos.
De hecho, la historia así lo demuestra. Una subida de tipos no tiene por qué repercutir negativamente en los mercados bursátiles. Factores como la intensidad en las subidas de tipos o la prolongación de estas en el tiempo desempeñan un factor clave.
Lo que sí que podemos afirmar en este momento es que la moderación de la inflación en las principales economías occidentales ha beneficiado el comportamiento de sus mercados de renta variable en este primer mes y medio de 2023.