Resiliencia y capacidad de adaptación a los imprevistos han sido las fortalezas del clúster azulejero castellonense, que encontró en las exportaciones un apoyo para lograr cerrar un año, el 2020, marcado por la incertidumbre que lanzó sobre los mercados la irrupción de la pandemia sanitaria que, a mediados de marzo, paralizó la producción de las empresas y ralentizó la economía. El resultado son los buenos datos -en la línea de 2019 según la patronal Ascer-, que reflejan la progresiva, aunque lenta, recuperación del sector a final de año. Aún así, afronta un 2021 marcado también por la sombra de incertidumbre que proyecta la pandemia.
Las turbulencias generadas por los efectos de la pandemía han afectado por igual a los agentes que intervienen en el sector, que supone el 14,4% del PIB indistrial de la Comunitat Valenciana y el 20% del de la provincia de Castellón. Y es que los datos que manejan desde Ascer están en la línea que apuntan la Asociación Nacional de Fabricantes de Fritas, Esmaltes y Colores Cerámicos (Anffecc) y la Asociacion Española de Fabricantes de Maquinaria y Bienes de Equipo para la Industria Cerámica, ASEBEC. Unos y otros acusan en su balance anual el efecto negativo de la pandemiaque frenó su actividad en el primer trimestre de 2020, pero coinciden al apuntar la recuperación iniciada tras la vuelta a la “nueva normalidad” y miran al futuro con un ligero optimismo, pese a las incertidumbres, no sólo sanitarias, que se ciernen sobre la industria.
El presidente de la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos (Ascer), Vicente Nomdedeu, consideró la capacidad de adaptación y la resiliencia, que muestra la fortaleza de las empresas del sector, como claves en el comportamiento final que la industria azulejera ha tenido en este complejo 2020. Impresión que la justificó a partir de los datos que arroja el balance del ejercicio, en el que la facturación se situó entre el -1% y el +2%, gracias a la exportación, en especial a mercados como el estadounidense o los de Arabia Saudí y Emiratos Árabes. Con esos datos esbozó un 2021 en el que “lo único que se mantendrá es la incertidumbre y tenderemos que vivir con ella”.
En su balance anual, el presidente de la patronal azulejera, que este año habrá de afrontar también la negociación del convenio colectivo, indicó que, “tras el desplome de ventas en un 50% entre marzo y abril, siguió una fuerte reacción por parte del sector, que como en todas las crisis, ha sabido adaptarse con rápidez al nuevo entorno, para ir recuperando actividad poco a poco”. Esta “resiliencia” contribuyó a frenar la caída de la facturación, que al final estará entre el -1% y el +2%, unos datos más optimistas si tenemos en cuenta que las primeras previsiones apuntaban a una caída de las ventas de un 10%. El dato final “nos permite acabar en niveles de ventas similares a los de 2019”, que, pese a no ser los esperados, le permiten al sector afrontar el 2021 en una mejor posición que otros subsectores industriales.
La explicación a esos datos positivos que se abren paso entre los negros nubarrones que envolvieron las actividades económica e industrial hace apenas diez meses hay que buscarla, en el caso del sector azulejero, en la buena marcha de las exportaciones, que han sido las responsables del 75% del repunte, explican desde Ascer. Y es que las ventas en el exterior entre el 1% y el 4% fueron claves para mantener los datos postivos, frente al más que tibio comportamiento del mercado nacional, “que evoluciona peor y no ha logrado recuperar su nivel de ventas, con caídas de entre el 7% y el 4% aproximadamente”.
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