“El desafío medioambiental es una herramienta para la supervivencia del sector”
El Instituto de Tecnología Cerámica (ITC) de Castellón lleva 50 años transfiriendo conocimiento desde la universidad a la empresa. Cinco décadas en las que se ha convertido en el decano de la Red de Institutos Tecnológicos de la Comunidad Valenciana.
En ese tiempo ha desarrollado 691 proyectos de I+D y 1.357 privados y ha realizado 491 cursos de formación, “aportando conocimiento para mejorar los procesos de fabricación del sector cerámico y buscando incrementar la calidad de los productos”, apunta Gustavo Mallol, doctor en Ciencias Químicas y su director, quien fija como retos la implantación de la digitalización; la apertura de nuevos mercados con aplicaciones cerámicas innovadoras; el diseño de procesos de fabricación y productos más sostenibles.
-¿Cuál es el balance de medio siglo investigando en cerámica?
– El ITC ha sido motor generador de innovación para las empresas del sector cerámico a través de acciones de investigación y desarrollo, asesoramiento tecnológico y formación. Además de los más de 1.000 proyectos de I+D desarrollados en estos años, la labor que más ha aportado a la evolución del sector cerámico en estos 50 años es la formación. Así hemos organizado 500 cursos para actualizar y poner a punto los conocimientos de los técnicos de las empresas; hemos impartido docencia en la titulación de Ingeniería Química, especialización en Tecnología Cerámica, desde su implantación en la UJI; habiendo formado casi 900 ingenieros superiores, la mayoría de los cuales está trabajando en las empresas cerámicas, transfiriendo el conocimiento que precisan las empresas para evolucionar.
– ¿Funciona este modelo de transferencia tecnológica desde la universidad a las empresas?
– El modelo es más complejo que el de una mera transferencia entre la Universidad y la empresa. Lo que tenemos es un Instituto que ha sido mixto, en el que se integran profesores de Universidad que desarrollan su labor de investigación en el campo de la tecnología cerámica, y una asociación privada sin ánimo de lucro, cuya flexibilidad permite potenciar la relación entre la Universidad y la empresa. El modelo que se pretende impulsar desde la AVI lleva funcionando 50 años en Castellón; un Instituto Tecnológico cercano a las empresas que actúa como puente entre ellas y la Universidad.
Leer entrevista completa en la REVISTA de enero.
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