Muere Carmen Alborch a los 70 años

Muere Carmen Alborch a los 70 años

La exministra socialista de Cultura Carmen Alborch ha fallecido este miércoles en su domicilio de València a los 70 años de edad tras una larga enfermedad. Alborch fue también diputada en el Congreso, concejal en el Ayuntamiento de València y la primera directora del Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM), así como escritora.  El compromiso con el feminismo y la pasión por la cultura fueron los ejes vitales de Carmen Alborch, una rebelde alegre y transgresora que desde su juventud se implicó en la lucha por la igualdad y ocupó espacios de poder cuando era extraño ver a mujeres en esos ámbitos.

Nacida el 31 de octubre de 1947 en un pequeño pueblo de la provincia de Valencia, Castelló de Rugat, ser la mayor de cuatro hermanos le obligó a abrir caminos, como tantas veces haría en su vida.

Su paso por la Universitat de València para estudiar Derecho, de cuya Facultad llegaría a ser la primera decana con 37 años, marcó la experiencia vital de una joven que llegó a esas aulas en un momento en el que era extraño que las chicas estudiaran esa carrera. Siempre se sintió identificada con los valores de la generación del 68.

Durante su etapa universitaria luchó desde el activismo y la rebeldía contra la dictadura y por la democracia. A partir de la lectura del libro de Simone de Beauvoir El segundo sexo,  prestado por una compañera, descubrió el feminismo, que según contaba, le cambió la vida y le llevó a implicarse en el nacimiento de las primeras asociaciones de mujeres a principios de los setenta. La despenalización del adulterio y del aborto o el divorcio, fueron algunas de sus primeras reivindicaciones. Nunca abandonó las claves feministas y lo practicó con pasión también desde los espacios de poder donde estuvo.

Del IVAM al Ministerio de Cultura

Alborch entró en política en 1987, cuando a punto de irse a Nueva York para estudiar propiedad intelectual le llamó el entonces conseller de Cultura de la Generalitat Valenciana, Ciprià Císcar, para ofrecerle la dirección general de Cultura, y decidió cambiar el decanato de la Facultad de Derecho por la Conselleria.

Poco después, en 1989, pasó a dirigir un museo que daba sus primeros pasos, y que se convirtió en el más importante de la Comunitat Valenciana: el IVAM, cuya colección de arte contemporáneo figura entre las más notables de Europa. Dejó la dirección del museo en 1993 para ser ministra de Cultura de la democracia en el Ejecutivo de Felipe González en calidad de independiente, pues no se afilió al PSOE hasta el año 2000.

De esa etapa, en la que hubo quienes la calificaron como «ministra pop» o «ministra Almodóvar», recordaba los murmullos que se despertaron cuando llegó al Congreso de los Diputados con su melena rojiza, un rasgo que siempre la acompañaría, al igual que su amplia sonrisa, recuerda Efe.

Tras la derrota socialista de 1996, encadenó varias legislaturas como diputada y senadora, e incluso en 2007 el PSPV-PSOE intentó que su tirón popular derrotara en la alcaldía de València a una Rita Barberá que llevaba dieciséis años de alcaldesa: un «efecto Alborch» que no se logró y que supuso un momento duro para ella.

Luchadora por la igualdad

En todas sus responsabilidades trabajó por avanzar en la igualdad ya que todavía existen, según aseguraba, «las brechas y los infiernos», y de hecho confesó que la primera y la única vez que lloró en el Congreso de los Diputados fue cuando se aprobó la Ley Contra la Violencia de Género de 2004.

Dejó la primera línea de la política tras las elecciones generales de 2016 y se reincorporó como profesora honoraria a la UV, donde volvió a cerrar un círculo y desveló uno de sus aprendizajes vitales: «El profundo secreto de la alegría es la resistencia».

Autora de varios libros dedicados a las mujeres y el feminismo, como la trilogía que forman Solas, Malas y Libres, Carmen Alborh recibió numerosos galardones por su lucha por la igualdad, y en los últimos meses fue objeto de varios homenajes.

Entre ellos, el pasado 9 de octubre recogió la Alta Distinción de la Generalitat Valenciana, donde reivindicó que el feminismo debería ser declarado «patrimonio inmaterial de la humanidad» y confesó cuál sería su motivación vital «hasta el último suspiro y hasta el último día»: luchar por hacer un mundo mejor.

Alborch también estaba en posesión de otras condecoraciones, como la Cruz de Honor de San Raimundo de Peñafort, la Cruz de Carlos III.

Mata (PSPV): Alborch transmitía pasión en todo, es una gran pérdida

El vicesecretario general del PSPV-PSOE, Manuel Mata, ha afirmado este miércoles que la exministra Carmen Alborch era una persona que transmitía «alegría, pasión y serenidad en todo lo que hacía», y ha destacado que su fallecimiento supone «una gran pérdida».

Mata ha manifestado que «era pura vida» y una persona caracterizada por su capacidad de empatía, que «no hablaba nunca mal de nadie», y que además dejaba «una huella impresionante» en todos los que coincidían con ella.

Preguntado sobre lo que supone para el PSOE la muerte de Alborch, ha indicado que implica «perder uno de los activos más importantes» del partido, aunque ha matizado que es también una pérdida para los ciudadanos de València.

«Carmen exportaba valencianía allá donde iba, y ha estado en sitios muy relevantes, además de haber obtenido numerosos premios por su capacidad intelectual», ha resaltado Mata.

El dirigente socialista ha asegurado que las últimas horas han sido «terribles», ya que sabían desde anoche que la exministra estaba en su casa sedada y que el fatal desenlace era «inminente». EFE

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