Jueves, 25 de Abril de 2024
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No tener un plan suele ser un mal plan

Enrique Bieco, Consultor de Desarrollo de Negocio en Grupo Ifedes

Hoy en día el entorno cambia muy rápidamente y de esto todos somos conscientes; sabemos que nos afecta a todos los aspectos de nuestra empresa (organizacionales, de mercado, de procesos, etc.), pero también afecta a nuestros procesos de planificación estratégica tal y como los conocíamos hasta ahora y los libros nos explicaban.

Los procesos de planificación estratégica han cambiado en lo que se refiere al horizonte temporal y al grado de detalle de estos. Es por ello por lo que, en el entorno empresarial en el que nos movemos, hablar de lo que pasará o de lo que haremos en el mes 10 del año cinco de nuestro plan puede sonar casi ridículo.

Reconocido y asumido lo anterior, debemos entender que la planificación estratégica es una herramienta flexible de gestión, que desarrolla el pensamiento estratégico de todo el equipo de Dirección y es de gran utilidad para las empresas en un entorno cada vez más cambiante, competitivo, turbulento e incierto; lo llamamos entorno VUCA.

En este entorno aparece la incertidumbre y ante eso las empresas suelen reaccionar operando a corto plazo, tendiendo a hacer lo que siempre les ha ido bien y les da seguridad, manteniendo su inercia estratégica.

También tienden a “cocerse en su propia cazuela”, sin darse cuenta de lo que está cambiando en el mercado, de manera que van adquiriendo cada día mayor miopía estratégica, por lo que siguen perpetuando su modelo de negocio, hasta que ya no tienen capacidad para reaccionar.

Reflexionar a largo plazo
Por esto, y aunque parezca contradictorio, en estos momentos hay que reflexionar sobre el largo plazo. Esta dimensión temporal aumenta la perspectiva de nuestra visión y nos permite racionalizar el día a día en su justa medida: “Piense en el largo plazo; pasará en él el resto de sus días”.

Hoy más que nunca, los equipos directivos necesitan desarrollar su manera de pensar estratégicamente, compartir la visión del modelo de desarrollo del negocio, ganar en velocidad de cambio, buscar la orientación a objetivos, gestionar la capacidad de desaprender y volver a crear nuevos esquemas y reaprender del mercado.

Por eso, los planes estratégicos consisten en la concreción de los fines, reflexiones y análisis de la dirección de la empresa, que se materializa en un plan maestro que recoge las decisiones que se han adoptado hoy respecto a lo que hará en los próximos tres años, para lograr que la empresa sea competitiva en su entorno de negocio, logrando sus objetivos y fines. “Para el que no sabe hacia dónde va, todos los vientos son favorables”.

Planificar no es adivinar
Como siempre decimos en muchos Consejos de Administración y Comités de Dirección cuando empezamos un Plan: la planificación es algo muy incómodo, ya que desde que se inicia solo vamos a tener desviaciones, y esto, estoy convencido que a todos nos incomoda, pero es imposible que esas desviaciones no ocurran con tantos cambios externos e internos. “La planificación no es adivinación”.

Pero si tenemos un Plan, seremos conscientes de que nos estamos desviando y podremos tomar medidas correctoras para recomponer el día a día hacia donde habíamos dicho que queríamos llegar. De esto se trata, esa es la magia de la planificación, nos genera la percepción de la desviación respecto a nuestra dirección y destino.

La comodidad de no tener Plan es que nunca te desvías de nada. Irá bien o mal (te llevará el día a día), pero nunca serás consciente de tus desviaciones respecto a los objetivos, y de la posibilidad de poder reaccionar a tiempo.

Si no construyes hoy tu estrategia y modelo de empresa que quieres para el 2022, a lo largo de los próximos 4 años nunca te desviarás de nada y no podrás reaccionar ni tomar medidas correctoras que te acerquen de nuevo a los objetivos, reorientarte a lo que buscas. Si tienes el Plan, sabrás que te desvías y así aumentarás tu nivel de actuación y la probabilidad de que puedas logar esas metas.

Las cosas son más sencillas de lo que parecen. Lo importante es hacerlo, desviarse, tener que revisarlo, corregirlo, rectificar, etc. Poco importa. “Un Plan será siempre mejor que ningún Plan”.

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