Fundación Bancaja ha presentado hoy José Manuel Ballester. Bosques de luz, consistente en una selección de 21 obras del Premio Nacional de Fotografía 2010. José Manuel Ballester (Madrid, 1960) estudia espacios sin presencia humana; arquitecturas bajo encuadres abstractos; escenarios de obras clásicas como La Anunciación, de Fra Angélico, sin sus personajes. «Busco el simbolismo del vacío; que el fondo sea el protagonista de la acción». 

Esta sorprendente exploración tiene su origen en que Ballester, además de fotógrafo, es pintor, y la aparición de la fotografía digital, a diferencia de lo que les ocurrió muchos otros artistas, le estimuló como el punto de encuentro entre ambas disciplinas. «Cuando empecé a estudiar la fotografía digital descubrí el alejamiento que suponía la fotografía analógica de la pintura». En cambio, con la digital, «se producía un reencuentro con la forma de entender el proceso creativo muy afín a los procedimientos plásticos hasta ahora conocidos».

La ausencia de la figura humana en sus obras, la mayoría de ellas de grandes dimensiones, se debe, según sus palabras, «a mi inclinación por buscar lugares que dejaron de ser activos para convertirse en espacios abandonados, o que por sus características especiales están ocultos». Las entrañas de una torre de televisión digital no son tan agradables como para estar expuestas a la población; en cambio, la mirada de Ballester demuestra que esa maraña de dispositivos, o la configuración de los tubos de ventilación de una central solar, son formas extrañas, abstractas, que parecen incluso lejos de haber sido concebidas por mentes humanas.

En lo que respecta a su serie Espacios ocultos, sobresalen sus dos Lugares para una Anunciación, las arquitecturas que envuelven a la ya mencionada obra de Fra Angélico y también a la de Leonardo. Algo importante va a pasar, o ya ha pasado, ahí mismo. Los personajes se han ido o aún no han llegado. El artista ha indicado que esta serie de obras supusieron para él «una reconciliación con los clásicos. El arte no puede dejar de mirar al pasado pero tampoco debe dejarse atrapar por él». En definitiva, «cada época tiene una forma de relacionarse con la realidad y el arte es lo que canaliza esa relación». 

La exposición, organizada por la Fundación a partir de una producción del Ministerio de Cultura para el Espacio de Arte de Tabacalera en Madrid, se puede visitar hasta el 23 de septiembre.