Sergio Gordillo.- En cualquier actividad empresarial, es básico no olvidar nunca el qué (qué necesidad del mercado queremos resolver), y el para qué (cuál es el objetivo de todo el esfuerzo realizado), y tener muy claro que el cómo hago lo que hago siempre es cambiante, porque hoy lo hago de una forma, que es la mejor dadas las circunstancias; pero mañana deberemos hacerlo de otra, que será la más adecuada dadas las nuevas circunstancias. Cuando esto no se tiene claro, por las exigencias derivadas del cómo (por ejemplo, las nóminas que tengo que pagar o las instalaciones que tango que amortizar), podemos olvidarnos o desvirtuar lo básico: el qué y el para qué de la empresa.
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Rafael Tomás.- Esto que acaba de señalar Sergio es una gran verdad. En muchas ocasiones, la dinámica del día a día hace que nos olvidemos del qué y del para qué, porque tenemos que resolver las necesidades del cómo: todos los meses tengo que disponer como sea de 100.000, 300.000 o 500.000 euros para pagar la nómina. Y, a partir de ese momento, el foco ya no está en la razón de ser de la empresa, sino en pagar la nómina. En esta última crisis, muchas empresas lo han pasado muy mal precisamente por eso, porque el cómo ha desplazo del primer nivel de prioridad al qué y al para qué.
Sergio Gordillo.- La clave está en tener muy claro en todo momento qué es estructural y qué circunstancial o coyuntural, de modo que lo nuclear del modelo no me preocupará tenerlo incorporado en la estructura porque, pase lo que pase con las circunstancias, voy a seguir necesitándolo. Por el contrario, lo circunstancial o coyuntural debo saber que es algo que cambiará y que hoy puedo necesitarlo pero mañana no.
Rafael Tomás.- Además, este modelo en el que prima la flexibilidad y capacidad adaptativa, es el que mejor nos permitirá aprovechar las oportunidades de crecimiento por diversificación que, con toda seguridad, aparecerán a lo largo del camino. Si trabajamos con una estructura rígida –que por cierto es la que propicia el marco normativo laboral español–, nos será mucho más difícil tener la cintura suficiente para aprovechar las oportunidades que vayan apareciendo en el día a día.