Miércoles, 24 de Abril de 2024
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Bodegas Mendoza reinventa los vinos de Alicante

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Exterior de la bodega de Alfàs del Pi

Desde hace un cuarto de siglo, Enrique Mendoza lidera un proyecto familiar que ha sabido modernizar los tintos alicantinos a partir de un respeto casi religioso por la tierra y la viña. ‘Santa Rosa’, vino moderno a partir de variedades internacionales, y ‘Estrecho Monastrell’, con la variedad autóctona de Villena, son ya dos clásicos ineludibles en toda la lista de los grandes de la DOP Alicante.

Hace unos años, en Enoforum, con más de cien enólogos españoles que llevaron otros tantos vinos que cataron entre ellos, el mejor tinto resultó el ‘Santa Rosa 2001’. Una sorpresa global que Alicante ganara a las zonas clásicas de siempre y votando los propios enólogos. El círculo que se inició en los ochenta estaba cerrado: sí era posible.

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El secreto de este éxito está en la tenacidad del propio Enrique Mendoza y su familia por una viticultura respetuosa con la naturaleza y que saca el máximo partido al suelo y al clima del entorno de Villena.

Nada de fertilizantes químicos; el aporte alimentario llega de compost procedente de ganado propio, por ejemplo. Y nada de sistémicos o herbicidas. Además, producciones ajustadísimas, casi un kilo por cepa, y ciclo vegetativo largo.

“Tenemos que producir uva que se pueda vendimiar en octubre. Es la forma de producir la máxima calidad en el Mediterráneo”, explica Pepe Mendoza, actual máximo responsable ejecutivo de la bodega.

Eso complica a la producción, que la hace más vulnerable a los caprichos del año climatológico, pero también hace los vinos más singulares y auténticos, que es lo que buscan en Bodega Enrique Mendoza: perfil reductor frente al oxidativo.

Tintos de Villena

Los tintos de Villena ya fueron objeto de exportación en el siglo XVIII, cuando los puertos de Cartagena y Alicante consiguieron el permiso para comerciar directamente con las colonias de América sin tener que pasar por el monopolio gaditano.

A partir de esa experiencia secular, hoy los vinos de Enrique Mendoza se enfocan al mercado internacional (60% de la producción, sobre todo al Reino Unido, Alemania y Estados Unidos), mezclando las variedades más célebres del mundo con una apuesta muy personal y amarrada al territorio, como es la Monastrell.

Santa Rosa’ y ‘Estrecho’

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Pepe Mendoza, responsable hoy de la Bodega

Para el gusto internacional está el ‘Santa Rosa’, el top de la bodega, que es un homenaje a la madre del fundador. Se trata de un tinto elaborado fundamentalmente con Cabernet Sauvignon, pero que acompaña al 15% con Shiraz y Merlot, otras dos uvas que se han adaptado muy bien a los suelos arenosos de aluvión y al clima de Villena.

Un vino envejecido en roble francés Allier durante 16 meses, antes de esperar en botella otro año para salir al mercado.

Y fruto del cariño por la Monastrell autóctona resulta el vino ‘Estrecho Monastrell’, elaborado exclusivamente con esta variedad cultivada en una sola finca, Estrecho La Pipa, en las proximidades de Villena, y que pasa 15 meses en barricas, también francesas, pero en este caso de quinientos litros.

Este vino es un homenaje al ‘terroir’ en todos los sentidos, desde las cepas viejas al marco de plantación, ya que siguen los cánones clásicos de la zona y en vaso, en vez de las modernas y prácticas espalderas.

Pero la oferta de la bodega no se queda ahí, ya que las diferentes variedades se vinifican por separando, haciendo espléndidos monovarietales de Shiraz, Pinot Noir, Merlot y, por supuesto, las blancas de Chardonnay (con jóvenes y barrica) y moscatel de Alejandría. Precisamente esta última –moscatel– es la variedad reina de la Marina alicantina, donde comenzó la aventura vitícola de Enrique Mendoza.

Allí, junto al Mediterráneo, surge este vino joven a base de moscatel y su hermano, el ‘Mendoza Moscatel’, que pasa diez meses en barrica francesa, ganando complejidad y dando empaque a una variedad que así da muestras de gran categoría y longevidad. Pierde la flor fresca de los moscateles jóvenes, pero lo gana en la elegancia que le aporta la suave barrica vieja de gran tamaño.

Reinvención de los vinos de Alicante, en definitiva, tanto de la meseta como de la costa, arriesgando y poniendo por delante siempre el cariño y las convicciones propias es lo que una botella de Mendoza lleva dentro.

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