Enrique Penichet

Enrique Penichet.– Una aceleradora funciona mediante convocatorias y, por tanto, los proyectos entran a la vez, en una fase bastante temprana; durante un tiempo van pasando por los mismos hitos en los mismos momentos, y acaban teniendo que haber conseguido sus objetivos.

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Durante ese programa suelen intervenir mentores, especialistas en el sector sobre el que esté enfocada la ‘startup’. Normalmente, cada aceleradora está enfocada hacia un nicho o sector, porque así se crean muchas sinergias y ‘know how’ añadido.

El modelo incubadora es más antiguo y está relacionado con el vivero de empresas. En el modelo incubadora tú vas allí, te presentas, pasas un filtro y te aceptan o rechazan, pero cuando entras allí hay gente que igual lleva seis meses, otro dos años, etc. Una incubadora es un espacio donde puedes ir a trabajar, con unos servicios aledaños que puedes utilizar, pero no existe un programa estricto como en la aceleradora.

Además, en una aceleradora hay dinero para los proyectos seleccionados, mientras que en una incubadora no necesariamente.

Podemos hablar de cuatro modelos de aceleradoras: una, como la nuestra, sería aceleradora/inversora, cuyo ‘focus’ primero es invertir y luego vender. Luego está la aceleradora corporativa, ejemplos serían las de Repsol o Telefónica, cuyo ‘focus’ no es tanto en el resultado de la inversión, sino en los resultados en términos de marketing e imagen corporativa, el retorno que produce a la marca, además del acercamiento a una innovación.

El tercer modelo es el de aceleradora ‘esponsorizada’: en lugar de ser una corporación, son varios participantes. El equipo está mucho más implicado y los distintos patrocinadores son los que pagan el programa.