Viernes, 26 de Abril de 2024
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Del pensamiento a la intuición estratégica en la empresa (y II)

Socio Director del Grupo Ifedes

2013-dic-opi-ifedes-davidEste proceso intuitivo se desarrolla paulatinamente. Es un proceso de relajación mental en que unimos todas las piezas del puzzle problemático y le damos la forma, determinamos qué tratan de plasmar las piezas.

La intuición estratégica es un flash de entendimiento gracias al cual podemos pensar con claridad la solución a un problema y ver el camino para ponerla en marcha

Hasta ahora, la ciencia ha reconocido tres tipos de intuición: la ordinaria, la experta y la estratégica. La intuición ordinaria es como un instinto que nos lleva a hacer algo sin saber exactamente por qué lo estamos haciendo de esta manera. La experta nos golpea y nos hace reconocer, al instante, algo familiar que nos permite tomar una decisión. Cuando un portero reacciona ante la velocidad y el arco que describe el balón que se le viene encima, eso es intuición experta. Justamente para nuevas situaciones o para innovar, es importante no usar esta intuición experta.

La intuición experta es la que se basa en la experiencia, los años que uno lleva en el puesto, los años que uno ha trabajado dentro de un sector concretos de actividad… todos esos elementos que nos dan un gran valor añadido en ciertos momentos de la gestión nos crean, sin darnos cuenta, unos paradigmas o esquemas mentales que nos impiden ser creativos y buscar estrategias innovadoras.

Al contrario de lo que ocurre con la intuición experta, la intuición estratégica, ocurre lentamente. Un ejemplo: solemos tener nuestras mejoras ideas estando de viaje, en mitad de un atasco, al salir del cine… Es decir, cuando estamos obligados a parar. Es en ese momento, cuando no estamos en plena acción, cuando nuestro cerebro puede resolver un problema que estaba abierto desde hacía meses. Sentimos, de repente, que todas las piezas casan dentro de nuestra mente.

Por ello, necesitamos propiciar esos momentos y entrenar su desarrollo, la intuición estratégica puede ser uno de los elementos de más valor añadido en el proceso de dirección de la empresa. Su potenciamiento debe ser una prioridad en los procesos directivos y cuanto más pyme se sea más necesidad de usar este tipo de herramientas.

La intuición estratégica consiste en un momento de entendimiento en el que nuestro cerebro es capaz de unir toda la información y el conocimiento que acumula para ver con claridad la solución a un determinado problema o a una determinada situación, normalmente inesperada.

La intuición estratégica es valiosa porque nos ayuda a capitalizar al máximo una situación totalmente inesperada. Para ilustrar esta idea pone el ejemplo de lo que le ocurrió a la empresa de ropa deportiva Puma. El director ejecutivo de Puma, Jochen Zeitz, heredó la empresa cuando estaba ya moribunda. Lo primero que hizo fue crear un plan quinquenal para salvar la empresa. Ese plan se basaba, sobre todo, en recortar los gastos de producción trasladando la fabricación de Alemania a algunos países asiáticos.

Cuando ese plan llevaba en marcha un año, un grupo de música, los Beastie Boys, dieron un concierto vistiendo uno de los modelos de zapatillas deportivas creados por Puma. La repercusión de aquel hecho, totalmente inesperado, fue enorme. Esas zapatillas se convirtieron casualmente en la última moda en ese momento. ¿Qué hizo entonces Jochen Zeitz? Pues, se dio cuenta de que el negocio no estaba en ser una marca de ropa deportiva, sino en ser una marca de moda. A partir de esa intuición estratégica no se conformó con su plan quinquenal, sino que hizo borrón y cuenta nueva y dio un giro radical a su empresa. Fue, en definitiva, flexible y rápida.

Partiendo de la premisa que una de las tareas fundamentales de los ejecutivos radica en pensar e idear constantemente en el devenir de la organización y en su constante adaptación al mercado determinamos que todas estas decisiones están presididas por pautas de actuación esencialmente estratégicas. Por ello, la tarea principal del directivo es fundamentalmente estratégica.

Tal como establece Mintzberg es “un proceso continuo que opera en el presente combinando lo racional con lo emocional, lo cognitivo con lo intuitivo, lo individual y grupal”. Es lógico: si conociésemos el futuro la planificación estratégica de toda organización se basaría en decidir cómo afrontarlo. Sin embargo, el propio desconocimiento es lo que nos genera la oportunidad de desmarcarnos, de posicionarnos favorablemente si sabemos prever o intuir el devenir del sector en qué operamos.

Sin embargo, no todo es tan sencillo, el peligro del directivo es que esté tan emocionalmente anclado con lo que tiene, con lo que existe, con lo que ha venido sirviéndole y produciendo buenos resultados que se resista a pensar en la innovación, en el cambio permanente que supone la estrategia actual. El directivo debe anticiparse, implicarse en la innovación y arriesgar. La clave está en romper paradigmas, hay que ver el mercado de manera distinta. Hay que reinventar la empresa y su modelo de negocio.

www.grupoifedes.com

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