Jueves, 25 de Abril de 2024
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En clave de Re…, menor o mayor, según el gusto

Socio Director de Ahora Soluciones. www.ahora.es

Ignacio Herrero

Ignacio Herrero

Cuando una composición está escrita en “clave de …” (alguna nota), se hace referencia a la tonalidad y se indica o señala, precisamente, la nota principal predominante y sus acordes, escalas y progresiones. En música, la tonalidad traslada, de algún modo, el carácter de la composición.

Actualmente, las tonalidades prevalecientes son ‘menor’ y ‘mayor’ y, a priori, a las diferentes composiciones se les asigna, según esta, un carácter triste o alegre, respectivamente.

En los últimos años, prácticamente solo he escuchado melodías en clave de re: “tenemos que reinventarnos…”, “hay que reestructurar y reorganizarse…”, “todo pasa por la refinanciación de…”, “debemos replantearnos y repensar…”.

Una letanía que, por repetitiva, se convierte en un rumor recalcitrante que reverbera, que resuena reiteradamente y acaba produciéndome cierta reacción e, inconscientemente, la rehúyo, tal vez por evitar que a mí mismo me ronde.

La realidad es que toda esta retahíla me suena a ‘Re menor’, empapándome al oírla, aunque no solo por ello, un cierto sentimiento de tristeza. Porque detrás de cada reestructuración, de cada reorganización, de cada replanteamiento…, suele haber pesar y desasosiego, por decisiones difíciles que producen dolor, sufrimiento, desazón y hastío.

Erre que erre

Los que me conocen ya saben que no soy amigo de buscar y descansar en culpables, ni rehuir responsabilidades. Aunque es cierto que, mientras familias y empresarios ruegan, resoplan y llegan sin resuello a fin de mes, el Gobierno sigue erre que erre. O errando, marrando y desbarrando. ¡Y que no nos cuenten rollos!

Y siendo perfectamente consciente de la necesidad, en muchos casos, de entonar ese réquiem y, aún así, acarrear con importantes rémoras personales (económicas y/o anímicas), me gustaría que se generase una traslación a Re mayor, y que esta aportase una carga de alegría, ilusión, empuje y transformación.

Reclamo una revolución, reclamo romper con el pasado revivido y repetido. Romper con los esquemas rutinarios y con los modelos rancios; romper con la experiencia resistente y con la visión recortada.

Reclamo no rendirse e irrumpir con arrojo, reclamo inventar no reinventar, reclamo iniciar no reiniciar, reclamo hacer y no rehacer, reclamo emprender no reemprender.

Y si, tras la resaca de derroche, ha quedado una banca retraída, reacia y remolona; o un capital-riesgo reticente, remiso y renuente, que no aporta lo que es preciso… ¡No renuncies!

Revisa, racionaliza y rechaza el rompecabezas que la parte rastrera del sistema te presenta. Reclamo, por qué no, la importancia de los recursos tácticos, a la vez que recalcar la estrategia.

Restañar las heridas

Por cierto, ya que me he remangado y me arriesgo por reflexionar sin red al rechazo o a la risa, no quiero dejar pasar esta oportunidad sin reivindicar la parte más social: reclamo restañar los daños producidos en segmentos de la sociedad que han sido expulsados del sistema tan solo por su edad y reintegrarlos; reclamo ayudar a sectores que se han roto de raíz, y a los profesionales que los sostenían, con nuevas ideas y propuestas (que no renovadas).

Reclamo eso sí, a unos y otros, la resistencia necesaria para no abandonar en el recuerdo las razones reales que a cada uno nos mueven y revitalizan. Reclamo a aquellos “en los que reside la voluntad del pueblo”, que no nos envuelvan, acaricien y anestesien con el run run de su retórica y oratoria.

Reclamo proponer, desarrollar y adoptar modelos disruptivos. De algún modo, estas estrategias tienen algo que decir cada cierto tiempo y, en mi opinión, hoy más que nunca y en todos los ámbitos: gestión de costes, gestión de personas, relaciones humanas, modelos de producción, modelos logísticos, técnicas de venta, aplicación de la tecnología, política, sociedad, etc.

En la música también ha habido grandes maestros “disruptores”, que fueron reconocidos después e inspiraron a generaciones. Así que si estas estrategias, por cualquier causa, no tuvieran éxito, que nadie piense que el final tenga que ser triste o que arruine la composición.

En toda obra, el intérprete tiene que imprimir su personalidad. Y un radiante, reluciente, refulgente y rutilante espíritu, nos trasladará la mejor Clave de Re mayor.

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