Francisco Cobacho

Presidente. Fundación Novaterra. 

No es un empeño de ahora ni tiene su causa en la crisis. Algunos de nosotros, personas y organizaciones, hace mucho tiempo que trabajamos por una sociedad que protagonice el abordaje y la gestión de los problemas y propuestas que demandan los tiempos que vivimos. Por eso quiero desarrollar esta reflexión desde fuera del contexto de la dichosa crisis. En cualquier tiempo es absolutamente imprescindible contar con una sociedad civil fuerte y vertebrada. 

El Estado y todas sus organizaciones e instancias vinculadas han sido en algún momento buenas expresiones de la voluntad de la sociedad civil para organizar la convivencia de personas, pueblos y países. Sin embargo, en no pocas ocasiones delegamos absolutamente todo protagonismo en el desarrollo de la vida social, dando por supuesto que todo debe ejercerse desde el Estado y las Administraciones Públicas. 

Una delegación tan absoluta que supone renunciar a cualquier protagonismo de la sociedad civil, quedando totalmente en manos de esas instituciones de las que nos hemos dotado, gobernadas por personas que, en el mejor de los casos, hemos votado cada cuatro años, envueltas en banderas y programas de sus respectivos partidos políticos. 

En ningún momento resulta recomendable, y en tiempos de crisis aún menos, dejar en manos de los políticos en exclusiva la responsabilidad y el quehacer frente a los problemas sociales. Esta democracia formal puede llegar a convertirnos en elementos pasivos, en meros espectadores… Solo votar cada cuatro años o incluso no votar. 

Democracia plena, no solo formal 

Una democracia más plena, no tan formal, tendría como primer requisito el de la participación real adicional a la del voto. Una participación con un nivel mucho mayor de protagonismo personal y colectivo como ciudadanos. Y una participación organizada en plataformas ciudadanas. 

Algo imprescindible para articular y vertebrar la sociedad: hay que crear, fortalecer y desarrollar poderes paralelos al de la participación política formal del voto cada cuatro años, que nos deja, entre urna y urna, leyendo el periódico como principal tarea de seguimiento de aquellos a quienes llegamos a votar. 

Pero, además, sería simple y poco riguroso desplazar la totalidad de la responsabilidad en el Estado o los Gobiernos. Una sociedad civil fuerte y vertebrada en sus organizaciones es la mejor receta para la participación, para la iniciativa, para la creatividad y la innovación… Incluso para la solidaridad y, al tiempo, es el mejor antídoto contra cualquier posible atisbo de tiranía por parte de quien detenta el poder político, aunque haya accedido a él con el voto. 

Un espacio intermedio poblado por redes ciudadanas, por asociaciones, por organizaciones civiles, en las que la ciudadanía se agregue y desarrolle su dimensión societaria, es algo imprescindible incluso para el desarrollo de la vida cotidiana en sociedad. 

En la actualidad existen multitud de iniciativas sociales orientadas hacia programas y proyectos que mejoren la vida de la ciudadanía en general, o de determinados colectivos en particular.

Innovadoras, atentas a la exploración de nuevos caminos, propositivas, más abiertas y ágiles que la iniciativa pública, que han asumido que las causas de las desigualdades sociales no son solo responsabilidad de los Estados, de los Gobiernos o de los organismos internacionales, sino de toda la sociedad y, por tanto, el esfuerzo para resolverlas tampoco es tarea exclusiva de los poderes públicos. 

En una sociedad compleja como es la nuestra, todos tenemos alguna responsabilidad sobre lo bien o mal que anden las cosas. Al igual que se exige a los políticos que respondan a cualquier problema social, al igual que se habla de la Responsabilidad Social Empresarial, es momento de insistir en la Responsabilidad Social Ciudadana. La responsabilidad de cada uno de nosotros y de la ciudadanía en su conjunto. 

Extender el compromiso 

En la actualidad nos encontramos con una situación en la que la mayor parte de las organizaciones de iniciativa social que atendemos a personas y colectivos en situación de desventaja, nos vemos desbordadas por el disparado y disparatado número de personas que nos llegan y a las que debemos atender. Y a su vez asistimos a una retirada en toda línea de los recursos que las Administraciones Públicas aplicaban en situación de bonanza económica, justo en el momento en que se dispara la demanda de ayudas por el imparable deslizamiento de tantas personas hacia situaciones de exclusión social. 

Ahora más que nunca es momento de profundizar y extender el compromiso de la sociedad y de la ciudadanía hacia sus miembros más frágiles y hacia las organizaciones que se dedican a canalizar la acción solidaria. Empresarios, consumidores, profesionales… la ciudadanía en general. Es momento de tomar conciencia de la situación, de trabajar juntos contra una fractura social, que amenaza gravemente la estabilidad de un sistema; es momento de conocerse, dialogar y establecer alianzas orientadas a la acción. 

Hoy día existen redes que están echando una buena mano a miles de personas que rebasaron ampliamente la frontera de la precariedad y que son vecinos nuestros. Plantear que, ante una situación como la de la presente crisis, la sociedad civil puede y debe tomar protagonismo, no solo es una buena idea, sino que es algo completamente imprescindible y urgente. 

En definitiva, hay mucho que hacer, mucho por hacer y, sobre todo, demostrar que no es verdad que no se puede hacer nada: entre muchos, podemos hacer mucho más de lo que estamos haciendo. La responsabilidad es de todos y afrontarla es una exigencia para todos. 

Nosotros, desde este lado, estamos dispuestos a explorar espacios de concertación y a concretar alianzas con la ciudadanía con las que soñamos desde siempre, pero también y especialmente con el tejido empresarial; ese tejido empresarial al que nos vinculamos hace tiempo, sin renunciar a ningún elemento de nuestra misión, mediante la creación de empresas sociales para atajar por lo económico la exclusión social. 

Estamos convencidos de la imperiosa necesidad de alianzas con el tejido empresarial. ¿Hay alguien al otro lado? 

www.novaterra.org.es