Cuando sufrimos situaciones de estrés demasiado fuertes no somos capaces de controlar de la forma adecuada nuestras emociones, y lo habitual es que nos dejemos arrastrar por ellas actuando de una manera que más tarde podemos acabar lamentando. Conviene conocer algunos trucos para poder manejarnos en ese tipo de situaciones, y no llegar a cometer errores de los que luego nos podamos arrepentir.
Ante una situación de estrés, como ante una situación de temor, por ejemplo, tendemos a dejarnos llevar por las emociones que nos invaden. Temor, nerviosismo, etc. Seguramente, en nuestra cabeza y en nuestras intenciones deseamos hacer las cosas bien, proponer retos, etc., pero nuestro miedo nos puede paralizar, y no conseguimos lanzarnos.
En una situación de estrés fuerte seguramente tengamos claras nuestras tareas, la forma de hacerlas, lo que podemos pedir a nuestros compañeros o subordinados, pero en cambio, el estrés se apodera de nosotros, olvidamos labores importantes o no hablamos de la forma correcta a nuestros compañeros porque nos estamos dejando llevar por una situación límite.
Tanto en un caso como en otro, lo idóneo es saber identificar nuestros sentimientos. Ante el miedo, el estrés, la tristeza, el arrepentimiento, etc., lo mejor es ser capaces de identificarlos, no dejarlos pasar, ya que los sentimientos siempre regresarán. En realidad, lo idóneo es identificar tanto el sentimiento que te ha provocado cualquier situación o perspectiva en el trabajo como el origen exacto de ese sentimiento. Si eres capaz de ubicar tus emociones y su origen, va a ser mucho más sencillo poder dar una solución a los problemas que te preocupan y poner punto y final al estrés que está perjudicando tu salud, relaciones personal y rendimiento laboral.
La solución no parece fácil de llevar a cabo, pero como todo en esta vida es cuestión de ponerse manos a la obra con ganas, practicar en cada ocasión y con ello llegar a poder dominar nuestras emociones para que no se apoderen de nuestra vida. La forma de lograrlo pasa por conseguir crear un espacio, un espacio mental que trataremos de situar entre la emoción que estamos sintiendo y el pensamiento sucesivo que vamos a tener después.
El psicólogo, neurólogo y superviviente del Holocausto, Viktor Frankl, formuló una vez esta técnica, diciendo: «Entre el estímulo y la respuesta hay un espacio. En ese espacio está nuestro poder de elegir nuestra respuesta. En nuestra respuesta está nuestro crecimiento y nuestra libertad”.
Es decir, si somos capaces de encontrar ese ‘hueco’ entre la emoción negativa que estamos viviendo y la respuesta que vamos a dar a ella, para poder modificar esa respuesta de forma positiva, estaremos en el buen camino para dominar nuestros sentimientos negativos y por tanto mejorar nuestra vida.
Otro punto importante es tener clara la idea de que responder a los sentimientos negativos con más sentimientos negativos, es decir con venganza, puede parecernos en el momento en que surge la emoción la mejor respuesta, pero en realidad, responder en negativo no va a servirnos de nada.
Por ejemplo, si sientes que un compañero te la ha jugado en la oficina, sentirte frustrado y enfadado, alimentando ese pensamiento y esperando la ocasión ideal para devolverle la jugada no va a ayudarte en absoluto, aunque en un primer momento de rabia sientas que es lo que más a gusto va a dejarte.
Tienes que pararte a pensar si tu respuesta va a beneficiarte en algo, tanto en el momento presente como en el futuro. Y no estamos hablando sobre si vengarte es algo que esté bien o mal, moralmente hablando, estamos tratando de averiguar si tu actuación ante un hecho que te ha hecho sentirte mal y estresado va a servir a tus fines de dominar tus emociones negativas y conseguir dar una respuesta emocional adecuada, que te libre de la tensión y el estrés.
Si con esta reflexión no lo ves claro aún, párate a pensar si la respuesta que vas a ofrecer está en línea con tus principios como persona, como compañero de trabajo, etc., porque ten por seguro que cada una de tus acciones va a dejar huella, y si tu intención es ser un buen compañero de trabajo, que sabe trabajar en equipo, que está ahí para sus compañeros y esperas que ellos estén ahí para ti, en ningún caso responder con venganza parece ser una buena opción.
Está claro que todo esto parece sencillo de decir y no tanto de llevar a cabo, además no es algo que vayamos a lograr manejar de la noche a la mañana. Pero sí es cierto, que aunque en un momento de estrés excesivo o frustración parezca imposible manejar con sabiduría la situación, si te paras a escuchar tus emociones, identificarlas y procurar darles una respuesta adecuada una y otra vez, al final seguro lograrás ser emocionalmente ágil y resolver cada situación negativa de la mejor forma posible, algo que no solo te va a ayudar en tu puesto de trabajo, te ayudará en tu vida en general.