El pasado 2015 el Grupo Keer de la ciudad de Hangzhou (China) inauguró en Carolina del Sur la primera fábrica de hilo de algodón en suelo estadounidense, planta en la que tenían trabajando 180 empleados y donde esperan que se le unan en los próximos años cuatro más.
Lo cierto es que hace 5 años nadie imaginaría que China vería la estructura de costes en Carolina del Sur y pensaría que es más rentable para su negocio producir en Usa que en la propia China. La reducción entre lo que ganan los trabajadores en USA y China, unido a los precios más ventajosos en los terrenos, energía y materia prima, hacen que el país americano sea una opción más atractiva para el gigante chino.
No es un hecho aislado, varias compañías, aunque más modestamente ya han ido invirtiendo unos 300 millones de dólares en Carolina del Sur en varios proyectos que ya emplean a 1.000 personas. Estamos de acuerdo en que es una cifra casi testimonial si la comparamos con los más de 120.000 empleados que tienen en este estado otras compañías de otras nacionalidades, pero hay previsiones que este número aumente en el futuro.
Hace unos años, China pasó a convertirse en “la fábrica del mundo”, sus bajos costes de producción son un hecho que permitió a centenares de empresas deslocalizar su producción al país asiático. En los últimos años parece que esto empieza a cambiar y las mejores de los salarios chinos amen de sus condiciones laborales están haciendo que muchas compañías estén empezando a buscar sitios más ventajosos.
La economía china parece ir evolucionando hacia una situación de mayor madurez, donde habrá un menor crecimiento y aumentarán los costes laborales. Las críticas y acusaciones hacia China en plan populista de Donald Trump parecen no tener mucho fundamento, ya que los costos laborales ajustados a la productividad en China son solo un 4% más baratos que en USA, un hecho que propicia una subida de los salarios en el país asiático bastante más rápido que el aumento de la productividad, además de la fortaleza del yuan en los últimos años.
La producción manufacturera por empleado en USA ha crecido en un 40% entre 2003 y 2016, una cifra superior al 25% de Alemania y al 30% de gran Bretaña. En India y China la productividad se ha duplicado, pero en Estados Unidos se sigue siendo entre un 80% y un 90% más productivos, lo que deja bien a las claras que los problemas norteamericanos no vienen exactamente por culpa china.
La carga de trabajo hacia lugares con costes más reducidos como son Vietnam, Camboya, Birmania o Laos hablan de una paulatina transformación de una región que parece que avanza cambios que apuntan de manera clara a un paso hacia esos países asiático por parte de las multinacionales, tanto chinas, como internacionales.
Es factible que esta región puede que le quite a China, su título oficioso de fábrica del mundo, algo que puede pasar en los próximos 10 o 15 años, algo que ocurrirá según las empresas vayan moviéndose a fin de aprovechar la mano de obra barata y masiva en área como la del Gran Mekong.
China parece que busca otro camino, el de ir ganando progresivamente más peso en cuanto a innovación y desarrollo, convirtiéndose en una especie de “gran mercado del mundo”. Un 71% de empresas extranjeras tienen una poderosa razón para operar en China, poder vender productos a un mercado tan inmenso como es el chino.