Para la Universidad, el crecimiento pasa por la internacionalización
Según los académicos, empresas y sectores que quieran convertirse en motores de crecimiento de la provincia de Valencia deberán tener un marcado perfil tecnológico y/o exportador, estar abiertas a los retos de la globalización y lograr un tamaño sufiente para competir con éxito en el mercado internacional, sin obviar los servicios de alto valor añadido y desarrollo intensivo del turismo.
Con dos puntos más de paro que la media nacional y una pérdida de nivel relativo en renta per cápita desde mediados de los noventa de doce puntos, la Comunidad Valenciana en general, y la provincia de Valencia en concreto, sufren de manera particular el impacto de la crisis económica. Según los académicos, hasta su estallido –establecido de forma generalizada en 2008–, la provincia de Valencia focalizó su desarrollo en actividades productivas intensivas en mano de obra, animada por unos Costes Laborales Unitarios (CLU) relativamente bajos, con la construcción como bandera.
“Cuando los CLU de los países emergentes anulan las ventajas valencianas, el modelo se viene abajo”, reconoce Vicent Soler, decano de la Facultat d’ Economia de la Universitat de València. En su opinión, la previsión de este descalabro venía de lejos “pero la fiebre del ladrillo obnubiló muchas mentes y se perdió un tiempo precioso para cambiar el modelo”.
Para Virginia Vega, decana de la Facultad de Administración y Dirección de Empresas de la Universidad Politécnica de Valencia el contexto facilitó el auge, “con mano de obra abundante y barata –pero poco cualificada, ya que muchos jóvenes abandonaron sus estudios–, y fácil acceso al crédito personal y empresarial, se fomentó el consumo y una política de gasto desmesurada. Se perdió la cultura del esfuerzo que, en mi opinión, nos ha llevado a la situación actual”, considera la experta.
Cinco años después, nos encontramos “en una profunda recesión de difícil salida”, incide Vega. “El alto nivel de desempleo, con el coste público que ello conlleva, ahoga cualquier posibilidad de inversión pública. Vivimos un proceso continuo de ajustes y recortes, que ahogan el crecimiento para centrar cualquier movimiento en el control del déficit”, sostiene.
A esta realidad se une la “imposibilidad” de acceder a la financiación para llevar a cabo nuevos proyectos empresariales. “Las administraciones consiguen de la banca el poco crédito disponible, generando un ‘efecto expulsión’ de la inversión privada”, añade Evaristo Ferrer, consultor y profesor del departamento de Economía y Empresa de la Universidad CEU Cardenal Herrera.
Ferrer se muestra crítico con la administración a la hora de facilitar la salida a la crisis: “primero debe pagar y después, adelgazar”. “Mientras tenga más del 20% del presupuesto sin cubrir –para pagar nóminas y facturas–, dificilmente podrá realizar políticas económicas activas”. El profesor lamenta que la fotografía de nuestro paisaje económico –empresas, polígonos y clústeres– sea más del siglo XX, que de la economía global del siglo XXI.
REINDUSTRIALIZAR LA ECONOMÍA
“Necesitamos reindustrializar nuestra economía, para poder crear un potente sector de servicios avanzados que de cobertura a as empresas. Nuestra industria ha sido la gran olvidada de la época del euro, ante el atractivo de la promoción inmobiliaria, ofreciendo productos que resultaban poco competitivos en los mercados internacionales”, considera.
Desde la Universidad Católica de Valencia, Juan Sapena, decano de la Facultad de Ciencias Económicas y Empresariales apunta dos hándicaps añadidos hasta 2008: la excesiva orientación de nuestra economía a la demanda doméstica y la fuerte dependencia con la administración pública, bien fuera como cliente, bien como fuente de subvención.
“La facilidad de acceso al crédito devino en una hipertrofia generalizada de actividades, con la construcción a la cabeza, pero que también afectó a otros sectores, como la banca o los servicios –restauración, venta de automóviles, etc.–”, recuerda.
Juan Sapena
Explica Sapena que en la actualidad, la economía valenciana está digiriendo el fin de esa etapa, “con serios deterioros de las valoraciones de inversiones inmobiliarias fuertemente apalancadas, y en general, con el adelgazamiento de los sectores que experimentaron una mayor hipertrofia y de las empresas que no optaron por la diversificación. No está siendo una transición fácil, pues empresas y administración se encuentran con una notabilísima caída de sus ingresos, lo que está generando una fuerte destrucción de empleo”.
ECONOMÍA ABIERTA AL EXTERIOR
A su juicio el nuevo modelo económico debe estar basado en la productividad. “Solo la productividad permitirá conjugar competitividad (vía precios o diferenciación de productos) con el retorno de las inversiones (rentabilidad) e incrementos salariales”. No obstante, advierte el experto de la UCV, incorporarse a este círculo virtuoso –productividad vs competitividad–, requerirá, a su vez, una administración más ágil y eficiente.
Para Vicent Soler, decano de la Facultat d’Economia de la Universitat de València, el modelo debe centrarse en producir bienes y servicios diferenciados, de mayor cualificación y que incorporen innovación tecnológica y organizacional, favoreciendo empresas internacionalizadas y de mayor tamaño.
“Es cierto que la crisis ha creado las peores condiciones para el cambio, por la falta de acceso al crédito y por los costes sociales suplementarios que este puede acarrear (cuando los existentes ya son inaceptables), pero es necesario avanzar en esta estrategia”.
Cree que la cuestión no está en qué produciremos sino en cómo lo produciremos. ”Cualquier actividad, tradicional o nueva, de bienes (incluida la agricultura) o servicios, puede convertirse en motor si se traza la estrategia adecuada. Cabe confiar en el carácter emprendedor de nuestro empresariado, extirpando el tumor extendido durante la burbuja inmobiliaria, cuando se valoraba más al especulador que al emprendedor”.
Para la decana de la Facultad de Administración y Dirección de Empresas (ADE) de la UPV, Virginia Vega, un nuevo modelo económico precisa también de la implicación y actuación conjunta de todas las administraciones. Así, demanda mayor transparencia, reforzar el control de la economía sumergida y la fuga de capitales, mayor inversión en I+D+i, y mejorar las infraestructuras de acceso y mercancías, “con el fin de convertirnos en una gran plataforma logística, puerta de acceso y salida hacia todo el Mediterráneo, países del este y oriente”.
A su juicio, definir una economía abierta al exterior, reforzando el marcado carácter exportador de nuestras empresas, requerirá por parte de las pymes, apostar por inversiones tecnológicas y formativas para alcanzar niveles óptimos de competitividad que faciliten su posicionamiento en los mercados internacionales.
INTEGRACIÓN, INTERNACIONALIZACIÓN E INNOVACIÓN
Evaristo Ferrer, profesor de la Universidad CEU Cardenal Herrera, remarca las tres ‘ies’ necesarias: integración, internacionalización e innovación. “Nuestras micro-pymes deben apostar por la integración para ganar el tamaño necesario que exige la globalización, convirtiéndose en macro-pymes con suficiente volumen para competir en los mercados internacionales con las mejores garantías”.
Sostiene que en todos los sectores hay oportunidades, siempre que se responda a las nuevas necesidades de los clientes. “Para ello muchas empresas tendrán que combinar su actividad original con otras, –p.e. transportistas con almacenamiento y customización de productos o el sector vitivinícola mirando al enoturismo de calidad, etc.–”.
En definitiva, se requerirán empresas y sectores con un marcado perfil tecnológico y/o exportador, así como servicios que favorezcan el desarrollo intensivo y de calidad del turismo para fomentar el crecimiento de la zona.
Para Juan Sapena, decano de la Facultad de CC. Económicas y Empresariales de la Universidad Católica de Valencia se trata de crear un contexto que favorezca la atracción de proyectos de inversión en Valencia. “Deben convertirse en locomotora sectores, intensivos en talento (terciario avanzado), cuya competitividad les permita buscar (y conseguir) la preferencia de los mercados exteriores”. Nunca de otro modo: “una administración ineficiente y sobreendeudada no puede ser locomotora de una economía valenciana intensiva en talento”, defiende el decano.










