– El carácter emprendedor del empresariado.
– La diversificación de nuestras empresas y su gran capacidad de adaptación, para poder reconducir, con ayuda financiera, su producción a sectores más competitivos.
– Concentración geográfica, lo que permite a las compañías aprovechar las sinergias que se generan, reducir costes y compensar su tamaño.
– La situación geográfica y el clima, apropiados no únicamente para el desarrollo de actividades turísticas y de ocio, sino también para atraer inversiones relacionadas con la logística y los servicios avanzados.
– Puerta de salida de productos agrícolas e industriales con alto grado de competitividad a través de nuestro puerto.
– Dotación de infraestructuras.
– Calidad de la oferta formativa disponible, no obstante, debe intensificarse el diálogo entre la universidad y la empresa para mejorar el nivel del capital humano y tecnológico.
– Capacidad de gestión de nuestros profesiones. Desarrollo del talento, aunque cabe potenciar actitudes relacionadas con la constancia, la perseverancia y la creatividad.
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