Ingenieros geomáticos reivindican su papel ante la crisis climática
Redacción E3
Juan Escobar, CEO de Q'omer, el primero por la izquierda

Desde la Amazonía peruana hasta África y Asia, Q’omer se ha convertido en un puente que une comunidades productoras con industrias globales. Con sensibilidad social, comercio justo y transferencia de tecnología, la empresa valenciana liderada por Juan Escobar trabaja para que cada ingrediente natural aporte valor, innovación y bienestar a las personas que lo producen y a quienes lo consumen.
– ¿Cómo nació Comer y qué propósito social y empresarial perseguís desde vuestros inicios?
Comenzamos gracias a una experiencia de vida personal en la Amazonía peruana. Allí estábamos destinados, ya que mi mujer, Alicia Carpio que también es socia fundadora de la compañía, estaba en la zona por su labor como cooperante y yo me desenvolvía como freelance y consultor de empresas privadas de ingredientes naturales.
Con toda esa experiencia, y después de analizar el potencial de la naturaleza y de las comunidades en origen, empezamos a ser un puente de unión entre comunidades y productores de ingredientes naturales para llevarlos a industrias y fabricantes de productos de consumo que necesitaran ingredientes con alto valor añadido, calidad y con altas dosis de sensibilidad humana y social con respecto a estas comunidades. Ese fue el germen desde el que nace Q’omer.

KPI-Qomer
– Entonces, empezasteis con la Amazonía peruana, ¿En dónde estáis presentes actualmente y que productos proporcionáis a las empresas?
Nuestros productos acaban convirtiéndose en alimentos y cosméticos. También estamos en el sector de los insumos agrícolas. Facilitamos aceites que sirven de base para la dilución de activos para los insumos agrícolas. Igualmente, también desarrollamos proyectos para elaborar activos para la industria de los insumos bioestimulantes, biofertilizantes que nos faciliten ejercer esa actividad.
Los países de origen con los que habitualmente trabajamos son Bolivia, Perú, Ecuador, Colombia y Panamá en Latinoamérica; Mozambique, Etiopía, Túnez y Lesoto en África; India en Asia y también somos activos en cadenas de abastecimiento europeas.
Nuestros productos estrella en la industria alimentaria son semillas ancestrales como pueden ser la quinoa y el amaranto, un hermano menor de la quinoa, además de té, chía y sésamo, entre otras.
En el ámbito de la cosmética lo que más movemos son aceites vegetales centrados en dos referencias: la primera de ellas es aceite prensado, filtrado y envasado para preservar sus propiedades saludables; y una segunda referencia son los aceite refinados, ampliamente utilizados en cosmética para eliminar olor y color y son más ideales para la formulación de productos terminados en cosmética.
En este último ámbito, nuestros principales productos son el aceite de rosa de mosqueta, donde somos uno de los mayores importadores y distribuidores. Tenemos también aceite de jojoba, onagra o chía, entre otros.
Nuestro portafolio esta integrado por 129 productos, de los cuales tienen comercialización y tienen proceso real de compraventa cerca de 23. De los que hemos hablado son los que tienen un mayor volumen de movimientos.
Quería confirmarte también que nos unimos activamente al desarrollo de cadenas de abastecimiento sostenibles e inclusivas. Es decir, atendemos al cliente o a la industria que necesita o que está buscando elementos de innovación, elementos únicos para sus nuevos lanzamientos o sus nuevas formulaciones.
Nosotros les acompañamos para llegar a esos productores, a esas plantas de transformación, a esos laboratorios intermedios que nos facilitan la elaboración de una materia prima en un producto intermedio que, para nuestros clientes son los ingredientes naturales y sostenibles que facilita Q’omer.

– Estáis comprometidos con el comercio justo y las comunidades productoras. ¿Cómo garantizáis que ese impacto llegue realmente a las personas en origen? ¿Cómo revierte el beneficio que se obtiene por la venta de esas materias primas en las comunidades con las que trabajáis?
Nosotros también nos lo preguntamos.
Con lo cual, el elemento más interesante que hemos utilizado para mejorar la calidad de vida de las personas, es la transferencia de tecnología. ¿Cómo lo hacemos? A través de procesos de formación y de transformación conjunta con las comunidades.
Es decir, nos unimos activamente a las comunidades para mejorar los procesos de cosecha, poscosecha y la forma en la cual son transformadas esas materias primas en productos intermedios donde hay un ingrediente natural y sostenible.
No se trata de pagar más por la cosecha de estas comunidades. Esto no funciona así. Eso sería muy sencillo porque se limitaría a una mera transacción financiera y monetaria. No habría más compromiso del pago por una cosecha y esta acción tendría una connotación negativa en la cadena de abastecimiento.
Es decir, cuando contactas con organizaciones exportadoras y pagan más por lo que ya tiene un precio habitual, lo que consiguen es encarecer el producto y generar una distorsión dentro de la cadena de abastecimiento. ¿Nosotros qué hacemos? Pagamos lo mismo que los demás.
Lo que sí hacemos es vincularnos activamente para que el producto de dicha comunidad, en la siguiente campaña, en lugar de mover 100 unidades, se muevan 1.000 unidades, ayudaremos también a incrementar su calidad y a mejorar los criterios de seguridad alimentaria, entre otras particularidades.

En este punto es donde realmente funciona nuestra actividad. Cuando fortalecemos la cadena de abastecimiento a través de la transferencia de tecnología y la cesión del conocimiento.
Para nosotros es sencillo porque hemos nacido en el Parc Científic de la Universitat de València (PCUV), un ecosistema de investigación, desarrollo e innovación en el que compartimos, nos relacionamos y tenemos acceso a conocimiento, tecnología, procedimientos, plantas pilotos, etc. que muchas empresas no tienen.
Nosotros movemos cientos de toneladas de productos al año. Al final, lo que hacemos muy bien es ser un nodo de conexión, un puente de unión y una caja de contactos gracias a la cual sabemos muy bien a quién dirigirnos a la hora de garantizar, por poner un ejemplo, la calidad de los materiales, innovar o desarrollar nuevos procesos o productos.
Sabemos muy bien con qué centros tecnológicos o departamentos de las universidades valencianas debemos trabajar, tanto con la Universitat de València como con la Universitat Politècnica de València (UPV).
– En estos 10 años de existencia, ¿cómo habéis conseguido mejorar la calidad de vida de estas comunidades?
Por ejemplo, hemos impactado activamente en la cadena de la quinoa en India, donde hemos pasado de trabajar con una sola familia a trabajar con 15. Este sería el impacto directo y si ampliamos el foco a impactos indirectos como comunidades, cooperativas, plantas de transformación… el impacto es mucho mayor.
Desde hace dos años, nos hemos incorporado a proyectos de cooperación internacional para el desarrollo, junto a ONG y financiados tanto por el gobierno regional como por la Agencia Española de Cooperación Internacional. Nuestro papel, como ya hemos comentado, es el de acompañar los modelos de optimización, mejora e innovación de materias primas en productos de mayor valor añadido. En este ámbito tenemos un proyecto en Colombia, Mozambique, Etiopía y próximamente en Pueblos Saharauis donde estamos trabajando mucho con la moringa.
Este trabajo en diferentes zonas nos lleva a ordenar todos los procesos, la tecnología, incluso la forma en que se transmiten los conocimientos a cada uno de los lugares.
Hemos desarrollado plantas de extracción de aceite, en este caso con la Universidad Politécnica de Madrid y su Fundación, hemos sido canalizadores de procesos de innovación para, en lugar de tener solo una semilla, contar con un aceite muy saludable y muy interesante para la alimentación local.
Estamos trabajando también para que ese mismo aceite nos pueda servir para la elaboración de productos de cuidado personal, algo que antes no se hacía.
– Tanto la industria como el consumidor final, ¿cómo saben que este producto tiene estas cualidades y proviene de este ecosistema?
Nosotros presentamos a la industria ingredientes novedosos y de muy altas connotaciones sociales y medioambientales. Y esta a su vez, con la intención de atender las tendencias de consumo, les gusta, pero no van a pagar más, porque, como hemos comentado, no es una cuestión de precio. De hecho, si van a otra cadena de abastecimiento podrían acceder a ingredientes muy similares a los nuestros.
De todas formas, tampoco es nuestro cometido posicionar de una manera extractiva este tipo de ingredientes. ¿Por qué? Porque al final se convierte también en un desafío y en una dificultad dentro de la cadena de abastecimiento.
De hecho, ya hemos tenido ejemplos de ello. Por ejemplo, en este momento, en el altiplano de Bolivia, no hay tanta disponibilidad de quinoa porque había una sobreexplotación del recurso.
La sobreexplotación lo que hace es, un año tienes una excelente producción tanto en propiedades como en volumen, al año siguiente comienza a decrecer, hasta que en cinco años se ha degradado el suelo, no hay producción y no es sostenible de cara al mantenimiento de las comunidades en esas regiones. Por ello, somos muy cuidadosos con este aspecto.
Otra cuestión con la que nos hemos encontrado en Perú, es que las comunidades andinas comenzaban a tener problemas de desnutrición, porque vendían toda la quinoa que producían porque les daban una buena cantidad de dinero por ello, pero no la consumían.
Se trata de una cuestión de gobernanza alimentaria, de cómo alimentamos nuestros pueblos. Para mí es fundamental que las personas que nos están alimentando coman bien.
Con lo cual, si yo soy cuidadoso con la comunidad que nos está brindando ese alimento, vamos a tener productos más sabrosos, más ricos, más nutricionales y que van a perdurar en el tiempo.
Mientras que si yo solo estoy pensando en mi cuenta de resultados y en mi cuenta de banco, obtendré buenos resultados financieros durante unos años basados en la especulación, pero luego no voy a tener nada y el impacto neto es negativo de cara a las comunidades.
Con lo cual por un beneficio único, personal e individual de atesorar dinero, estoy sometiendo a las poblaciones productoras a una calidad de vida que, desde mi punto de vista y desde mi compromiso social no estoy dispuesto a permitir.
– De esta forma, estás consiguiendo asentar esas poblaciones en esas zonas y que tengan un negocio para el futuro.
Eso es, se trata de un proceso de pensamiento holístico y sistémico que nos permite pensar en subproductos de elaboración de algunos de los materiales, que se pueden reincorporar de nuevo al sistema. De esta forma, generamos un mayor valor añadido para que las comunidades puedan obtener un mayor beneficio económico.
– Has comentado que os habéis incorporado a proyectos de cooperación internacional. ¿Cómo se han establecido estas relaciones y que objetivos estáis consiguiendo?
Comenzamos con la cooperación internacional con la Universidad Politécnica de Madrid y a través de ellos llegamos al ICEX… Al final son relaciones. Por ello, es necesario tener un capital relacional muy importante para poder hacer nuestro trabajo.
Desde el ICEX en Colombia contactamos con la universidad porque sabían que nosotros entendíamos de valorización y de cadenas productivas inclusivas. Comenzamos a trabajar en una zona de Colombia, la moringa.
Llegamos a Mozambique por mediación de la ONG Enraíza Derechos, que se pone en contacto con nosotros para trabajar en procesos de valorización de la cadena de la moringa. Después de un año con Mozambique, nos llaman de Etiopía, en este caso con Ayuda en Acción… y así sucesivamente.
Hemos comenzado a trabajar la moringa con Etiopía donde hemos tenido que ajustar tecnología, procedimientos, formas de transmisión de esos conocimientos para que las personas, por un lado, accedan a productos muy nutricionales de cara a la salud de las personas, pero que también les pueda permitir el desarrollo de una economía sana.
Precisamente ahora, en octubre, pasamos al proceso de selección y contratación de talento humano en Etiopía para que posicionen los productos que desarrollamos en esta cadena dentro del mismo país. ¿Por qué? Porque los procesos de exportación desde Etiopía son muy complejos. Con lo cual, es necesario fortalecer el consumo y el empleo estos productos en el mercado interior.
Con lo cual, el concepto del trabajo de Q’omer ha tenido toda esa evolución gracias a lo que atesoramos de la experiencia previa, pero también lo que hemos ido construyendo en los últimos años en trabajos de cooperación. En este punto es realmente donde vemos que nosotros sí podemos incidir en la mejora de la calidad de vida de las personas, muucho más que pagarles 1 o 2% por encima de mercado porque se trata de algo que trasciende.

Gemma JimenoLicenciada en CC de la Información por la Universidad del País Vasco, Gemma Jimeno se incorporó a ECO3 Multimedia, S.A., en 1998 como Redactora y ha participado activamente en el desarrollo de diferentes líneas de negocio. Desde hace años desempeña las funciones de Editora de los contenidos informativos, de los diferentes productos editoriales de E3 Media.
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