M. Brier, Profuturo: "La brecha digital es también de género, idioma y capacidades"

Magdalena Brier, directora general de ProFuturo, nos abre la puerta a un mundo donde la tecnología es una poderosa herramienta para reducir la brecha educativa. Con la calidez de quien pisa el terreno, nos habla de la importancia de la empatía y la formación docente. Un viaje a través de la educación digital que llega hasta los rincones más vulnerables, sembrando esperanza en cada aula y en cada mirada.

– ¿Cuál es el objetivo de ProFuturo y cómo ha evolucionado su modelo desde su creación hasta hoy?

El objetivo principal de ProFuturo, el programa de innovación educativa de Fundación Telefónica y la Fundación “la Caixa”, es reducir la brecha educativa proporcionando educación de calidad a niños en entornos vulnerables, mediante la innovación tecnológica y la formación docente. Desde su fundación en 2016, el programa ha evolucionado desde el simple acceso a tecnología educativa hacia un modelo integral basado en la evidencia, la personalización del aprendizaje y la capacitación continua del profesorado.

En nueve años de trabajo, hemos llegado a más de 3.600 escuelas en 30 países, hemos formado a más de 262.000 docentes y se han beneficiado casi un millón de niños. El balance es muy positivo: no solo hemos crecido en cobertura, sino que hemos fortalecido la plataforma tecnológica (abierta, online y offline), hemos incorporado analítica de datos y, recientemente, inteligencia artificial (IA) en los recursos y gestión. Las evaluaciones externas muestran mejoras académicas en matemáticas y lectoescritura, así como un aumento en la motivación y competencias digitales de los docentes.

– En un mundo digitalizado, ¿cuál considera que es el mayor reto para reducir la brecha educativa en contextos vulnerables?

El mayor reto es garantizar la inclusión digital real: no basta con entregar dispositivos o contenidos, sino que es imprescindible formar y acompañar a los docentes, adaptar los materiales al contexto local, superar barreras de infraestructura (conectividad, electricidad) y asegurar la sostenibilidad y escalabilidad de las soluciones tecnológicas. Además, la brecha digital es también una brecha de género, de idioma y de capacidades, por lo que la personalización y la equidad son esenciales.

Enfoque integral y flexible

– ProFuturo trabaja en más de 30 países. ¿Qué diferencia la acción de la fundación frente a otros programas internacionales de educación digital?

Lo que realmente nos diferencia frente a otros programas internacionales de educación digital es nuestro enfoque integral y flexible, siempre adaptado al contexto local, adaptándonos a las necesidades específicas y la realidad de cada territorio, independientemente de si se trata de África, Latinoamérica, Asia o cualquier otra región. Por ejemplo, en África priorizamos soluciones offline y formación digital básica, mientras que en Latinoamérica se trabaja en competencias más avanzadas e integración de IA. Sin embargo, esta adaptación la realizamos dialogando con aliados y autoridades locales, asegurando que la intervención tenga sentido y sea sostenible en cada entorno.

Es fundamental señalar que, en contextos humanitarios, como los campos de refugiados, nuestra labor va mucho más allá de la educación digital. En estos escenarios, adoptamos un enfoque holístico que incluye el apoyo socioemocional, la atención psicosocial, la integración comunitaria y la colaboración con organizaciones especializadas. Así, no solo facilitamos el acceso a la tecnología y al aprendizaje, sino que contribuimos a restaurar la esperanza y la dignidad de niños que han sufrido desplazamiento forzado, comprendiendo que la educación es una herramienta de reconstrucción personal y social.

– ¿Qué papel juegan las alianzas con instituciones como Acnur, Unesco o la OEA en la estrategia de expansión e impacto de ProFuturo?

Trabajamos con una sólida y diversa red de socios tanto en los ámbitos global y local: instituciones públicas internacionales y nacionales, organismos multilaterales, organizaciones del sector social, académico y tecnológico, y start-ups especializadas en educación. Ahí se sitúan socios como Unesco, OEA y OEI con los que participamos en redes educativas, publicaciones y congresos para mejorar el conocimiento sobre la innovación educativa con tecnología; Acnur, con los que intervenimos en contexto humanitario con la población más vulnerable, o American Tower Corporation, empresa multinacional con la que estamos reforzando nuestra intervención en siete países de América Latina y África.

Este modelo de trabajo colaborativo busca generar el mayor impacto posible uniendo fuerzas en la construcción de un movimiento global que trabaje para mejorar la calidad educativa en los entornos más vulnerables a través de lo digital.

Más allá de la teoría

– Uno de los ejes del programa es la formación docente. ¿Cómo se capacita a los profesores y qué resultados habéis observado?

Para capacitar a los profesores, ofrecemos plataformas online y offline con itinerarios formativos adaptados a distintas realidades, enfocados a desarrollar competencias digitales, metodologías activas y el uso pedagógico de la tecnología. Además, se han implementado cursos innovadores, como los más recientes sobre IA y herramientas como ChatGPT, que preparan a los docentes para los retos de la educación actual.

La formación no se limita a la teoría, sino que la complementamos con acompañamiento presencial y virtual, mentorías y comunidades de aprendizaje, donde los maestros comparten experiencias y resuelven dudas.

Los resultados de este enfoque integral son muy significativos: el 84% de los docentes reportan mejoras en sus competencias metodológicas; el 80 % percibe un avance en sus habilidades digitales y el 82% asegura sentirse más motivado en su labor diaria. Además, se ha observado un cambio positivo en la planificación escolar, una mayor integración de la tecnología en las aulas y, como consecuencia, un impacto favorable en el aprendizaje de los alumnos.

– Si en un país como España tenemos problemas de conectividad en zonas rurales. ¿Cómo conseguís llevar la tecnología a las aulas de dichos países?

Utilizamos tecnología adaptada al contexto: dispositivos y plataformas educativas precargadas que funcionan sin conexión a internet, permitiendo acceder a contenidos interactivos en áreas sin conectividad. Se usan servidores locales, energías alternativas y alianzas con actores comunitarios para superar barreras logísticas.

Educación socioemocional

– ¿La formación digital conlleva otras formaciones añadidas? ¿Cómo se está incorporando la IA?

Incluimos contenidos de educación socioemocional y atención psicosocial, especialmente relevantes en contextos humanitarios donde los desafíos van más allá de lo educativo. Además, proponemos itinerarios formativos en competencias fundamentales para el siglo XXI, como el pensamiento crítico, la creatividad y la colaboración, preparando a profesores y alumnos para enfrentar los retos de un mundo en constante cambio.

– ¿Qué planes de futuro tenéis para ampliar vuestro alcance o adaptar la metodología a nuevas realidades educativas globales?

Mirando al futuro, queremos profundizar el impacto en los países donde ya estamos presentes, para consolidar y ampliar las acciones en contextos concretos y de alta vulnerabilidad, incluyendo zonas de conflicto y campos de refugiados. También apostamos por innovar metodológicamente, fortaleciendo la personalización del aprendizaje a través de la IA, adaptando los contenidos a distintos idiomas y realidades locales, y promoviendo el desarrollo de competencias esenciales para el siglo XXI.

Otro de los objetivos es incrementar las alianzas con organizaciones internacionales y actores locales con el fin de escalar el impacto y compartir aprendizajes en diferentes regiones del mundo. Además, queremos consolidarnos como un referente mundial en transformación educativa y equidad digital, adaptándonos a los nuevos desafíos globales, como la migración, los efectos del cambio climático y las crisis humanitarias.

Pisando el terreno en Ruanda

Magdalena Brier nos cuenta que estar en lugares como Ruanda, «es una experiencia transformadora». «No es lo mismo leer informes que mirar a los ojos a los niños, escuchar a los docentes y compartir con las familias», relata. «En el terreno sientes el impacto de nuestro trabajo: ves cómo la tecnología y la formación llegan a las manos de quienes más lo necesitan y percibes la esperanza y el entusiasmo renovado en las comunidades. Personalmente, cada visita me recuerda por qué hacemos lo que hacemos y me reafirma en nuestro compromiso con la equidad educativa. Es una mezcla de emoción por los logros; responsabilidad por los retos que quedan; y humildad por todo lo que aún debemos aprender de quienes están allí cada día», corrobora.

Magdalena explica que en Ruanda sufren carencias como falta de recursos básicos, limitaciones en infraestructuras, conectividad intermitente y, sobre todo, una enorme necesidad de formación y apoyo para los docentes. «Me impactó ver cómo muchos maestros, a pesar de las dificultades, muestran una resiliencia y una pasión por enseñar que son admirables», confiesa.

Su mayor satisfacción ha sido comprobar cómo, con el acompañamiento adecuado, los cambios empiezan a notarse: las aulas se llenan de alumnos, la motivación crece y los docentes adquieren nuevas herramientas y confianza. Escuchar testimonios de maestros y estudiantes que sienten que su vida está cambiando gracias a la educación digital es, sin duda, «la mayor recompensa».