Viernes, 01 de Noviembre de 2024
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¿Por qué no interesa al conjunto de España un impuesto a la banca?

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Durante la rueda de prensa de presentación de Resultados del 3 Trimestre de CaixaBank, Gonzalo Gortázar, consejero delegado de la entidad se ha referido así al Impuesto a la banca, una vez que hemos conocido la propuesta que hay en este momento en el Parlamento con una enmienda de prorrogar este impuesto por tres años más.

En este sentido, ha hecho alusión a tres aspectos:

¿Por qué no interesa al conjunto de España un impuesto a la banca?

Uno que tiene que ver con la finalidad y la oportunidad del impuesto, de la justificación del mismo.

Otro que tiene que ver con consideraciones técnicas sobre lo que ha podido ver prácticamente entre ayer por la noche y esta mañana y que, por tanto, también tiene un cierto aire de provisionalidad porque no hemos tenido un tiempo de analizarlo a fondo.

Y otro sobre los efectos del impuesto.

Finalidad

Primero, sobre la finalidad. Gortázar ha dicho que recordemos que en este momento no hay un impuesto a la banca, sino que hay una prestación patrimonial de naturaleza no tributaria y de carácter temporal. Esto es lo que aprobó la ley a final de 2022. «He tenido la oportunidad de releer la exposición de motivos de por qué se creó ese gravamen durante dos años y se creó en un contexto en que, acertadamente o no, se pensaba que tras la guerra de Ucrania y el proceso de inflación tan elevado se necesitaba un pacto de rentas y que una manera de contribuir a ese pacto de rentas, en un contexto de mucha inflación y de pérdida de poder adquisitivo de los salarios, iba a ser que dos sectores, el energético y el bancario, que parecía que se iban a beneficiar del nuevo entorno pudieran arrimar el hombro y ayudar».

Y se circunscribía a dos años y han pasado los dos años. La inflación está controlada: el 1,8, por debajo del 2 %. El crecimiento económico no se ha resentido. Estamos en esos crecimientos del 3 %. Lo que era aquel gravamen deja de tener sentido y, por tanto, expira.

Creee que de lo que estamos hablando ahora es de crear un nuevo impuesto a la banca. Yo creo que –no nos engañemos– que de lo que estamos hablando ahora es de un momento en que los beneficios de la banca van a caer, porque los tipos van para abajo, y que las rentas salariales están creciendo por encima de la inflación. Pero, evidentemente, España necesita seguir reduciendo el déficit público y se piensa que uno de los bolsillos que podemos cargar es la banca.

«La justificación ya no es ninguna otra cosa más que la banca de por sí debe pagar más que otros sectores. Y una de las cuestiones de las que se habla es de la rentabilidad de la banca. Esta premisa no es cierta: la banca tiene –decía los datos de los últimos doce meses de las entidades en España– una rentabilidad del 13%. El IBEX 35, con los últimos datos de Bloomberg, tiene una rentabilidad del 18%. Por tanto, la banca no es más rentable que otros sectores. Estamos decidiendo o proponiendo gravar a la banca por algún otro motivo –en los que no voy a entrar–, pero, desde luego, no es por una excesiva rentabilidad ni por una situación extraordinaria de subida de tipos y de inflación. Esto ya no es».

Calidad, confianza y compromiso social

A su juici,  hay que tener un debate sereno sobre este asunto. En los últimos días y semanas han salido distintos pronunciamientos. Teníamos uno del Banco Central Europeo, también el Banco de España, la CEOE, Foment, la Cámara de Comercio… Toda una serie de grupo de instituciones que dan su opinión, que son, en general y con distintos matices, contrarios al impuesto.

«El segundo punto que quería hablar es la parte técnica que conocimos ayer de la propuesta o de la enmienda que se está proponiendo, que, lógicamente, deberá debatirse y veremos si finalmente se aprueba o no se aprueba. A mí me gustaría que no se aprobara y, desde luego, no en esos términos», ha dicho.

Está consolidando en gran medida la doble imposición, porque claramente se dice que el impuesto no será deducible del impuesto de sociedades. «Es algo muy difícil para mí de entender. Francamente, nadie me la ha explicado y no lo entiendo. Pero lo que me parece más grave es que consagra y exagera y acelera la discriminación entre entidades. Nosotros hemos sido bastante vocales diciendo que el gravamen anterior solo se imponía a determinadas entidades financieras que tenían un volumen de margen de intereses por encima de –si no recuerdo mal– 800 millones de euros y, por tanto, dejaba fuera entidades no financieras que prestan en España, entidades extranjeras que prestan en España y entidades más pequeñas, que son nuestra competencia en muchos territorios, lo que nos dejaba en una posición de desventaja».

Tasa CaixaBank

«Lo que estamos viendo ahora es que se hace el impuesto progresivo. Yo soy personalmente enormemente partidario de la progresividad en la tributación de las personas. Creo firmemente que el que más tiene más tiene que pagar. Pero de las personas físicas. Cuando hablamos de personas jurídicas, la progresividad es un concepto que se me escapa, porque lo que hace es que las empresas más grandes tienen que pagar más por ser más grandes. Pero una empresa más grande puede ser propiedad de un millón de personas. Y una empresa que sea la mitad puede ser propiedad de uno. No entiendo por qué por ser grande vas a pagar más. Y, de hecho, por eso en general toda la tributación del mundo de sociedades no es progresiva, sino que es proporcional. Y en este momento se está gravando, según el tamaño, desde el 1% hasta el 6%. Nosotros somos la entidad financiera más grande en España y, naturalmente, la tasa media más alta que se va a pagar en España va a ser CaixaBank. Es un impuesto que podríamos llamarle la «tasa CaixaBank»», ha asegurado.

«No tiene sentido, porque somos más grandes, somos más competitivos y hacemos más cosas. Nuestra contribución a través de Criteria a la Obra Social “la Caixa” no se está teniendo en cuenta. Creo que la discriminación es notabilísima para las entidades grandes y sobre todo para nosotros. Y, al final, aunque estén sujetas las entidades extranjeras, si están sujetas al 1% y nosotros estamos al 6%, no hemos solucionado nada. Antes la diferencia estaba entre el 0% y el 4,8%. Porque las entidades extranjeras, evidentemente, no tienen una presencia en España que les va a llegar al 6%. De CaixaBank, la Fundación tiene un 31% y, a través de la Obra Social, revierte a la sociedad nuestros beneficios. El resto, hasta el 50% del accionariado, lo tiene el FROB, que es el Estado directamente. Tengo la sensación de que esto no está bien pensado, porque nos estamos tirando piedras a nuestro propio tejado. Esa es la realidad»

Asegura además:»no se están incluyendo pues deducciones cuando se podrían. Cuando nos piden que estemos en 3.200 municipios, que pongamos más ofibuses, que es todo lo que estamos haciendo… Creo que este tipo de cosas, si finalmente hay un impuesto, deberían tenerse en cuenta».

Efectos

Si esto eran consideraciones técnicas, ha hablado también de un tercer punto, que son los efectos del impuesto.

«¿Quién soporta el impuesto? Se dice que “la banca”. La “banca” suena como algo abstracto y no necesariamente positivo. El impuesto a la banca lo pagan nuestros accionistas; no lo pagamos ninguno de los que estamos aquí como empleados o directivos. Lo pagan los accionistas. Ponen un impuesto y quien lo sufre son los propietarios. ¿Quién es nuestro principal accionista? La Fundación. ¿Qué hace la Fundación? Obra Social. ¿Cuántohemos pagado este año de impuesto a la banca? 500 millones, en números redondos: 150 millones de aquí son menos dividendos que van a Criteria y, por tanto, 150 millones menos para la Obra sSocial este año. ¿Vamos a perpetuar esto a futuro? Estamos poniendo un impuesto a la Obra Social de “la Caixa” . Yo no creo que esto tenga sentido. Vería más lógico que hubiese, por ejemplo, una deducción respecto a estas cantidades».

Asimismo ha manifestado que en el caso del  FROB –sale de un bolsillo y entra en el otro, no tiene tanta relevancia–, pero en el caso de los 600.000 accionistas que han decidido invertir en CaixaBank: «Podrían haber decidido invertir en una empresa industrial y no tienen el impuesto. Como invierten en un banco, sí pagan el impuesto. Pero si invierten en un banco francés, no pagan el impuesto; en un italiano, tampoco pagan el impuesto. Esto es lo que estamos haciendo. No es un impuesto a la banca, “que son malos”. Quien paga esto son los propietarios».

¿Qué pasa con el crédito?

El segundo efecto es sobre el crédito: «si ponemos impuesto del 6%, el crédito se hace menos atractivo. Creo que no es bueno desincentivar la concesión de crédito, porque todos sabemos que, si hay más crédito, la economía crece más, las personas pueden atender mejor sus necesidades y las empresas pueden desenvolverse e invertir. Vamos a poner, sin duda, un desincentivo a crecer en el crédito. Y, por cierto, los cinco primeros grupos españoles que cotizan tienen actividades internacionales. No creo que nadie y, desde luego, nosotros no, vaya a deslocalizar actividades por este impuesto».

«¿Dónde es más lógico, si miramos de aquí a cinco años, que crezca el crédito, si en España se está penalizando y en Francia, en Inglaterra, en Latinoamérica o en Italia, no? ¿Dónde es más lógico que crezca el crédito? Son las leyes del mercado. Estamos desincentivando el crédito en España cuando esto no existe en otros países; por lo tanto, lo que vamos a ver es niveles diferenciales y nuestros ahorros van a financiar a nuestros competidores europeos o internacionales más que a nuestros competidores españoles. Esto es lo que estamos haciendo».

Integraciones

Por último ha hecho una consideración sobre la consolidación transfronteriza en Europa y la necesidad de crear bancos más potentes.

«Hay un debate, con voces muy autorizadas, incluyendo la del Banco Central Europeo, que los fomenta. Para CaixaBank, yo creo que el terreno no está maduro y nosotros vamos a seguir muy centrados en nuestros mercados. Pero el que no esté maduro para nosotros no quiere decir que no esté maduro para otros, como lo prueba precisamente la situación de la que se habla en estos momentos entre una entidad italiana y una entidad alemana. La reflexión que quiero hacer es que, en el momento en que llegue para un gran banco español  participar en una operación transfronteriza, ¿dónde creéis que se va a poner la sede social? ¿Dónde va a estar el núcleo principal de la actividad, si en España tenemos un entorno tributario notablemente negativo? ¿Cómo vamos a defender que las actividades se queden en España y no en Francia, en Italia
o en Alemania? Esto es lo que nos estamos jugando. Cuando llegue el momento, nadie puede luego sorprenderse de que el sector bancario europeo en el largo plazo evolucione a que los centros de actividad principales no estén radicados en España».

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