El emprendimiento: más que un negocio, una filosofía de vida
Emprender implica un reto y un riesgo que no todos están dispuestos a asumir. Aún así, los beneficios que nos aporta a nivel personal y colectivo son invaluables. Desde mi punto de vista, el emprendimiento no es solo una manera más de ganar dinero, es una forma de vida que implica pasión, perseverancia y un constante deseo de superación. Con el tiempo, he aprendido que crear una empresa es sinónimo de convertir obstáculos en oportunidades y de generar un impacto positivo en las personas y en la sociedad.
El viaje del emprendimiento está lleno de desafíos. En España, el 90% de los emprendedores fracasan en su primer año, y solo el 49% de ellos siguen este camino por vocación. Es decir, para casi la mitad de ellos, la principal motivación no es el dinero, sino la pasión por lo que hacen y el deseo de dejar una huella en el mundo. No obstante, las expectativas salariales también juegan un papel crucial en la decisión de emprender.
Este equilibrio entre vocación y motivación económica es fundamental para entender el fenómeno del emprendimiento en nuestro país, que cuenta con 11.100 startups que emplean a 140.000 personas, lo que nos posiciona como el cuarto país europeo con más empresas emergentes. Estos números reflejan no solo el potencial innovador de nuestra sociedad, sino también el espíritu resiliente de aquellos que, a pesar de las dificultades, deciden seguir adelante.
El primer paso para emprender es amar un problema. Cuando no puedes conciliar el sueño porque necesitas investigar sobre lo que aún es solo un concepto, emprender es inevitable. Si no sientes esta curiosidad, esta intriga y esta necesidad de cambiar la vida de las personas, es probable que emprender no esté hecho para ti.
En mi caso, estaba obsesionado con el problema, que era la accesibilidad a un espacio de trabajo. La gran mayoría de empresas, cuando empiezan un negocio, tienen un capital limitado. Este, ha de ser lo más eficiente y productivo posible. Emplear capital para reformar un espacio, pagar agencias inmobiliarias o en depósitos suele ir en contra de lo que acabo de mencionar. Es por eso que quería revolucionar el mercado ofreciendo una serie de espacios amueblados, listos para empezar a trabajar con precios muy accesibles. Esta idea es la que me motivó a emprender.
En 2021, en plena pospandemia lanzamos una red de espacios coworking sin personal low cost. Como no teníamos capital, lo que hicimos fue montar una estructura de franquicias freemium dónde propietarios de oficinas podían usar nuestra marca y ejecutar nuestros proyectos personalizados de transformación de oficinas tradicionales en coworkings digitales y autónomos (sin personal).
A los meses, me di cuenta que el modelo no era escalable ya que no habían muchos propietarios que estuvieran dispuestos a invertir en sus propias oficinas y cobrar el alquiler en función de la ocupación de sus oficinas. Así que, un año más tarde, me dediqué a hablar con los clientes de las siete oficinas que teníamos abiertas para entender porque nos habían escogido a nosotros, y no a otros. En ningún caso nos escogieron por nuestra marca o comunidad, sino por la ubicación de los espacios, el precio y las condiciones flexibles que ofrecemos.
En ese momento, nos dimos cuenta que el modelo franquicia con nuestra marca podría no tener sentido y limitar el crecimiento de la oferta. A las semanas de recoger todo el feedback, lanzamos el nuevo modelo: Host.
Crear una plataforma de hosted offices dónde cualquier empresa pudiera rentabilizar el espacio vacío de su oficina. De esta manera, conseguimos tener espacios amueblados en prácticamente cualquier ubicación de la ciudad, con todos los servicios incluidos (al estar en uso por el propio inquilino/propietario) a un precio mucho más reducido que un coworking. Dimos en el clavo, cubrimos las necesidades que buscaban satisfacer nuestros clientes.
Las emociones que te genera emprender son difícilmente replicables en otros ámbitos. Cuando cierras el primer cliente, cuando la gente quiere trabajar contigo, cuando tu equipo está alineado con tu visión, cuando alcanzas hitos que no imaginabas o lees buenas reseñas de tu empresa, sientes una satisfacción profunda y una validación de tu esfuerzo y dedicación. Cada logro, por pequeño que sea, se convierte en un recordatorio poderoso de por qué elegiste este camino.
En mi caso, he desarrollado mucha resistencia al ‘no’. Jamás había escuchado tantas veces ‘no’ hasta que empecé a emprender. Clientes, proveedores, candidatos, inversores… Me he dado cuenta de que detrás de cada negación, hay un feedback y un paso más cerca a conseguir el sí. Esto es algo muy frustrante. Y, si no tienes esta capacidad, tendrás todas las excusas habidas y por haber para pensar que tu negocio no funciona y que te has equivocado. Dudarás de ti mismo y de lo que estás haciendo.
Pero la verdad que solo necesitas ese ‘sí’, para seguir escuchando cien ‘no’ más. Mi consejo aquí es la importancia de trabajar bien las emociones: si celebras mucho tus victorias te hundirán mucho las derrotas. Mantén los ojos centrados en el objetivo.
Pero, sin duda, mi conclusión es: cualquier persona con inquietudes, curiosidad y pasión por mejorar la vida de las personas debería emprender. Crear tu propia empresa te permite aprovechar tu singularidad y creatividad para resolver problemas, innovar y marcar la diferencia en el mundo. La combinación entre el potencial de ingresos ilimitado y la capacidad de dejar una huella duradera convierte el emprendimiento en una opción atractiva y gratificante para aquellos dispuestos a asumir el desafío.
Mi viaje como emprendedor ha estado lleno de altibajos, pero cada momento ha valido la pena para llegar al punto donde me encuentro hoy. Emprender es más que crear un negocio, es un camino de autodescubrimiento. Si alguna vez has sentido la chispa de una idea, te animo a seguirla. El mundo necesita más personas que luchen por transformar sus sueños en realidad.