Auge y caída de Marie Claire, la firma de lencería que fue la Ford de Castellón
Tras más de 106 años de producción ininterrumpida, la dirección de la emblemática compañía textil, propiedad de B2TEX desde hace algo más de dos años, ha anunciado que tiran la toalla: Marie Claire cerrará sus puertas el próximo 20 de junio.
Atrás queda más de un siglo de historia de la industria que han convertido a la firma de lencería en toda una institución del tejido empresarial valenciano. Su presencia centenaria en las comarcas del interior de Castellón, y más concretamente en la pequeña localidad de Vilafranca, donde fue fundada y todavía conservaba su sede, equivale a lo que supone para València la presencia de la Ford.
Los últimos años han sido especialmente complicados para la firma. Los diversos desafíos a los que se ha tenido que enfrentar, como el impacto del Brexit, la llegada de la pandemia y el aumento de precios, han terminado por hacer caer esta icónica marca.
Inicios de una visionaria
La historia de la fábrica de lencería castellonense se remonta al siglo pasado, cuando su visionaria fundadora, Francisca Íñigo, decide establecer un pequeño taller de confección en Vilafranca. Nacía así la modesta industria, que por entonces contaba tan sólo con 15 personas, y que comenzó con la confección de ropa interior básica para satisfacer la demanda local.
A medida que pasaban los años, la calidad y el estilo distintivo de los productos de la firma terminaron por llamar la atención de los clientes, lo que llevó a un crecimiento constante y a la expansión de la empresa. Fue durante la década de los años 20 cuando la firma alcanzó una etapa de esplendor que ni la Guerra Civil lograría oscurecer.
Los años del desarrollismo en nuestro país lo fueron también para la firma, que pasó de llamarse Lencería Eugenia de Montijo a adoptar su característico -y más internacional- Marie Claire. Fue una época en que sus productos se hicieron populares por su comodidad y estilo elegante, atrayendo a mujeres de todas las edades. La empresa trascendió las fronteras nacionales y comenzó a exportar sus productos a otros países europeos en la década de 1970.
Un golpe tras otro
Durante los últimos años, sin embargo, la empresa se enfrentaba a dificultades financieras que no lograba superar «pese al esfuerzo de la última dirección en la reducción y optimización de costes que ha llevado a cabo». Los problemas se han venido acrecentando desde 2019, año en que la empresa se ve sumida en una difícil situación debido a la salida del Reino Unido de la Unión Europea. Y es que el británico suponía uno de los mercados fuertes de Marie Claire, y se comenzaba a notar el impacto del cambio climático en la producción del sector.
El año 2020 comenzó tras meses de incertidumbre por las dificultades financieras que atravesaba la empresa, con un ERE que afectó a 100 trabajadores, y marcado por una reunión de los agentes sociales y económicos implicados para trazar una hoja de ruta para la firma, una vez asegurada su viabilidad económica tras recibir la ayuda del ÏVF, y en un momento de estabilidad laboral.
La coyuntura se sumaba a los problemas derivados de un redimensionamiento de plantilla, tras años de expansión en los mercados internacionales de la mano de la firma Reckitt & Benckiser, propietario de la marca Scholl, que concluyeron con la presentación en abril de 2019 de un expediente de regulación de empleo para 100 trabajadores, consecuencia de una delicada situación económica que encendió todas las alarmas en las administraciones.
En ese contexto la firma optó a la línea de financiación, Fininval, que lanzó la Generalitat Valenciana aquel mismo año, a través del Instituto Valenciano de Finanzas (IVF), logrando una subvención de 2,5 millones de euros, un salvavidas que permitía garantizar la viabilidad del centro de producción de Marie Claire en Vilafanca. Los golpes más duros, sin embargo, estaban todavía por venir.
Y entonces llegó la pandemia
Por aquel entonces la presencia de la textil en la provincia todavía se traducía en más de 500 puestos de trabajo; de los que alrededor de 400 se encontraban en la pequeña localidad, que se había convertido en el centro de producción de lencería más grande de Europa. Con la llegada de la pandemia, la dirección trató de diversificar su producción, pasando a incorporar a su oferta la fabricación de mascarillas.
Sin embargo, tampoco aquello pareció surgir efecto. Pese a que la firma logró capear la pandemia, sus efectos se tradujeron en una reducción drástica de la demanda que la firma cuantificó en un 50% de los niveles precovid. Además, la empresa tuvo que hacer frente a una «crisis logística y de materias primas que ha incrementado los costes de fabricación, agravados aún más por el aumento en los costes energéticos».
En la actualidad ascienden a 21,5 los millones de euros de ayuda pública que la empresa ha recibido por parte de la Generalitat Valenciana a través de distintas vías de financiación.
¿Qué será de Marie Claire?
Fue bien entrada la tarde del martes, dos días después de las elecciones del 28M, cuando la dirección de Marie Claire lanzó la bomba: la empresa planeaba echar el cierre. Además de negociar las deudas con sus principales acreedores y de garantizar su viabilidad a largo plazo, la decisión iba acompañada de un plan de reestructuración de personal y de un último intento a la desesperada por encontrar inversores interesados en respaldar el proyecto de relanzamiento de la marca.
De concretarse el ERE, las 214 personas que la plantilla mantiene en la actualidad -de las cuales 130 se encuentran todavía acogidas a un ERTE-, verían desaparecer sus empleos. La mayoría de estos empleados, recuerdan desde la Federación de Industria, Construcción y Agro de la Unión General de Trabajadoras y Trabajadores (UGT FICA), son mujeres mayores de 50 años.
Desde este sindicato recriminan a la empresa que no haya presentado por el momento documentación alguna que justifique la decisión tomada por la dirección. Recuerdan además, que «decisiones de este calado requieren de una información previa de la situación económica exacta de la empresa. Más aún cuando hablamos de una firma que ha recibido una ayuda pública muy potente».
Las trabajadoras, desesperadas
Los próximos pasos a emprender, han asegurado fuentes de UGT FICA a este medio, consistirán en pedir explicaciones a la empresa para que justifique las medidas que ha tomado durante los últimos años. Y afirman que «debemos saber en qué se han invertido los 21,5 millones en ayudas de la Administración, más aún teniendo en cuenta que muchos trabajadores, aún a día de hoy, se encuentran en situación de ERTE».
Que el final de la emblemática textil haya sido una muerte anunciada, no evita que los trabajadores, explican desde el sindicato, «estén muy indignados, por el desenlace tras tantos esfuerzos realizados». La preocupación se ha extendido por una zona -el interior de la provincia de Castellón- con alto riesgo de despoblación, para la que una empresa como Marie Claire suponía la existencia de un futuro para la población.
«La empresa habla de su intención de mantener una actividad mínima en la fábrica. No obstante, a partir de ahora debemos ir a una mesa de negociación en la que, como en cualquier expediente, se aporte la información necesaria. En este país una dirección no puede decidir sin más que cierra y ya está. Tampoco podemos engañarnos, hay pocas puertas ya a las que tocar, pero tenemos que proponer una negociación que decida cuánta gente va a verse afectada», concluye un portavoz del sindicato.
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