Catedrática de Fundamentos de Análisis Económico en la Universitat de València hasta septiembre de 2021, en la actualidad profesora emérita y directora de Proyectos Internacionales del IVIE, Matilde Mas, ha formado durante décadas a buena parte de los directivos y empresarios de la Comunitat Valenciana para, desde media distancia, hacer balance de cómo ha evolucionado el interés del alumnado y analizar las cuestiones macroeconómicas que más nos afectan: pensiones, productividad, mercado laboral…
El déficit español
– Bruselas insta a los países a preparar planes de ajuste de déficit y deuda pública… A España le coge con un déficit previsto en 2022 del 4,5-5% del PIB y un 113,1% de deuda pública…
La idea es que progresivamente el déficit pueda volver al 3% del PIB y la deuda pública al 60%, pero con más flexibilidad; permitiendo ajustes dependiendo del ciclo económico para evitar implementar políticas contractivas cuando no toca. Personalmente lo veo todavía muy ‘verde’ y hablar de temas tan verdes es jugar a la especulación. No obstante, entiendo que habrá discusiones entre los países del norte y los del sur sobre dicha flexibilidad.
Un punto interesante será ver si esa flexibilidad tiene en cuenta los procesos electorales, es decir, si cuando cambie el gobierno, el nuevo podrá negociar aquello a lo que el otro se comprometió. Pero el punto que me parece más crucial es el debate que reclama sacar del gasto público lo que se considere que contribuye a la eficiencia y al crecimiento; de modo que no compute en el cumplimiento de las reglas fiscales y de deuda y pase a ser considerado inversión en lugar de gasto.
– ¿A qué partidas se refieren?
Se habla de defensa y transición ecológica, pero también de las inversión en I+D e incluso del gasto social que tiene efectos positivos sobre la eficiencia.
Por ejemplo, si un factor crucial para el crecimiento es el capital humano y se ha detectado un agujero importante en la educación de cero a 3 años, no solo desde la perspectiva de que la mujer pueda incorporarse al mercado laboral, sino de la mejora del rendimiento futuro del alumno –hoy se sabe que quienes no se han socializado de 1 a 3 años tienen mayores dificultades de comprensión y aprendizaje–, ese gasto, puede ser entendido como inversión.
Otro ejemplo de gasto social que tiene consecuencias positivas para el crecimiento económico es el aprendizaje a lo largo de la vida, entendido como un factor de producción (invertir en personas para mantener la capacidad productiva de las empresas).
Está claro que son decisiones que no se tomarán de hoy para mañana pero que la Comisión Europea haya generado un documento oficial en el que entiende que el gasto social puede ser productivo y considerado como inversión, es un paso muy importante.
El peso español en las inversiones
– Un reciente informe en el que has participado destaca que España ha aumentado el peso en las inversiones de los activos no inmobiliarios desde el 32% en 2007 hasta el 50%…
Sí, el cambio es positivo, pero hay que ponerlo en contexto. El peso de la inversión inmobiliaria en España hasta la crisis financiera era 15 puntos superior al del resto de Europa; por tanto, aunque hayamos reducido el peso, orientando las inversiones fundamentalmente a nuevas tecnologías, seguimos estando todavía lejos de la inversión de otros países en TIC, I+D+i, maquinaria…
Lo positivo es que hemos cambiado la tendencia, lo negativo es que nos habíamos pasado ‘cuatro pueblos’ y seguimos muy atrasados respecto a la UE; y en concreto, la CV está por debajo de la media española.
– En relación a ello, ¿qué pasa con la productividad?
Si consideramos la Europa de los 15, sin tener en cuenta los países del este, España solo supera a Portugal y Grecia, es decir son los tres países que tienen niveles más bajos de productividad.
No obstante, hay que destacar que los 15 han experimentado una desaceleración importante de su productividad desde 2005 y en ese sentido, no hemos sido los peores.
Por ejemplo, la productividad de UK es una de la que más ha caído en este tiempo.
Productividad
– ¿Y en el resto del mundo?
EE.UU. sigue siendo el líder en productividad y China ha tenido un crecimiento del orden de dos veces, dos veces y medio el de EE.UU.; con lo cual está recortando posiciones muy rápidamente. Las cifras de inversión en I+D y tecnología de China son impresionantes, al igual que los cambios en su estructura productiva (posicionándose en industrias muy críticas como la de los semiconductores) y en la recuperación de talento expatriado.
– ¿A qué se debe el pobre comportamiento en productividad europeo?
Hay una línea de pensamiento que defiende que las ideas son muy difíciles de encontrar y que estamos ‘secos’ de ideas; seguramente porque el avance tecnológico se percibe como menos potente de lo que fue en el pasado la electricidad, la máquina de vapor…
Otra corriente dice que sí tenemos ideas, lo que pasa es que hay un periodo de maduración largo, hasta que la idea se convierte en económicamente rentable y se desarrolla en el conjunto del tejido productivo, como la IA. También añaden que la industria, que es donde se dan los avances de productividad más claros, ha perdido peso en favor de los servicios; y mencionan un factor adicional que es el cambio demográfico, el envejecimiento de la población.
Pero el argumento que para mí tiene más peso es que las nuevas tecnologías han cambiado la forma de producir, no tiene nada que ver cómo se produce ahora (ordenadores, robots, software, hardware, comunicaciones…) a hace 25 años. Y la empresa puede invertir en esos recursos, pero si no cambia su modelo de gestión (con estructuras menos jerárquicas, con diversificación de competencias, etc.) o no sabe cómo usarlos, no les sacará todo su potencial.
España es el país (de los que tenemos datos) que menos invierte en intangibles. Y eso también va unido al capital humano: por un lado, hay deficiencias en la formación de los empresarios, en la capacidad gerencial y cualificación de los directivos; y por otra, de los trabajadores. Ha sido un error no potenciar más la FP y que la Universidad no se acercara más al sistema productivo. También es un problema el reducido número de empresas que ofrecen formación continua; lo que va unido al enorme peso de la temporalidad.
– ¿Y del tamaño de las empresas?
Se dice que la productividad española es baja porque el peso de la pyme es muy alto. Yo haría dos comentarios: cómo definimos el potencial de una empresa, porque las tecnológicas que dominan la productividad empezaron siendo pequeñas; whatsapp fue comprada por 19.000 millones de dólares y tenía solo 55 trabajadores…
Y segundo: ¿somos menos productivos porque no tenemos empresas grandes o es al revés, no tenemos empresas grandes porque no somos productivos? En mi opinión, el mayor peso de las empresas más pequeñas se debe, en gran medida, al bajo nivel de productividad del país. Y esto es perfectamente compatible con la existencia de empresas líderes muy productivas.
La literatura económica decía, al menos desde Schumpeter, que las menos productivas copiarían a las más productivas aumentando la productividad agregada. El problema es que este mecanismo parece estar averiado y ya no funciona. Y no se trata de que cambiemos por completo el modelo, y del turismo pasemos a la aeronáutica, sino de hacer bien aquello en lo que tenemos ventajas. Para Francia o EE.UU. el turismo sí es un sector productivo.
La reforma laboral
– Has mencionado la temporalidad. ¿Qué podemos decir de la reforma laboral? La oposición critica el paro que esconden los fijos discontinuos…
Es un poco pronto para valorarla porque nos falta información, pero para mí el planteamiento es correcto y te diré por qué. La reforma anterior de Rajoy pensada para salir de la crisis y crear empleo lo más rápidamente posible, flexibilizó los costes de despido para que el empresario fuera menos reacio a contratar; pero cuando vienen mal dadas, destruye empleo a más velocidad del creado. Es decir, al componente flexibilidad, le faltó seguridad; la combinación óptima en el mercado laboral.
La covid-19 nos ha demostrado que se puede pactar con los trabajadores y mantener la relación trabajador/empresa que tanto cuesta construir y supone un gran activo. Creo que la reforma actual ha buscado añadir seguridad a la flexibilidad y la figura más clara es la de los fijos discontinuos frente a los temporales.
Es una figura que existe en España desde el año 1985 y se ha computado siempre en las estadísticas como personal ocupado, aun estando en periodo de inactividad; cuando, o bien se puede cobrar el seguro de desempleo o estar trabajando en otro lugar; lo que pasaba es que anteriormente era una figura marginal y a nadie le llamaba la atención, hasta ahora que se ha disparado.
En mi opinión, el PP tiene razón en que algunos inactivos pueden estar trabajando en otras empresas, y otros parados. Los últimos deberían contar como parados y no como ocupados; pero lo cierto es que la regla está así desde 1985 como dice el Gobierno. En mi opinión es necesario casar la información que tiene el Sepes con la de la Seguridad Social para poder distinguirlos dentro de la inactividad y ponerse de acuerdo para presentar unas estadísticas homogéneas con el resto de Europa, ya que el paro es un problema crucial en España.
Y la de las pensiones
– Y respecto a la reforma de las pensiones, ¿qué opinas?
La opinión general de los especialistas, incluida la Airef, es que no es sostenible, aunque la clausula automática de revisión reduce este riesgo. Con respecto a las carencias me hubiera gustado que se rescatara el argumento del aumento de la esperanza de vida y se planteara flexibilizar la jubilación activa para aquellos que deseen seguir trabajando. Lo que no me parece demasiado justo, aunque es tirar piedras sobre mi propio tejado, es el tratamiento dado a los mayores en contraposición con los jóvenes.
La reforma hipoteca el futuro de los jóvenes, que tienen la tasa más alta de paro, y los empleos más precarios; y tendrán que pagar las pensiones de un colectivo, el único, que acaba de ver incrementada su remuneración lo mismo que la inflación.
En mi opinion deberían haberse planteado otras alternativas para aumentar al menos una parte de los ingresos, como recurrir al IRPF, o incluso a la emisión de deuda pública con el compromiso de amortizarla una vez superados los efectos del baby boom. Como medidas positivas señalaría la subida de las pensiones no contributivas o la compensación para las mujeres porque históricamente han tenido empleos mucho más irregulares y con salarios más bajos…
– Hablando de jóvenes, has ejercido muchos años la docencia, has formado a muchas personas que hoy tienen puestos de responsabilidad como la directora de nuestra revista… ¿Cómo ha cambiado el panorama?
Mi impresión es que ha ido bajando de calidad y de exigencia con el transcurso del tiempo; te diría que en mis últimos años de ejercicio, solo entre 10-15% del alumnado, algunos muy brillantes, tenía realmente interés por estar allí.
Antes había menos alumnos, pero más interesados y esto suele ser bastante recíproco: si un profesor tiene gente motivada e interesada se esfuerza más. En UK han tomado una medida que comparto aunque sea un poco radical: que haya universidades de excelencia, innovadoras, dedicadas a la investigación y a la generación de conocimiento científico; mientras el resto, se profesionalicen, como ya venía ocurriendo con los colleges en EE.UU.
Es decir, que se valoren por el empleo de calidad que son capaces de generar para sus egresados; por la competencia profesional que adquieren los alumnos; pues considero que la universidad en España está muy distanciada todavía de las demandas de las empresas. Creo que está demasiado orientada a la formación generalista y con poca conexión con el mercado de trabajo.
Otra de las pequeñas revoluciones que UK está llevando a cabo con bastante rapidez es la descentralización de los centros de decisiones e inversiones en todo su territorio, para igualar las oportunidades, descongestionar Londres y evitar una brecha enorme con respecto al resto del Reino Unido.