La inteligencia artificial ha llegado para quedarse. La tecnología, además, está implantándose en casi todos los sectores. Sin embargo, es en el sector sanitario donde más repercusiones puede tener para la mayoría de la población.
En el informe de la OMS Ética y gobernanza de la inteligencia artificial en el ámbito de la salud, el director general de la organización, Tedros Adhanom Ghebreyesus, afirma que «como toda nueva tecnología, la inteligencia artificial ofrece grandes posibilidades para mejorar la salud de millones de personas en todo el mundo. Ahora bien, como toda tecnología, también puede utilizarse indebidamente y causar daño».
Con ese escenario, Miguel Roldán, responsable de desarrollo de HIS (hospital information system) de Lãberit, reflexiona acerca de lo que la inteligencia artificial puede aportar a la tecnología sanitaria, justo cuando más de 1000 personalidades tecnológicas. Entre ellos, Elon Musk, Steve Wozniak, el director del Centro de Sistemas Inteligentes de la Universidad de Berkley, Stuart Russell, o el investigador español Ramón López De Mantaras, del Instituto de Investigación en Inteligencia Artificial del CSIC; piden una pausa en el desarrollo de la tecnología. Roldán afirma que «el término inteligencia artificial aplicado a la salud está muy presente en los medios, pero la tecnología está dando sus primeros pasos hacia su uso en práctica clínica. Aún queda mucha investigación para verla aplicada de verdad a la predicción de la demanda o de absentismo, planificación inteligente, asistentes virtuales para tareas administrativas, mantenimiento predictivo o inteligencia ambiental».
Inteligencia Artificial
«La IA está dando sus primeros pasos hacia su uso en práctica clínica. Podríamos decir que nos encontramos en un estadio adolescente pensando en aplicaciones de los sistemas de apoyo al diagnóstico en imagen médica, y en un estadio más infantil para la mayor parte de los sistemas relacionados con el procesamiento del lenguaje natural o modelos predictivos de riesgo», afirma sobre la incorporación de la inteligencia artificial en la tecnología sanitaria.
Al respecto de cómo esta tecnología puede ayudar al profesional médico, Roldán es claro: «Hay que apostar por una inteligencia aumentada en la que el tándem IA y profesional clínico, trabajando de forma colaborativa, consigue mejores resultados que cada uno por separado. La IA tiene el potencial de ayudar a los profesionales desde una doble perspectiva: ayudándoles a ser más eficaces mejorando sus capacidades de diagnóstico en imagen médica, y también ayudándoles a ser más eficientes en sus procesos, eliminando tareas monótonas y repetitivas, y orientando la acción clínica hacia los aspectos clave a valorar para la toma de decisiones».
Ese cambio aplicando la inteligencia artificial al desarrollo diario de la labor de los profesionales sanitarios, debe venir acompañado por una comprensión real de éstos de la tecnología para que los pacientes vean una mejora real con el uso de la tecnología.
Sobre una posible formación de los médicos para entender y poder comunicarse con la IA, el responsable de HIS de Lãberit no tiene dudas y confirma que «no van a tener que aprender capacidades técnicas, ni aprender informática, pero sí tendrán que pasar por un periodo de alfabetización. Que sepan en qué consiste, qué tipo de problemas puede resolver actualmente, cuál es su grado de madurez y cuáles son sus fortalezas sus debilidades».
Seis principios de la IA, según Laberit
El objetivo real de la implantación de cualquier tecnología a la medicina es, en resumen, mejorar la vida del paciente. Sobre eso, el informe de la OMS es muy claro y destaca seis principios para garantizar que el uso de la IA sea en aras del interés público en todos los países:
- Preservar la autonomía del ser humano.
- Promover el bienestar y la seguridad de las personas y el interés público.
- Garantizar la transparencia, la claridad y la inteligibilidad.
- Promover la responsabilidad y la rendición de cuentas.
- Garantizar la inclusividad y la equidad.
- Promover una IA con capacidad de respuesta y sostenible.
Con esos principios básicos, «consideramos que el impacto de la IA a largo plazo en la medicina va a ser transformacional, es decir tendrá la capacidad de transformar la forma en la proveemos los servicios de salud. Nos queda mucho trabajo por delante para desarrollar sistemas de IA robustos, fiables y explicables que sean capaces de ser implantados en los flujos de trabajo clínico de una forma generalizada. En la actualidad, tenemos muchos modelos específicos, resultado de proyectos de investigación y experiencias piloto, pero pocos productos que hayan demostrado su capacidad de generar impacto clínico», concluye Roldán.