El sector del plástico atraviesa por momentos complicados. Al aumento de precios de la energía y la escasez de materia prima provocada por la guerra de Ucrania, se añade ahora un impuesto al plástico que amenaza con ser un castigo más a una industria señalada como causante de buena parte de la contaminación. La nueva norma situará a los fabricantes como «meros recaudadores» de un impuesto que, aseguran, pagará el consumidor.
Para Cristina Monge, secretaria general de la Asociación Valenciana de Empresarios de Plásticos (AVEP), son muchísimos los consumidores que se van a ver afectados, sobre todo las empresas dedicadas a la exportación y a la fabricación de envases. «Se produce además un agravio comparativo, no tanto en precio, sino en una carga administrativa fiscal excesiva que no tendrán las empresas francesas, por ejemplo. Se va a castigar únicamente al fabricante español», asegura.
«Tanto consumidores como clientes se van a ver afectados seguro porque España es el único país que va a aplicar este impuesto. Además, es bastante agresivo. Frente a otros fabricantes de otros países seguramente tenga mucho impacto y les dejará desfavorecidos frente a otros materiales que no aplican impuestos», explica Almudena Imbernon, directora de procesos e I+D+i en Caiba, empresa especializada en la fabricación de envases.
Un momento confuso
Según la secretaria general de la AVEP, la operativa por parte de Hacienda está siendo «un verdadero caos». La orden ministerial que regula el procedimiento y los modelos de liquidación del impuesto, explica, todavía no está aprobada. «Se está hablando de poder entrar a registrarse en el sistema los potenciales sujetos pasivos el día 1 de diciembre, la semana que viene, sin la orden aprobada. La inseguridad jurídica que hay en torno a la interpretación y el procedimiento es máximo y absoluto», asegura a este medio.
«Nosotros conseguimos informarnos, pero nos hemos tenido que mover de forma rápida para entendernos directamente con Hacienda. También han surgido informaciones confusas desde ciertas asesorías, pero habían muchas interpretaciones diferentes y nuestra decisión fue ir directamente a consultar con el fisco porque su respuesta era más vinculante», explica Imbernon.
A falta de poco más de un mes para su aplicación y todavía muchas cuestiones por resolver, se están organizando jornadas informativas por parte de despachos de abogados e institutos tecnológicos. Sin embargo, esto se traduce en que estar debidamente informado supone un gasto extra para las empresas, pero también una inversión en tiempo y en dedicación. Para Monge, el coste de aplicar correctamente este impuesto «superará el de la recaudación».
En el peor momento posible
Los fabricantes aseguran estar viéndose muy afectados por la subida de los costes de la electricidad. Un incremento, explican, que se han visto forzados a repercutir en el cliente para «no tener que bajar la persiana». En este momento tan complicado para muchas empresas, el Gobierno fuerza el impuesto al plástico.
La repercusión debe llegar al consumidor, si no, es un castigo
Desde la AVEP, Cristina Monge asegura que «el momento escogido no es el adecuado y un efecto ineludible de cualquier medida fiscal de esta índole es la repercusión. Va a generar un efecto inflacionista, no es un importe asumible en el margen de la cadena de valor. La repercusión debe llegar al consumidor, porque se supone que este es un impuesto de concienciación medioambiental que debería afectar a la pauta de consumo; si no, es un castigo».
«La sensación que tenemos es que el Gobierno ha decidido imponer el impuesto al plástico para llegar a cumplir los acuerdos que dentro de la coalición tenía el propio Ejecutivo. Sin embargo, lo ha hecho sin tener en cuenta el impacto que iba a tener en la industria y en los propios consumidores. Nos encontramos en una situación complicada de subida de precios y esto supone un incremento más. Desde luego, el momento no es el adecuado», aseguran desde Caiba.
No castigar al sector
Los fabricantes aseguran que, además de la inseguridad de este nuevo impuesto al plástico, existe un «grave problema informativo». Esto se debe a que los proveedores no suministran información del contenido de un envase a los clientes. Con este nuevo impuesto, para poder tributar deberán conocer la información del suministrador acerca de la cantidad de material. Desde la asociación explican que «se dan ocasiones en la que un mismo producto envasado con más de un componente, tributa de dos formas distintas. Es un descalabro. La carnicería de la esquina, por ejemplo, si tiene un suministrador en Marruecos va a tener que averiguar cuánto pesa los envases que el fabricante va a usar».
En cierta manera es un castigo al sector, porque se trata de un impuesto recaudatorio y no finalista
«En cierta manera es un castigo al sector, porque se trata de un impuesto recaudatorio y no finalista. Lo que se recaude de este impuesto no se ha determinado que vaya encaminado a conseguir una mayor eficiencia en la gestión de los residuos. Es un impuesto recaudatorio», sentencia Monge.
«Lo que pedimos al Gobierno es que no castigue al plástico, un sector que salvó muchas vidas durante la pandemia. La sostenibilidad es también cuestión de educar al consumidor y no únicamente de castigar a la industria y a la gente», afirman desde Caiba.