La valenciana es ahora, en comparación con la época en que se aprobó su Estatuto de Autonomía, una población mayor y más próspera. Su economía, sin embargo, pese a haber aumentado considerablemente, no ha logrado destacar por calidad y nivel empresarial. Así lo recoge el análisis presentado por Francisco Pérez, director del Instituto Valenciano de Investigación Económica (IVIE), durante su participación en el V Congreso de Economía Valenciana.
Entre los principales problemas de la economía valenciana; destaca su baja productividad, que no alcanza la media del Estado. Tampoco la renta per cápita durante las últimas cuatro décadas ha sido capaz de acortar distancias con las regiones más avanzadas. Algunas, como Madrid, han aumentado considerablemente la brecha.
El aumento de los recursos y la especialización, tanto de los trabajadores como del sector empresarial, ponen la nota positiva a la tendencia. A nivel internacional, la Comunidad Valenciana continúa siendo un territorio competitivo; pese a la difícil coyuntura actual.
Un principio de siglo complicado
La tónica de los últimos 40 años ha sido de una enorme transformación. Demográficamente la población ha crecido en 1,3 millones. Paralelamente el número de puestos de trabajo se ha doblado y la renta por habitante ha aumentado en un 65%.
Sin embargo, la evolución positiva del Producto Interior Bruto (PIB) es mucho más marcada durante el siglo XX que en los primeros años del siglo XXI. Para Pérez, las importantes perturbaciones de este siglo explican un avance más dificultoso, aunque advierte que «la situación debe preocuparnos y animarnos a buscar soluciones».
«La brecha con la Comunidad de Madrid, por ejemplo, se ha agravado de manera sustancial»
«Este progreso indudable de nivel de renta por habitante se produce al mismo tiempo que nos alejamos del nivel de renta de la media española, fundamentalmente durante este principio de siglo. En este periodo de fuerte descentralización del sector público, no ha habido convergencia regional, sino divergencia con respecto otras partes del estado. La brecha con la Comunidad de Madrid, por ejemplo, se ha agravado de manera sustancial. La productividad valenciana se encuentra constantemente por debajo de la media, así como los salarios», afirma el director.
Más mujeres, pero menos jóvenes.
Según el estudio, no solamente hay más empleo en números cuantitativo, sino que su composición es sustancialmente distinta. Una de los mayores cambios se ha producido en la estructura social laboral, con una cuasi normalización del porcentaje de mujeres en el total de ocupados que roza el 50%.
Uno de los cambios más importante ha sido la pérdida de empleo en los jóvenes durante los últimos 40 años. Según Francisco Pérez, entre las causas que explican esta situación hay elementos negativos y positivos.
«Por una parte los jóvenes tienen una mayor formación y eso retrasa el momento de su incorporación en el mercado laboral. Al mismo tiempo, estos presentan una tasa de paro muy elevada que se traduce en una pérdida de peso de los jóvenes en el empleo», explica Pérez.
Al mismo tiempo, mejora de la cualificación de los ocupados es sustancial. Mientras en 1982 el nivel de estudios de los trabajadores eran estudios básicos, en la actualidad el 44% tienen estudios superiores.
El nuevo tejido productivo de la economía valenciana
El tejido productivo valenciano se ha reestructurado durante estas últimas cuatro décadas. El peso de los grandes sectores en la economía ha ido variando y aquellos más tradicionales, como el de las manufacturas o la agricultura, han disminuido notablemente.
Paralelamente se ha producido un crecimiento indiscutible del peso del sector servicios. No obstante, hay que diferenciar a los servicios más tradicionales, los cuales ganan peso moderadamente; y los sectores de intensidad tecnológica media-alta y más intensivas en capital humano, que aumentan notablemente.
«El de servicios es un sector que lleva aparejado malas condiciones laborales y sueldos bajos»
Con respecto a la preeminencia del sector servicios más tradicional, Francisco Pérez ha apuntado que su efecto «puede ser negativo» ya que «tradicionalmente, el de servicios es un sector que lleva aparejado malas condiciones laborales y sueldos bajos».
Desconcentración endémica
Uno de los problemas tradicionales del sector empresarial valenciano ha consistido en su fuerte desconcentración. Existe una gran acumulación del empleo en empresas pequeñas y microempresas. En el siglo XXI apenas se ha pasado de 18 empresas de más de mil trabajadores a tener 68. Para Francisco Pérez, son «magnificas noticias, pero siguen siendo pocas».
«Necesitamos muchas más grandes empresas. Su productividad es mayor y mientras esa productividad no mejore, el crecimiento salarial será modesto. Hemos generado mucho empleo, pero el salario no ha ido acorde en ese crecimiento. En el siglo XXI la evolución salarial ha sido muy desigual», ha explicado el director del IVIE.
En relación con el sector privado, la gestión empresarial se ha profesionalizado sustancialmente y la formación ha llegado de manera nítida a autónomos y empresarios. Actualmente, un 40% de personas que toman decisiones y tienen estudios superiores.