Santiago Niño-Becerra (Barcelona, 1951) lanza nada menos que su octavo libro: Futuro, ¿Qué futuro?, en el que, entre otras temáticas, aborda el ‘Gran reinicio’. Mira al pasado de manera recurrente para armar argumentalmente sus predicciones sobre el futuro, el más inmediato y el que llegará con el paso de los años. Y es que dicen que para avanzar el futuro no hay más que echar la vista atrás, a nuestra historia y sus procesos. Así lo hace también este mediático economista en esta conversación con Economía 3 en la que, paradójicamente, prevé el fin de la Economía. Al menos, tal y como la conocemos.
- ¿Qué es, grosso modo, el ‘nuevo feudalismo’?
El nuevo feudalismo es la actualización de la figura feudal que tuvo lugar en la alta Edad Media, en la que una serie de señores estaban encargados de la administración y gestión de un territorio por encargo de un monarca. Es decir, fue una figura que nació por necesidad, porque tenían imperios tan vastos que no tenían modo de gobernarlos.
En el nuevo feudalismo no habría ningún monarca que encargaría nada. Pero sí habría una serie de corporaciones gigantescas, que de hecho ya existen, que se erigirían en una especie de señores que controlarían fragmentos de mercado e incluso de países, desde un punto de vista económico, que en la práctica no dependerían de nadie. No existiría un monarca, una autoridad por encima de estas corporaciones, que pudiera influir en sus decisiones.
«El Gran Reinicio estará absolutamente vigente en el 2030»
- En Futuro, ¿Qué futuro? dedica un capítulo al tan marcado año 2030 y se refiere al ‘Gran Reinicio’. ¿En qué consistiría?
Lo que estamos viviendo es una crisis sistémica que se inició en el año 2007 y que aún no ha concluido. Si aplicamos la misma duración matemática que tuvo la gran depresión de los años 30, sabemos que empezó en el año 1929 y acabó en 1947. Es decir, que la actual crisis acabaría alrededor del año 2025. Las crisis sistémicas han tenido una duración semejante. La de 1873 fue un poco más corta, pero más o menos tienen la misma duración.
La conclusión a la que llego leyendo todo lo que ha publicado el World Economic Forum sobre el ‘Gran Reinicio’ es que toman el año 2030, en primer lugar, porque es una cifra muy redonda y, en segundo lugar, porque suponiendo que esta crisis finalice en el año 2023, 2024 o 2025 y el nuevo modelo esté totalmente implantado, en el año 2030 ya estará absolutamente vigente.
¿Qué tenemos que entender por el ‘Gran Reinicio’? Es ‘olvídense ustedes de todo lo que vivieron, de todo lo que les pasó en el modelo anterior, que entró en crisis en el 2007, porque ahora vamos a vivir otra cosa, vamos a entrar en otra dinámica, las cosas van a ser completamente diferentes y en consecuencia tienen que cambiar el chip y si no lo hacen, lo van a pasar muy mal’. Aquello no va a volver nunca.
«Para administrar mejor los recursos se va a utilizar muchísima tecnología y menos horas de trabajo»
- Pero si uno acude a los principios que plasma el World Economic Forum sobre el Gran Reinicio son criterios aparentemente positivos, como sostenibilidad, evolución tecnológica… ¿Por qué debemos sospechar de este proceso?
Nuestro modelo ha funcionado muy bien, pero se ha basado sobre unos principios muy particulares: el modelo kleenex de usar y tirar; considerar el medioambiente un depósito de residuos gratuito; considerar que la energía era infinita y prácticamente gratis; consumir lo que apetecía… No lo critico. Esto ha funcionado así. Lo que pasa es que este modo de funcionar se ha agotado porque se ha visto que los recursos no son infinitos, que el medioambiente ya no puede absorber más residuos, que evidentemente la energía no es barata y que el modelo kleenex desperdicia muchísimos recursos. Aquí no hay nada ideológico. Esto no es sostenible, se ha de cambiar.
Con el Gran Reinicio «el subempleo va a ser muy alto y muchas rentas van a bajar»
Lo que pasa es que una gran parte de la humanidad, y sobre todo la de los países desarrollados, está acostumbrado a aquello otro, a usar y tirar, a poner la temperatura que le apetece en su casa… Y ahora le van a decir que no, que esto no puede seguir así.
Entonces, claro que no es malo cuidar el medioambiente, reutilizar, reciclar, usar tecnología limpia… Lo que pasa es que esa adaptación va a ser muy costosa. Tanto a nivel mental como a nivel económico, porque una de las consecuencias es que para administrar mejor los recursos se va a utilizar muchísima tecnología y menos horas de trabajo, con lo cual el subempleo va a ser muy alto y, en consecuencia, muchas rentas van a bajar.
«No es factible la marcha atrás»
- Entonces, no se trata de las teorías de la conspiración que hay alrededor del Gran Reinicio, sino que, simplemente, esos cambios van a implicar en consecuencia vivir peor.
No, teorías de la conspiración de ninguna manera, en absoluto. Lo que pasa es que, por ejemplo, en Barcelona se ha creado una zona de bajas emisiones. Entonces, los vehículos que no cumplen unas características no pueden entrar. ¿La zona de bajas emisiones, para el medioambiente, es buena o es mala? Es buena. Quién puede negarlo. Lo que pasa es que quien tiene un automóvil con el que no puede entrar, o se compra otro o deja de usarlo, y entonces para esa persona es malo. A futuro será bueno, pero a corto plazo, para su bolsillo, es malo.
- Usted habla de grandes oligopolios que dominarán el mundo, pero cada vez vemos más movimientos que buscan la vuelta del clásico estado-nación, en contra de confederaciones de países. ¿Cuál sería la fórmula más efectiva para que los estados tengan poder sobre su economía?
No es factible la marcha atrás. Volvamos a la historia: el Estado que conocemos fue inventado en el siglo XIV por el rey Felipe IV ‘El Hermoso’ de Francia para sacarse de encima el poder de la Iglesia, que era muy intervencionista. Esto fue evolucionando con los siglos y el Estado actual no se parece a aquel, pero el principio es exactamente el mismo: el Estado es soberano, con unas fronteras, unos derechos, unas obligaciones, unos marcos legales… De la misma forma que la evolución histórica llevó a que este rey pusiera en funcionamiento el Estado, ha llegado un punto en el que el Estado ya no es necesario.
«Los movimientos de base nacionalista que reivindican el Estado están viviendo en el pasado»
Creo que los movimientos de base nacionalista que reivindican el Estado están viviendo en el pasado, porque el futuro no es ese. El futuro es un mundo global en el que corporaciones constituidas en oligopolios, con arreglo a unas normas decididas por un Consejo, un Comité, llámelo como quiera, dirijan las relaciones entre estos conglomerados.
¿Esto quiere decir que el concepto de Estado desaparezca? Yo estoy convencido de que, en el año 2100, Francia, España, Alemania… Estos entes habrán desaparecido. Pero falta mucho. A corto plazo pueden seguir existiendo, pero cada vez tendrán menos importancia. Si nosotros hubiéramos dicho a nuestros abuelos que habría un ente llamado Banco Central Europeo que iba a elaborar y dirigir la política monetaria de prácticamente todo un continente y que además iba a ser el interventor y juez de los bancos de cada país, no se lo hubieran creído y ya lo tenemos. Es decir, la dinámica histórica lleva a superar hechos, decisiones, que se tomaron en el pasado, que fueron buenas, pero que han quedado superadas y posibilitar la puesta en marcha de estructuras nuevas que son necesarias en ese momento y que al cabo de ‘X’ tiempo también volverán a ser superadas. La humanidad es así.
La entrevista completa se podrá leer en la edición de mayo de la revista de Economía 3.