Martes, 30 de Abril de 2024
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El futuro de la bobal está en su gloriosa historia

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Toni Sarrión es viticultor, enólogo, empresario pero, sobre todo, filósofo del vino y apóstol de la bobal

Desde Bodega Mustiguillo y la Finca El Terrerazo, Toni Sarrión nos descubrió que el futuro de la variedad Bobal era su pasado y su historia. El retorno a las producciones bajas y un buen juego de barricas dieron a luz Quincha Corral y Finca El Terrerazo. Y, a partir de ahí, la suerte de la Bobal cambió; primero en el mercado internacional y luego en el local. El futuro estaba ahí, delante de nuestros ojos, en la variedad reina de los campos de Utiel y Requena.

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A veces, el futuro, el progreso y la riqueza, están delante de nuestros ojos y no las vemos. Eso es lo que ha pasado con la variedad Bobal del altiplano de Utiel y Requena, que de uva denostada y pensada como variedad muy productiva para mezclar con otros vinos de menos color, se ha convertido en una de esas variedades redescubiertas para el mercado de los vinos de calidad.

Gran parte de esta reconquista del prestigio de la Bobal se la debemos a Toni Sarrión. Empresario, viticultor y enólogo que es el alma del proyecto. Aunque escuchándolo hablar con pasión de sus criaturas, creemos que es, sobre todo, un filósofo del vino y un apóstol de la Bobal.

En 1999, este requenense se embarcó en un proyecto precioso con Bodega Mustiguillo: convertir la finca familiar El Terrerazo –87 hectáreas en Cuevas de Utiel–, en un paradigma de los nuevos vinos del Mediterráneo. En El Terrerazo habitaban las cepas entre cereal, almendro y monte bajo. Habían plantaciones antiguas, de principios de siglo, y otras más recientes, de los años cuarenta, de los setenta, etc.

Mientras la mayoría se enfrascaba en la reestructuración de viñedos, cambiando la Bobal autóctona por lo que mandaba el mercado en ese instante (Tempranillos, Cabernets, Merlots), él quiso reivindicar lo clásico y pasar de lo coyuntural. Por entonces la Bobal apenas aparecía en tres o cuatro etiquetas de Requena, cuando no se ocultaba en el coupage. Nadie presumía de ella, más allá de algunos rosados.

Los antepasados, generación tras generación, no podían estar equivocados. Otra cosa era la adaptación al mercado, que la Bobal hizo ofreciendo lo que mejor podía: kilos y color a buen precio.

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Preciosas cepas de Finca El Terrerazo

Volver a la esencia

Como Sarrión buscaba vinos grandes, apostó por cambiar el sistema de poda, reducir la producción, buscar racimos pequeños, esponjados y sueltospara producir un vino terruñero, apegado al clima continental que apenas recibe el influjo del mar (son casi 100 kilómetros en línea recta) y al suelo de capa caliza y fondo francoarenoso. 

Está en la zona más alta de la planicie de Utiel y Requena, a unos 800 metros de altitud, casi a tiro de piedra de límite provincial de Cuenca, y con las montañas que nos separan de Teruel a un paso. Eso supone contraste térmico, algo que la uva agradece al final de la maduración y le da personalidad.

Transformó tempranillos en Bobal cuando otros los plantaban aquejados de riojitis rampante y potenció las viñas de bobal en alto, lejos de la humedad de las ramblas y sus prodigiosas pero mediocres producciones.

Era un loco, claro, y lograr los vinos que él quería no fue fácil. Y menos conseguir venderlos al precio que él consideraba que merecían; y encima, sin el amparo de una Denominación. Por algo era un apóstol.

Comenzó con un vino de mesa y en la lucha por la diferenciación más tarde consiguió su propio marchamo de calidad como Vino de Pago que, desde 2003 es una Denominación de Origen Protegida propia.

Su vino fue el primer valenciano que Parker probó y ensalzó. Los nada menos que 95 puntazos del Quincha Corral lo situaron entre los grandes. Entonces llegaron los conversos, aquellos que decían “no nos interesa un vino de Valencia, un bo ¿qué?”, y ahora querían presumir de descubrir la primavera de la Bobal.

Sarrión advierte que el secreto está en la constancia, no en un premio o puntuación pasajera. Esos 95 se repitieron varias veces y todos sus vinos se sitúan por encima del 90 que marca el top de calidad.

Ahora ya no hay que explicar qué es una Bobal y de aquel 97 % de exportación se ha pasado a un 60 % porque el mercado nacional, y el valenciano en especial, cuenta con el Mustiguillo en sus cartas. “Indudablemente, el éxito internacional trajo el local, no al revés”, subraya.

Recientemente el Finca El Terrerazo 2011 ha sido calificado como el mejor vino de España por Decanter

, si bien el Quincha Corral es el tesoro de Mustiguillo, ya que es un vino de dos quinchas o parcelas de viñedo pequeñitas, trabajado en agricultura ecológica y seleccionando al máximo las uvas de las cepas viejas. El que quiera un bobal de viñedo centenario tiene aquí su mejor expresión, como lo acredita la prensa especializada año tras año.

Pero como no todos los gustos son iguales, Toni Sarrión elabora otra gama de vinos a los que ha bautizado Mestizaje porque combina en ellos la Bobal con otras variedades más conocidas. Son vinos más asequibles para el consumidor y quizá más fáciles de entender, pero guardan la esencia de la filosofía de Mustiguillo: paraje, clima y artesanía.

En definitiva, vinos para disfrutar y que se pueden degustar in situ contactando con la bodega, que ofrece visitas guiadas y catas. La información está en www.bodegamustiguillo.com y merece la pena una escapada. Recuerden, a 9 kilómetros de la A-3.  

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