Hahoe (Corea del Sur): Despertar en el pasado en un inmenso decorado ancestral
El Hanok ha trasmitido arquitectónicamente los elementos básicos de la arquitectura tradicional de Corea, desde muchos siglos, tal vez desde hace 2.000 años. Suelo de madera, habitaciones diáfanas donde un pequeño cambio de los muebles da a la habitación un nuevo uso y una nueva funcionalidad. Por supuesto descalzo.
El atractivo de Hahoe ha hecho que muchos de sus habitantes acondicionen su propia casa (Hanok) para que puedas alojarte en ella. Confortables y con encanto. Las hay con techos de paja o con techos orientales de madera. Todo depende del estatus de su propietario.
La noche es perfecta, todo se queda en completo silencio, nada abierto, nadie paseando, te sientes sumergido en una película de ciencia ficción que te ha transportado al pasado como si estuvieras en un inmenso decorado ancestral. Estás tú y el entorno. El amanecer, cuando el pueblo empieza a generar su actividad, silenciosa, con las personas desplazándose hacia sus tareas cotidianas, sales del decorado para entrar en el pueblo, en su propia vida.
¿Qué ver en Hahoe?
Hahoe es un municipio que mantiene perfectamente su herencia cultural. Sus ritos, como las danzas de máscaras que se mantienen desde el siglo XII (Danza de Máscaras Byeolsingut). En 2010, la Unesco lo declaró Patrimonio de la Humanidad. Por supuesto hay tiendas donde puedes adquirir una de ellas.
Rodeado por el río Hwacheon, que lo envuelve totalmente (de ahí el origen del nombre que viene a significar algo así como “rodeado por el río”), es de una belleza sublime. Lonely Planet dice que “lo más parecido que tiene Corea a una máquina del tiempo es la aldea tradicional Hahoe”. Con un árbol centenario, más de 600 años, en el centro del pueblo llamado “antiguo árbol del espíritu” donde todavía se realizan los rituales.
Por supuesto, Corea del Sur ha sufrido guerras e invasiones, pero la ubicación tan estratégica de esta población le ha permitido ser ajena totalmente. Nunca ha sufrido una ocupación y eso le ha permitido mantener toda su arquitectura original.
La gastronomía típica
El Jijmdak, originario de Andong (la provincia donde nos encontramos) se elabora con pollo y verdura, pero bien marinados teniendo en cuenta una salsa de soja coreana (ganjang), se cocina a fuego lento y, en función de los ingredientes que le añaden, puede tener un sabor u otro. Por supuesto picante. Confieso que me encanta el picante, pero no siempre los españoles estamos acostumbrados y nos ocurre mucho en países, como México, India,… donde debemos estar prevenidos.
Lo ideal es combinarlo con un entrante de Kimchi, basado en la col asiática o el repollo, pero con una preparación fermentada. Se pueden utilizar otros ingredientes, esto está en función de la receta y la zona de corea donde te encuentres. Y, por supuesto, picante.
Esta experiencia de viaje hay que combinarla con Jeonju, una ciudad que todavía escapa de las miradas del turista extranjero, pero que es muy común para el nacional. Su aldea tradicional es impresionante, de nuevo repleta de Hanoks, cientos de casas tradicionales entorno a calles con adoquín (Jeonju Hanok Maeul) en pleno centro de la ciudad (la mayor colección de Hanoks del país). Casas habitadas, llenas de vida con talleres artesanales, teterías… todavía fabrican papel a mano.
Pero la otra cara de Jeonju es su extraordinaria gastronomía, tanto es así que en 2012 obtuvo el título de “Ciudad de la gastronomía de la Unesco”. Es la cuna del “bibimbap”, los propios coreanos dicen que aquí sabe mejor. Se trata de un bol de arroz con verduras, pasta de chile y huevo.
La comida en la calle es otra experiencia que sorprende, con todos los platos tradicionales (incluyendo el hotteok, que son tortitas integrales), incluso los fines de semana se puede cenar hasta muy tarde en el mercado nocturno (algo a lo que los españoles estamos más acostumbrados). Por la noche es típico pedir un “makgeolli”, un licor de arroz sin filtrar, muy tradicional coreano, y el del bar te sirve una ronda de comida gratis cuando pides una tetera de makgeolli.
Al atardecer una bonita experiencia es ver la puesta del sol en la “Martyr Mountain”, además de unas preciosas vistas de la ciudad desde la cima. Aquí están enterrados los cristianos que eran ejecutados donde hoy se alza la Jeondong Catholic Church. La carga histórica y lo que simboliza es sobrecogedor.
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