Desde el corazón mismo del barrio del Carmen de València, Ramón Esteve proyecta sus casas unifamiliares que le han dado fama mundial o las colecciones de mobiliario de exterior que equipan los hoteles más lujosos. Pero también acomete proyectos de gran envergadura y da los últimos toques a la internacionalización de su estudio, mientras la Feria Hábitat le homenajea con una muestra retrospectiva de su trabajo como diseñador.
-Estudió la carrera de arquitectura en Madrid, pero volvió pronto a la Comunitat Valenciana.
– Sí, me establecí en Ontinyent, de donde es mi familia, y allí ejercí durante unos años antes. Luego vine a València, me hice profesor de la Escuela de Arquitectura de la UPV e hice el doctorado. He estado quince años dando clase, hasta el año pasado, en que ya fue imposible compatibilizar el ejercicio profesional con la docencia.
– Además de la actividad como arquitecto, muy pronto se vuelca en el diseño de producto.
– Empecé a diseñar a pequeña escala un poco por la importancia que le doy al detalle en cualquier proyecto. Hice una casa en Ibiza, Na Xamena para José Gandía Blasco, de Ontinyent y diseñé los muebles. Él vió el potencial y decidió fabricarlos. En aquella época había poco mobiliario de exterior. O era superelitista o era de hipermercado. Así que sacamos la colección, que fue evolucionando hasta el modelo actual de aluminio y polietileno.
A partir de ahí viene esa evolución de concebir la arquitectura de una manera experiencial, una obsesión porque el espacio estuviera controlado. Descubres que todos los arquitectos de las vanguardias del siglo XX han pasado por esa inquietud de diseñar algo que sea como una filosofía completa: no solo el espacio, sino todos los elementos que forman parte de él.
Es lo que llamaba Wagner el Gesamtkunstwerk, la obra de arte total, una idea que recoge la Bauhaus y desde la idea de arte total llegas a la de experiencia. Al final, un espacio es un escenario donde se desarrolla tu vida y todos los elementos que hay te cuentan cosas. Dentro de esa visión tienes el objeto como un nexo de unión entre el hombre y el espacio. Por eso me parece tan interesante. De hecho, mi tesis doctoral va de eso (La fabricación del interior. Arquitectura y mobiliario en la contemporaneidad). Además, la tesis la he convertido en un blog.
– ¿Tiene vocación docente?
– Conforme está enfocada la universidad española es una lástima -yo tengo vocación docente, es algo que me encanta- las fórmulas que hay… es que no puedo disponer de las horas que me piden. Es una pena no poder compartir mi experiencia profesional con los estudiantes.
Colaboro esporádicamente en algún máster, dando conferencias, pero me gusta mucho el contacto directo con alumnos, comprobar que aprenden y ver su evolución es algo muy bonito.
Bombas Gens ha sido un hito personal y un reto, según reconoce el arquitecto y diseñador
– Ha pasado de proyectar casas unifamiliares a obras muy importantes.
– Y unifamiliares… Dan mucha visibilidad. Hago hospitales, hoteles, centros de arte, restaurantes, tiendas, producto, comunicación… Nos dimos cuenta que las viviendas tenían muchísima difusión, así que centramos nuestra estrategia de comunicación en casas y diseño, en donde estamos cada vez más fuertes.
No puedo contar mucho de proyectos, porque esto va lento, pero estamos con dos empresas americanas muy fuertes y otras dos italianas, también muy potentes, además de todas las españolas con las que estamos trabajando.
– De hecho, la próxima Feria Hábitat le va a dedicar una retrospectiva.
– Sí, nos ceden un espacio para hacer una instalación con una selección de producto. Vamos a hacer una instalación que plasma la filosofía de mi trabajo.
– Aunque las casas tengan mucho tirón, los proyectos grandes…
– Nos interesan. Hemos hecho ahora un proyecto para Abu Dabi, solo el concepto. Hemos aprovechado la experiencia que tenemos en proyectar casas y la hemos aplicado a algo de mucha más envergadura: una urbanización con un centenar de viviendas, una marina, un centro comercial, una mezquita… Hemos hecho el máster plan y un avance de todas las casas. Estamos negociando más proyectos de esta envergadura fuera de España.
– Esto nos lleva a planes de internacionalización.
– Europa ya está construida, hay que construir en los países emergentes. Suena muy bien decir que haces cosas fuera, pero hay que contar con el coste personal.Este mes abrimos oficina en Asia, de la mano de una empresa local, con el objetivo de llegar a todos los países de la zona, incluso a los más desarrollados de África.
Esto va a ir poco a poco, porque somos pequeños. Ahora somos unas veinticinco personas entre arquitectos, diseñadores, comunicación visual… Una cosa es tener visibilidad porque hacemos cosas chulas y otra es ser un estudio grande y potente, que muchas veces ni el público conoce.
– Ese planteamiento de abarcar casi todo lo que el cliente pueda pedir…
– Sobre todo en el aspecto estético, es muy importante la dirección artística, que la forma de comunicar sea coherente con todo lo que haces. Puedes hacer un catálogo, un estand o lo que sea con la misma filosofía y esa es una de las cualidades más fuertes que tenemos nosotros: coger un proyecto y desarrollar todos los elementos.
«València está ahora en uno de sus mejores momentos desde mi visión personal. Mi percepción es que la ciudad está dinámica, viva (…) ahora nos hemos dado cuenta de que podemos hacer muchas más cosas y eso es muy interesante».
– Bombas Gens fue un hito personal.
– Y un reto. Ha sido un proyecto difícil, porque yo no lo abordé desde el principio, sino que tuve que adaptarme a lo que ya se había realizado. Ha sido algo muy interesante, estoy muy contento con el resultado.
– ¿Se aborda de forma distinta una vivienda que un proyecto corporativo?
– No sé quien lo ha dicho, lo leí hace poco: todos los edificios son una casa. De hecho esto enlaza con nuestro claim, espacios donde apetece vivir… o trabajar, descansar, comprar… La idea suena un poco hedonista, pero no es algo superficial, sino que tiene que ver con la humanización del espacio y la calidad del entorno.
Eso es fundamental, no es lo mismo crecer en un barrio bonito y armónico que en uno degradado. Parece como si la estética fuera algo añadido y superficial. Todo lo contrario, nos movemos por la belleza, entendida como algo más profundo: armonía, orden… valores que tengo en cuenta cuando describo la arquitectura. Hablo también de identidad, de afinidad y empatía. Si las calles tienen todo esto, es positivo. En una escuela bonita se aprende mejor.
– Ya que estamos, hablemos de urbanismo.
– A mí me gusta el término urbanismo emocional. ¿Por qué nos sentimos mejor en un casco histórico? Llegas a la plaza del Carmen y enseguida conectas, más que si te encuentras en un ensanche de extrarradio que puede ser una calle de cualquier sitio de cualquier ciudad.
El urbanismo no es solo el aprovechamiento, la densidad y los trazados. El nuevo urbanismo debe ir mucho más allá de las infraestructuras. Debemos aprender de las ciudades antiguas y alejarnos del urbanismo mal entendido, donde las infraestructuras mandan sobre la humanización del espacio.
El aprovechamiento y las densidades están muchas veces decididas por parámetros que no tienen nada que ver con la percepción del habitante de ese barrio. Ahora somos más conscientes de la sostenibilidad, de cuestionarnos los nuevos modelos de movilidad. Yo creo que al coche, tal y como lo conocemos, le quedan cuatro días. Vamos a tener que replantearnos las ciudades y la ciudad antigua es posible que funcione mejor que la moderna.
– Porque estamos asistiendo a un cambio de hábitos.
– Fíjate en los centros de las ciudades que se han revitalizado. El centro comercial es fácilmente sustituible por el comercio electrónico, pero el comercio del centro de las ciudades tiene un componente lúdico y de relación social que no tiene un centro comercial.
La mayoría de las cosas que pasan en las ciudades son espontáneas. Pero puedes reconducir y tomar decisiones para que la ciudad vaya por el camino que toca.
Lo que no tiene sentido es continuar haciendo ampliaciones de ciudades con fórmulas que ya eran obsoletas a mediados del siglo pasado, con el urbanismo del zoning. En la ciudad antigua se mezclaba todo: una persona vivía, trabajaba, compraba y disfrutaba de su ocio en un lugar donde se producía un compendio de relaciones complejas interesantísimas. El zoning hace que trabajes en un sitio, duermas en otro y te diviertas en otro. Eso es terrible.
– ¿Cómo ve València tras años de obras faraónicas y ruina económica?
– Estas locuras a veces tienen que ver con coyunturas. Hubo un momento que entraba muchísimo dinero con los fondos Feder. ¿Se podría haber hecho mejor? Por supuesto. Al menos en España se quedaron unas infraestructuras de mucha calidad. Hemos pasado de crear infraestructuras a llenarlas de contenido y estamos en ese momento. Tras el batacazo, se piensa mucho más a la hora de construir una infraestructura.
València está ahora en uno de sus mejores momentos desde mi visión personal. Mi percepción es que la ciudad está dinámica, viva… Ha pasado una cosa y es que antes parecía que todo lo tenía que hacer la Administración y ahora nos hemos dado cuenta de que podemos hacer muchas más cosas y eso es muy interesante.
Lo que ha pasado con La Marina, cuya dirección, con pocos recursos y todas las hipotecas imaginables está haciendo un trabajo muy bueno en la zona de la ciudad que más potencial tiene. Lo interesante es que -hablando del zoning- La Marina no se ha focalizado en el ocio, sino que le meten complejidad para que durante las 24 horas del día pasen cosas y para ello hacen falta todas las actividades propias de la ciudad.
Las dos zonas de más potencial en la ciudad son el frente marítimo y el barrio del Carmen. Es curioso, el Carmen ha sido ocupado más por los que veníamos de fuera. Cuando dije de venirme aquí me decían que estaba loco.