Navidad con recargo: ¿pueden cobrar por cancelar una reserva en un restaurante?

La Navidad es, por excelencia, el mes más rentable para la hostelería. Las comidas de empresa, las cenas familiares y los reencuentros entre amigos multiplican el consumo en bares y restaurantes, con una acumulación de reservas especialmente intensa en fechas clave como el 25 y el 31 de diciembre.

Este pico de demanda pone en el centro del debate algunas de las prácticas del sector, desde el cobro por la cancelación de reservas hasta el encarecimiento de los menús festivos. Todo ello en un contexto marcado por la presión que afrontan los establecimientos para equilibrar la falta de personal, la subida de los costes y las expectativas de una clientela dispuesta a celebrar, pero no siempre a pagar cualquier precio.

Diciembre: el mes de oro de la hostelería

Según datos de Hostelería de España, la mayoría de los establecimientos hosteleros en España afronta la campaña navideña con buenas expectativas (44,4%), aunque el optimismo convive con la cautela. Casi tres de cada diez empresarios (29,3%) prevén unos resultados regulares y solo un 8,1% anticipa una campaña negativa, mientras que un 18,2% confía en que sea muy buena.

En términos generales, el sector espera una Navidad similar a la del año pasado, si bien un 26% de los negocios cree que la campaña mejorará.

Las reservas, por su parte, se mantienen en niveles parecidos a los de 2024 para el 45,2% de los encuestados, aunque un 38,7% percibe una caída, lo que pone de relieve que la hostelería sigue afrontando dificultades para consolidar su crecimiento. La mayor parte de las reservas se concentra en diciembre (47%), pero noviembre también supone un volumen importante (43,37%).

Cobrar por cancelar una reserva

No son todos los locales, pero el incremento de celebraciones lleva a que muchos establecimientos hosteleros impongan condiciones que, en algunos casos, resultan perjudiciales para los clientes e incluso podrían vulnerar la normativa vigente, tal y como vienen denunciando las organizaciones de usuarios y consumidores.

Una de las prácticas que más se ha extendido en los últimos años es la exigencia de facilitar una tarjeta de crédito en el momento de realizar la reserva, especialmente cuando se trata de grupos numerosos. De este modo, el restaurante se reserva el derecho a cargar una cantidad si la cancelación se produce con escasa antelación o si los comensales no se presentan en el local.

El fenómeno de las denominadas «reservas fantasma» ha crecido de forma notable y supone un perjuicio económico importante para los hosteleros, sobre todo cuando se trata de mesas grandes, que conllevan una planificación y unos costes mayores. Pero no todas las medidas para combatirlo resultan proporcionadas y algunas pueden considerarse abusivas.

FACUA-Consumidores en Acción advierte de que cobrar al cliente por cancelar una reserva puede constituir una práctica abusiva si se impone una penalización injustificada por un servicio que finalmente no se ha prestado. La asociación alerta de un aumento de establecimientos que incluyen este tipo de cláusulas al formalizar la reserva, con cargos que pueden ser totales o por comensal en caso de no acudir a la cita o de cancelar fuera del plazo fijado.

Según la organización, este tipo de cobros solo podría estar justificado en situaciones muy concretas, como cancelaciones de última hora en reservas de un número elevado de personas, que sí pueden ocasionar un perjuicio real al restaurante.

El menú navideño bajo la lupa

Según datos de Hostelería de España, el encarecimiento de los menús navideños se ha generalizado este año. Un 58,8% de los establecimientos reconoce haber subido los precios, aunque en la mayoría de los casos el incremento ha sido contenido: hasta un 3% en el 39,1% de los negocios. Pese a ello, las tarifas se mantienen, en términos generales, dentro de una horquilla que va de los 30 a los 55 euros por comensal.

La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) alerta, además, de la proliferación de prácticas que considera abusivas durante estas fechas. Entre ellas, destaca la obligación de contratar un menú cerrado en lugar de permitir elegir a la carta, o la imposición de un único menú para toda la mesa, sin tener en cuenta posibles alergias o intolerancias alimentarias. A esto se suma el cobro de suplementos elevados por algunas de las opciones incluidas en el propio menú.

La OCU también señala otras irregularidades frecuentes, como la ausencia de una carta física y la obligación de consultar los precios únicamente mediante códigos QR; la falta de información clara en los productos anunciados «según mercado», sin una referencia objetiva como el precio por kilo; o no informar previamente del coste de los platos fuera de carta. Asimismo, considera abusivo cobrar por el servicio de mesa o el cubierto, facturar el agua del grifo o rechazar el pago en efectivo.