¿Por qué Rotterdam sigue siendo el eterno ‘coladero’ de plagas de Europa?
Mientras el mayor puerto de Europa abre sus muelles, las plagas invaden nuestros campos provocando un riesgo creciente para la citricultura mediterránea
Cada temporada, millones de cítricos sudafricanos cruzan el Atlántico para acabar en los lineales de los supermercados europeos. Junto a esa fruta brillante y barata, viajan también plagas invisibles. Todo empieza en el puerto de Rotterdam, un ‘coladero’ incesante que desde hace años deja pasar amenazas que ponen en jaque a la citricultura española. Mientras los muelles neerlandeses facturan millones, el campo mediterráneo paga la factura.
¿Sabe de dónde viene realmente la naranja que compra en el supermercado? Quizá su viaje empezó bajo el calor polvoriento de un campo sudafricano, donde fue recolectada a mano antes de pasar días encerrada en la penumbra helada de un contenedor reefer cruzando el Atlántico. Así llega al puerto más grande de Europa. Allí, entre grúas y kilómetros de muelles, la fruta apenas descansa. Bastan unas horas de papeleo, un control superficial y la mercancía se libera hacia el corazón de Europa. A bordo de camiones y trenes refrigerados, la naranja sudafricana se reparte a toda velocidad hacia mercados ‘hambrientos’ de fruta fresca: Alemania, Francia, Portugal… y sí, también hacia almacenes en España, donde el cítrico, competidor y potencial vector de plagas, se codea con la producción local. En ese salto invisible de frontera empieza la preocupación de miles de agricultores mediterráneos.
En la Unión Europea hay una puerta de entrada que, para el sector citrícola español, se ha convertido en una auténtica pesadilla: el puerto de Rotterdam. El mayor puerto marítimo de Europa y uno de los más grandes del mundo no solo canaliza cada año millones de toneladas de mercancías, sino que actúa, según denuncian agricultores y organizaciones agrarias, como un coladero de plagas agrícolas que ponen en jaque a la citricultura mediterránea.
El origen
Hasta el año 2015, buena parte de los cítricos sudafricanos entraban en Europa por puertos españoles, ya que empresas, sobre todo valencianas, los compraban en verano para cubrir la demanda fuera de temporada. Pero, cuando España endureció los controles y empezó a rechazar cargamentos por riesgo de plagas, los exportadores sudafricanos intentaron convencer a autoridades y organizaciones agrarias de que no había peligro y que sus envíos solo complementaban la producción local. Al no lograrlo, redirigieron el grueso de sus exportaciones a Rotterdam, donde los controles se centran en la seguridad del consumidor, no en proteger la agricultura del sur. Allí, los intereses de los importadores siguen jugando a su favor.
España, principal productor y exportador europeo de cítricos frescos, lleva años advirtiendo del riesgo fitosanitario que suponen los cargamentos procedentes de terceros países como Sudáfrica o Egipto, que acceden al mercado único comunitario a través de puertos del norte, esquivando los controles más estrictos, como decíamos, de puertos españoles como el de Valencia o el de Algeciras.
Alarma en el sector
Cada año, entre 550.000 y 700.000 toneladas de cítricos procedentes de países extracomunitarios –sobre todo de Sudáfrica, Egipto, Argentina y Uruguay– desembarcan en Rotterdam. Fuentes del Comité de Gestión de Cítricos (CGC) explican que el puerto neerlandés concentra aproximadamente el 70% de la entrada de cítricos sudafricanos, «que buscan así rutas comerciales más laxas en controles para llegar a consumidores europeos». Sin embargo, lo que para el comercio global es eficiencia logística, para nuestro campo es una amenaza directa.
Según Cristóbal Aguado, presidente de AVA-ASAJA, «los exportadores citrícolas sudafricanos decidieron hace diez años evitar los puertos españoles y concentrar su entrada por Rotterdam, con el objetivo de esquivar los controles fitosanitarios más rigurosos del Ministerio de Agricultura».
Plagas que cruzan fronteras
Recientemente, en junio de 2025, la Comisión Europea volvió a interceptar cargamentos de cítricos sudafricanos infestados con mancha negra (Phyllosticta citricarpa) y falsa polilla (Thaumatotibia leucotreta), dos amenazas de cuarentena que podrían tener consecuencias devastadoras. «Si se introdujeran y expandieran en Europa, causarían gravísimos daños a nuestra agricultura. No existe ni un solo caso exitoso de erradicación tras su introducción en una nueva zona», alerta Aguado.
La mancha negra afecta a la calidad externa de la fruta y encuentra en las variedades tardías de naranja y limón un caldo de cultivo ideal. La falsa polilla, por su parte, podría provocar mermas medias de hasta el 26% de la producción citrícola y extenderse, además, a otros cultivos como frutas de hueso, caquis, manzanas o viñas.
¿Por qué ocurre esto? Aguado responde que el problema es estructural: «En Países Bajos, al no haber naranjos, no tienen la misma preocupación por sufrir nuevas plagas y sus intereses primordiales son puramente comerciales. De hecho, la inspección fitosanitaria tiene entre sus accionistas a empresas privadas que también se encargan de la importación: el zorro guardando el gallinero».

Una vez dentro de la UE vía Rotterdam, la mercancía circula sin trabas por todo el territorio comunitario. Esto convierte la falta de controles homogéneos en un talón de Aquiles para la seguridad alimentaria europea. «La Unión Europea debería armonizar los controles fitosanitarios en todos los puertos europeos, de manera que Rotterdam tuviera el mismo grado de detección de plagas y enfermedades que Valencia», reclaman desde AVA-ASAJA.
Una solución incompleta
En 2022, la UE aprobó el tratamiento en frío obligatorio para las naranjas sudafricanas, pero no para otros cítricos como mandarinas o pomelos. Para Aguado, esto es insuficiente: «Según los criterios científicos, otras especies citrícolas también son susceptibles de expandir la falsa polilla. Mientras tanto, permanece el riesgo intolerable de entrada a través de mandarinas y pomelos».
El efecto de esta laxitud ya se nota: AVA-ASAJA cifra en 80 millones de euros anuales las pérdidas de los productores valencianos por plagas y enfermedades importadas. A plagas clásicas se suman nuevas amenazas como el Scirtothrips aurantii, pequeños insectos del sur de África que desde 2024 causan estragos en cítricos, caquis y granadas, disparando costes de producción y provocando un desperdicio alimentario récord a pie de campo.
Mientras tanto, la respuesta de Bruselas sigue sin llegar. El sector demanda más controles en frontera, investigación y tratamientos eficaces, pero, como lamenta Aguado, «la Comisión guarda silencio ante la petición de reintroducir un límite máximo de detecciones, a partir del cual deban cerrarse las fronteras a las importaciones de un país tercero».
Un modelo dividido
El caso de Rotterdam ilustra la falta de unidad de la UE. «No se comporta como un espacio único, sino como un conglomerado de 27 países que defienden sus intereses, aunque algunos sean contrarios a los de otros socios», denuncia Aguado. En otras palabras, la competitividad comercial de un puerto neerlandés puede convertirse en una grieta por la que se cuelan amenazas fitosanitarias que ponen en jaque a toda la agricultura mediterránea.
Mientras la mancha negra y la falsa polilla siguen acechando desde contenedores refrigerados, el campo español pide una única cosa: controles justos y homogéneos en toda la frontera comunitaria. Solo así se evitará que Rotterdam siga siendo, como muchos agricultores califican ya, ‘la gran autopista’ de entrada de plagas de Europa.
Cinco claves para entender la situación
1. Más del 70% de los cítricos sudafricanos llegan a Europa a través del puerto de Rotterdam, con controles fitosanitarios menos estrictos.
2. Países Bajos no tiene producción citrícola, por lo que el riesgo de plagas locales es inexistente para ellos. Los intereses comerciales pesan más que los fitosanitarios: importadores y revisores son los mismos actores.
3. Los cítricos sudafricanos se usan para abastecer Europa en contratemporada, cuando en España no hay producción.
4. Plagas como la mancha negra o la falsa polilla viajan ocultas en la fruta y pueden arruinar los cultivos mediterráneos.
5. Bruselas ha impuesto medidas parciales, como el tratamiento en frío, pero han demostrado ser escasas e insuficientes.
Sara MartíCoordinadora editorial. Graduada en Periodismo por la Universidad Jaume I, estoy especializada en contenido web y ediciones digitales por el Máster en Letras Digitales de la Universidad Complutense de Madrid. Mi experiencia en el mundo de la comunicación abarca desde el institucional hasta agencias y medios de comunicación. Al día de la actualidad empresarial y financiera en Economía 3 desde marzo de 2021.
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