Ciudad del Cabo, un lugar multicultural con sello propio de identidad
Llegar al cabo de Buena Esperanza. Seguramente ese era el deseo de muchos de los que navegaban desde Asia hacia Europa, pues al llegar al cabo de Buena Esperanza, debían evitar caer en el error de ingresar a la Falsa Bahía, donde, según se dice, decenas de barcos sucumbieron. Una vez superado este peligro, se alcanzaba la auténtica bahía de Ciudad del Cabo, con su isla central, Robben Island, famosa por haber sido el lugar donde Nelson Mandela estuvo encarcelado durante 18 años.
La península del Cabo se ha convertido para mí en uno de los lugares de visita obligatoria dentro de nuestros planes de viaje, de una preciosidad exquisita: sus playas, sus poblaciones, las casas frente al mar, el paisaje…. No imaginas esto en África. Les sobra un poquito de viento, pero por lo demás es realmente un paisaje idílico.
Conserva rincones muy especiales como la playa de Boulders, una preciosa reserva de pingüinos africanos, Duiker Island y sus focas o The Wharfside Grill Mariners’s Wharf Hout bay, un restaurante donde disfrutar de una maravillosa langosta y que te hace sentir como si estuvieras en el comedor de oficiales de un navío de madera, una decoración sorprendente, con todo lujo de detalles y vistas al mar.
El país con la mejor calidad de vida de África
La península, y todo lo que existe a ambos lados del Table Mountain National Park, es de una gran belleza: buena gastronomía, paisajes espectaculares junto al mar, poblaciones con muchísimo encanto. Para mí, que conozco 24 países de África, esto es único.
Pero atentos, por su nivel y calidad de vida ocupa la posición primera en África. El gobierno de los últimos años consiguió que el PIB de la ciudad creciera un 12%, la delincuencia bajara un 90% y el desempleo descendiera. Son las señas de identidad de una buena gestión, para una de las ciudades más multiculturales del mundo, donde conviven diferentes grupos étnicos y culturales. Así lo reflejan sus barrios, sobre una ciudad muy extensa que casi alcanza los 4 millones de habitantes.
Tiene el fantástico parque del Table Mountain, al que también podemos acceder por funicular y disfrutar de unas vistas increíble sobre la ciudad y el mar. Cando veas el barrio de Camps Bay, frente al mar, con construcciones modernas y sus vistas impresionantes, entenderás mucho mejor el atractivo de esta ciudad, que en 2014, New York Times y el Daily Telegraph la eligieron como mejor lugar del mundo para ser visitado.
Una ciudad multicultural
Esa variedad cultural la puedes identificar fácilmente en el barrio de Bo-Kaap, a los pies de Signal Hill, ahora habitado por población de mayoría musulmana, repleto de casas con un máximo de dos alturas y de diferentes colores. Para llevarte un recuerdo especial también recorrer Long Street, una de las calles mas antiguas y con un fantástico ambiente, que refleja perfectamente el estilo victoriano. Está repleta de bares, discotecas, hostales, pubs, pero también curiosas tiendas. No obstante, para buscar algún recuerdo africano, yo me acerqué a Greenmarket Square, una histórica plaza donde todos los días te tropiezas con un mercado repleto de souvenirs africanos y artesanías.
Un lugar que merece una atención especial, por que hay de todo para comer y un ambiente fantástico, es el Waterfront, el lugar al que todos vamos inevitablemente. Se trata de un antiguo puerto que un proyecto de la ciudad permitió reconvertir en zona de entretenimiento.
Con edificios victorianos, este lugar te acerca a una ciudad costera europea con un encanto singular. Además, las esculturas de los cuatro sudafricanos que consiguieron el Premio Nobel de la Paz me parecen de un simbolismo extraordinario en esta zona. Desde aquí hay también todo tipo de salidas hacia el mar para ver ballenas, realizar recorridos en helicóptero o lanzarte en parapente sobre la ciudad.
Una ciudad con sello propio de identidad
La ciudad tiene su propio sello de identidad, terriblemente atractiva, y diferente a lo que encontraras en África. Por sí misma vale la pena un viaje, pero para darle un plus, algo de lo que puede presumir esta región es de sus viñedos y sus vinos. Es una atracción que merece la pena combinar con un recorrido por los alrededores, visitando algunas de las fincas más atractivas y disfrutando de una cata o un maridaje.
Me animo a recomendarte una, pero te aseguro que hay muchas: Babylonstoren, una de las granjas holandesas más antiguas, en el valle vinícola de Franschhoek. Han hecho una inversión espectacular para fomentar el enoturismo y el turismo gastronómico. Con sus instalaciones y su alojamiento precioso, te sientes desconectado de todo, en plena naturaleza, entre viñedos y con unos jardines realmente sorprendentes. Y está solo a 53 kilómetros.