La gestión de las organizaciones y el paso de la DANA
La reciente DANA que pasó por la Comunidad Valenciana no solo dejó un estremecedor rastro de destrucción, sino que también puso de manifiesto la necesidad urgente de gestionar mejor la incertidumbre en situaciones críticas.
Fenómenos como este, aunque inevitables, no deberían pillarnos desprevenidos teniendo en cuenta la historia de la “gota fría”, ahora llamada DANA, especialmente en la costa mediterránea. Y para ello podemos reflexionar sobre cómo herramientas y estrategias propias del ámbito empresarial pueden contribuir a una mejor respuesta frente a estos fenómenos naturales.
Cuando un desastre de estas dimensiones ocurre es inevitable que se genere caos, confusión y, en ocasiones, un sentimiento de impotencia. Sin embargo, en cada crisis también reside una oportunidad para mejorar.
En el ámbito empresarial, la resiliencia y la adaptabilidad son valores esenciales que permiten sobrevivir a las adversidades, aprender de ellas y salir fortalecidos. Estas mismas premisas pueden y deben aplicarse a la gestión de fenómenos naturales, donde el liderazgo efectivo y la planificación estratégica son fundamentales.
La importancia del liderazgo
Un elemento esencial en cualquier gestión eficaz es el liderazgo. Durante una crisis, los líderes tienen la responsabilidad de actuar con rapidez, pero también con empatía hacia las personas afectadas. En el entorno empresarial, los mejores líderes son aquellos que inspiran confianza a través de acciones decisivas y auténticas. Lo mismo sucede en una emergencia climática como la ocurrida en Valencia: la capacidad de conectar con las víctimas, entender sus necesidades y dar respuestas claras y coordinadas es un acto humano, pero también una estrategia necesaria para generar credibilidad y eficacia en la gestión.
Herramientas de gestión como el Modelo EFQM son útiles en estos escenarios. Modelos como este promueven la anticipación y la agilidad organizacional, elementos que permiten a las empresas, ya sean grandes o pequeñas, enfrentar incertidumbres y adaptarse rápidamente a circunstancias cambiantes. Si trasladamos estos principios a la gestión de fenómenos naturales podemos diseñar estrategias más robustas y estructuradas que minimicen el impacto de futuros eventos extremos.
La tecnología, crucial
En este contexto, la tecnología juega un papel crucial. Por ejemplo, el análisis de datos a través de big data o machine learning ofrecen la posibilidad de identificar patrones y tendencias que anticipan la llegada de fenómenos climáticos extremos. Estas herramientas, combinadas con sistemas de alerta temprana y monitorización en tiempo real, pueden facilitar decisiones más informadas y proactivas.
Es imprescindible que estas capacidades tecnológicas sean integradas tanto en la gestión empresarial como en los planes de prevención y respuesta de las administraciones públicas.
La resiliencia no se construye en solitario
Otro aspecto fundamental es la colaboración. Si algo hemos aprendido del entorno empresarial es que la resiliencia no se construye en solitario. Las alianzas estratégicas entre diferentes agentes, desde autoridades locales hasta empresas y ONG, son esenciales para garantizar una respuesta eficaz y coordinada.
En situaciones como la vivida en Valencia, una falta de alineación entre los distintos actores puede exacerbar las consecuencias del desastre. Sin embargo, una comunicación fluida, acompañada de un enfoque cooperativo, es clave para gestionar estas crisis de manera más eficiente.
No podemos olvidar la importancia de preparar a la sociedad para actuar en situaciones de emergencia. Así como las organizaciones realizan simulacros y entrenamientos para mejorar su capacidad de reacción ante eventualidades, necesitamos garantizar que la población esté igualmente preparada. Los protocolos claros, los entrenamientos regulares y la sensibilización son herramientas tan valiosas como cualquier tecnología avanzada.
La DANA, una hoja de ruta hacia el futuro
Lo que la DANA en Valencia nos deja no es solo una lección de lo que pudo haberse hecho mejor, sino también una hoja de ruta hacia el futuro. Es posible aplicar los principios de excelencia en gestión para enfrentarse a los desafíos climáticos de manera más efectiva. En lugar de centrarnos únicamente en reparar los daños, debemos aprender de esta experiencia para anticiparnos a futuros eventos.
La prevención, la innovación y la sostenibilidad deben convertirse en pilares de nuestra relación con el entorno, priorizando siempre el bienestar de las personas.
Con liderazgo, tecnología y cooperación, es posible transformar estos episodios en catalizadores de cambio positivo. Aunque no podemos controlar la naturaleza, sí podemos prepararnos mejor para convivir con ella, adoptando un enfoque proactivo que priorice la excelencia en cada paso del camino. La DANA fue un recordatorio doloroso, pero también una invitación a mejorar, a innovar y, sobre todo, a no repetir los errores del pasado.