El Gobierno de España y la Generalitat Valenciana han cuantificado, en una primera estimación provisional, en 2.600 millones de euros el coste de restaurar infraestructuras afectadas por la DANA en la provincia de Valencia, que ha dejado más de 200 víctimas mortales y al menos 89 desaparecidos.
Los expertos coinciden en que es difícil estimar el costo aproximado de la reconstrucción de todas las infraestructuras en la zona, dada la magnitud de la catástrofe. Entre los elementos dañados se encuentran puentes destruidos, kilómetros de vía férrea inutilizables, redes de alcantarillado y alumbrado afectadas, así como calles de municipios totalmente destrozadas. A esto se suman miles de viviendas de ciudadanos en las áreas afectadas por las inundaciones.
Los daños en las infraestructuras y la red de transporte de l’Horta Sud, la comarca más afectada por la DANA, están causando problemas de movilidad tanto para los ciudadanos de dicha zona, como a las poblaciones situadas al sur, como Alzira o Xátiva, y a toda el área metropolitana en general. Además, el hecho de que el acceso al Puerto de Valencia sea únicamente por el sur provoca que la ruta de los camiones condicione la movilidad en la capital, e incluso, en sus accesos al norte.
Una de las principales lecciones de esta DANA, según los expertos, es la necesidad de reflexionar sobre métodos que protejan tanto a las personas como a las infraestructuras para evitar el caos que se está viviendo en estos días en la provincia de Valencia.
El coste de la reconstrucción
Respecto a lo que costará la reconstrucción de las infraestructuras dañadas, el catedrático de Proyectos de Ingeniería y director de la ETSICCP de la Universitat Politècnica de València (UPV), Eugenio Pellicer, asegura que «es muy complicado dar una cifra».
Según el experto, además de la inversión necesaria para reconstruir todo lo que ha quedado dañado, se debe tener en cuenta una cantidad adicional «para desarrollar las infraestructuras necesarias que eviten que esto vuelva a ocurrir en el futuro, fundamentalmente el encauzamiento de la Rambla del Poyo, sus afluentes y ramificaciones, con un enfoque integral similar al Plan Sur del río Turia».
Por su parte, el docente del Máster Universitario en Energías Renovables de la Universidad Internacional de Valencia (VIU), Miguel Ángel Piqueras, considera que cuando avancen las tareas de inspección, se podrá disponer de cálculos más precisos que modifiquen ligeramente la estimación inicial. «Capítulo aparte sería la evaluación de las pérdidas económicas consecuencia de la no operatividad de ciertos tramos de carretera o ferrocarril durante un periodo que, en algunos casos, parece que será de semanas e incluso meses», apunta.
Más de 900 trabajadores sobre el terreno
En estos momentos, 930 trabajadores y 319 máquinas trabajan para reconstruir los estragos causados por la DANA, según ha informado a través de su cuenta de X (anterior Twitter) el ministro de Transportes y Movilidad Sostenible, Óscar Puente. En lo que respecta a ADIF, se está trabajando en la reparación de la línea de alta velocidad entre Madrid y Valencia, así como en las líneas de Cercanías C-1, C-2 y C-2. En cuanto a las carreteras, se encuentran en reparación y cerrados al tráfico un total de 42 km en la A-7, el punto más crítico, y en la N-330, en la N-332 y en la N-3.
El docente de la VIU prevé que los trabajos de reposición se extiendan «hasta varios meses» en los tramos que han sufrido mayores estragos. Cabe recordar que más de 50 carreteras, la mayoría de la red secundaria, se han visto afectadas por el temporal. Además de la importancia del tramo de la A-7, la N-330 se ha visto «muy seriamente dañada, con desaparición de la calzada en algunos tramos y con un puente colapsado», recuerda Piqueras.
Semanas para recuperar el AVE Madrid-València
Por otro lado, la línea de alta velocidad entre Valencia y Madrid está afectada en dos tramos que coinciden con los túneles de Chiva y Torrent. «Tienen la plataforma y la vía muy dañada. Se están llevando a cabo las obras de reparación, tal vez podría recuperarse el servicio en un par de semanas», indica Eugenio Pellicer.
En cuanto a las líneas de Cercanías, la C1 (Gandía), C2 (Moixent) y C3 (Utiel) están dañadas en una longitud total aproximada de 80 km. «Se tardarán muchos meses en llevar a cabo las reparaciones necesarias», apunta el catedrático de la Universitat Politècnica de València.
Respecto al ferrocarril metropolitano (Metro Valencia), el Centro de Mando ubicado en la estación de València Sud ha sufrido numerosos daños, una estación en la que se encuentran la mayor parte de los talleres y las oficinas, así como el centro de control y gestión de la red metropolitana. Por ello, el tráfico ferroviario en toda la red de Metro Valencia se ha interrumpido.
Además, ha quedado dañada la estructura de la Línea 1, sobre todo en el tramo comprendido entre València Sud y Picassent. El profesor de la UPV apunta que algunos tramos la infraestructura han desaparecido y hay «gravísimas» afecciones también a la catenaria y las comunicaciones. «Se tardarán meses hasta poder reactivar el servicio de esta Línea 1», agrega.
Proteger a la población, la prioridad
Durante la segunda mitad del siglo XX, explica Eugenio Pellicer, se ampliaron barriadas y polígonos industriales «sin tener en cuenta el riesgo de inundación existente», sobre todo en la llanura aluvial de Valencia que comprende toda la zona costera del Golfo de Valencia. «Toda la nueva urbanización del siglo XX sigue allí y no la podemos revertir. No tiene sentido trasladar a medio millón de personas a zonas ‘seguras'», señala.
A su juicio, la única opción viable de cara al futuro es «proteger» a estas poblaciones y a las personas que viven en ellas. «Es necesario llevar a cabo un plan integral de actuaciones de protección y defensa de estas poblaciones y, también, de las infraestructuras existentes. La principal actuación, en el caso de L’Horta Sud, debería ser el encauzamiento de la Rambla del Poyo, sus afluentes y ramificaciones. Además, debería actuarse aguas arriba de los cauces como la reforestación, tal vez con alguna pequeña presa u otro tipo de infraestructuras que ayuden a laminar una riada», indica el catedrático.
Por otro lado, Pellicer valora el nuevo cauce del río Turia -fruto del conocido como Plan Sur- el cual «ha funcionado perfectamente, evitando que la tragedia se extendiera también a la ciudad de Valencia y a l’Horta Nord». «Conviene clarificar que los cauces de la Rambla del Poyo y del Río Turia son completamente independientes entre sí. Las infraestructuras construidas con el Plan Sur no han agravado esta riada, todo lo contrario, han prevenido una catástrofe humana mayor», resalta.
Medidas «insuficientes» de adaptación al cambio climático
Si algo queda claro tras estas devastadoras inundaciones, es «la insuficiencia» de las medidas de afrontamiento y adaptación a este tipo de fenómenos climáticos, subraya Miguel Ángel Piqueras. Teniendo en cuenta que este tipo de fenómenos son recurrentes en la región mediterránea y que, previsiblemente, irán a más en el futuro, se debería revisar «en detalle» el comportamiento que las infraestructuras hidráulicas de defensa y los sistemas de drenaje y desagüe en zonas urbanas han mostrado en este episodio de lluvias torrenciales.
El docente de la VIU cree necesario prestar especial atención a los parkings subterráneos y garajes de edificios residenciales, a la vista de su peligrosidad, dotándolos de sistemas inteligentes de aviso y de evacuación de aguas. «Habría que reconsiderar si la capacidad de evacuación de agua asumida para estos elementos se corresponde realmente con la definida en proyecto, ya que las modificaciones en cuanto a las características de la cuenca receptora, así como el insuficiente mantenimiento, puede mermar significativamente la función para la que se diseñan», apunta.
Al igual que Eugenio Pellicer, el profesor Piqueras subraya la importancia de revisar el funcionamiento de los protocolos de alerta a la población e invertir mayores recursos en la puesta a punto de sistemas inteligentes y precisos, «que informen de manera coordinada al ciudadano en fases tempranas del evento en que todavía exista margen de actuación».