Seis días después de que la DANA azotara la provincia de Valencia, dejando más de 200 víctimas mortales, el Horno La Torre trabaja, al igual que otros muchos pequeños negocios, por recuperar la normalidad. Esta pequeña panadería, con aproximadamente 100 años de historia, es posiblemente una de las empresas más antiguas de esta pedanía de la ciudad de València, en la que el temporal ha dejado diez fallecidos.
El agua y el barro inundaron por completo el horno, llegando a alcanzar una altura de más de un metro. Ahora, pese al momento de desolación e incertidumbre, no hay pesimismo en las palabras de Rafael Arnal Mora, dueño del Horno La Torre, quien lleva más de 20 años al frente del negocio familiar que antes regentaron su padre y su abuelo. «He perdido mi fuente de ingresos, pero no me preocupa demasiado. Cuando has visto gente morir, pues piensas que esto ya lo recuperarás. No sé cómo lo recuperaré, pero sé que lo haré», señala.
Son las 12.00 horas del lunes y hay unas veinte personas limpiando dentro del Horno La Torre seis días después de que el agua se llevara todo a su paso. La mayoría de los que ayudan en la panadería son jóvenes amigos de Miguel Arnal, hijo de Rafael, quien comparte el optimismo de su padre. «Tengo claro que vamos a salir de esta», asegura.
Recuperar la maquinaria será «una locura»
El local, situado en la Avenida Real de Madrid, se ha teñido de marrón por el barro y abundan las artículos de limpieza: escobas, mochos, rastrillos, lejía, trapos, cubos… La luz volvió este domingo por la tarde mientras limpiaban, algo que facilita ahora el trabajo.
Aunque lo más llamativo al acceder al obrador es la cantidad de barro que ha dejado la DANA, Rafael Arnal asegura que no es el mayor problema: «Lo que es limpiar no es nada comparado con recuperar la maquinaria, que va a ser una locura. No se ha salvado ni una máquina».
Además de hornos para cocer, en el local hay amasadoras, plegadoras, cámaras de refrigeración e incluso una cámara de fermentación retardada en la que caben 2.500 panes. Arnal es incapaz de dar una cifra aproximada sobre la inversión necesaria para recuperar todo. «Será una barbaridad. Desde que me hice cargo del negocio llevo invirtiendo sin parar todos los años, es decir, cada año me compro una máquina. Es la única manera de funcionar para que los trabajadores hagan pocas horas, no tener mucha plantilla y tener mucha producción», añade.
Aviso a los empleados del horno
Un total de 12 empleados trabajan en el Horno La Torre, los cuales muy probablemente queden en ERTE hasta que el negocio vuelva a abrir. No obstante, es algo que todavía están estudiando. «Estamos viendo cuánto tiempo vamos a tardar en abrir y es posible que se haga un ERTE, pero no es seguro», explica Rafael Arnal.
Cuando el agua empezó a llegar a la pedanía de La Torre y a otros puntos de la provincia de Valencia, Rafael se encontraba fuera del horno. «Me pilló saliendo de Catarroja, no pude ir a mi casa. Tuve que huir y aparecí entre Picaña y Torrente, completamente aislado. No se podía salir de ahí porque estaba rodeado de agua absolutamente por todas partes», relata.
En el coche se enteró de que se estaba inundando el horno, pero en ese instante no le dio demasiada importancia: «Pensé que se nos iba a estropear el parquet, algún mostrador y poca cosa más. Nunca pensé que iba a llegar a tanto». De hecho, dentro del local se puede apreciar la marca de barro que indica hasta dónde llegó el agua, a una altura de más de un metro.
Un poco más tarde, cuando Rafael se dio cuenta de la gravedad de la situación dio el aviso por teléfono a sus empleados para que cerrasen el horno y se fueran a casa. En ese momento estaban trabajando una dependienta y un panadero. «El panadero me dijo que le quedaba media hora de trabajo y que aún no había llegado el agua ahí. Tuve que discutir con él porque me decía que no pasaba nada. Menos mal que finalmente me hizo caso», cuenta.
Ayuda de voluntarios y vecinos
Sobre cuándo volverá a levantar la persiana, Rafael Arnal prevé que sea dentro de tres o cuatro meses, ya que la limpieza no llevará tanto tiempo, pero la recuperación de la maquinaria puede llevar meses.
El dueño del Horno La Torre no confía «en absoluto» en las posibles ayudas por parte de la Administración, aunque si llegara alguna, «bienvenida sea». «Aquí están limpiando voluntarios que no conozco de nada. Ayer, por ejemplo, vinieron unos ingleses que hablaban muy poco español, que estaban de vacaciones y en vez de quedarse por València haciendo turismo, se vinieron aquí a ayudar«, indica. También explica que en las tareas de limpieza ha participado un grupo de militares jubilados, pero recalca que «no está viniendo nadie más aparte de voluntarios», a quienes agradece su trabajo.
Rafael Arnal y su hijo, quien quiere continuar con el negocio familiar, se mantienen positivos en un momento de poco optimismo. También son optimistas algunos de sus vecinos, que pasan por la puerta del Horno La Torre y les lanzan palabras de ánimo. La solidaridad ha inundado la provincia Valencia tras el paso de la DANA y ahora son los vecinos de La Torre y muchos ciudadanos anónimos los que ayudan a Rafael Arnal a levantar este horno centenario. «A mi padre le ha costado mucho trabajo construir esto», concluye Miguel Arnal.