La Fundación Fontilles comenzó su andadura en 1902. “En aquella época se dedicaba solo al tratamiento de enfermos que padecían la lepra”, explica José Manuel Amorós, su director general.
“En la Comunidad Valenciana –comenta– había bastantes casos de enfermos con esta patología en la zona donde está Fontilles (en la Marina Alta de la provincia de Alicante)”.
“Ante esta situación, el padre Carlos Ferrís, que este mes hemos celebrado los 100 años de su fallecimiento; y Joaquín Ballester, un ilustre abogado con posibilidades económicas, decidieron poner en marcha la Fundación en 1901”, explica.
Pero, no fue hasta 1909 cuando abrió sus puertas el Sanatorio San Francisco de Borja y entraron los primeros 17 enfermos, una vez que se llevaron a cabo los preparativos y se hablara con profesionales y médicos. “Desde entonces, –apostilla- ya han pasado 120 años”.
¿La lepra sigue siendo un problema?
Preguntamos a Amorós sobre esta cuestión y nos explica que ellos diferencian entre dos términos: la erradicación y la eliminación. “Hablamos de erradicar cuando la enfermedad desaparece”, puntualiza. “En el caso de la lepra, no se ha llegado a esa situación, pero sí está eliminada, ya que la media está en un caso por cada 10.000 habitantes”.
Con lo cual, sigue habiendo casos, pero son poco significativos. “En España estamos hablando de entre 5 y 20 casos y muchos de ellos son importados”.
A pesar de todo, Amorós confirma que siguen dedicándose a ese análisis para discriminar qué casos son lepra y cuáles no. “En el ámbito internacional, sigue existiendo la enfermedad, sobre todo en el sudeste asiático y Brasil. Ahora mismo estamos en el entorno de los 200.000 y 250.000 casos detectados”.
De todas formas, la Fundación sigue atendiendo a los residentes que todavía permanecen en el sanatorio. Además, desarrollan proyectos de cooperación contra la lepra sobre todo en la zona del sudeste asiático. Por ejemplo, India, “donde financiamos una serie de proyectos gracias a la colaboración de la base social que nosotros tenemos”.
La Fundación cuenta con el centro Ferrís de Fontilles dedicado a la diversidad funcional y donde hay 44 plazas destinadas a atender a personas que han sufrido daño cerebral, tanto desde un punto de vista social como sanitario.
Por su parte, en el Centro Geriátrico Borja atienden a 84 personas mayores.
“No nos podemos olvidar de nuestros propios residentes. Se trata de aquellas personas que tenían la lepra y que no se reinsertaron y que también atendemos”, señala Amorós.
Además de estas actividades, la Fundación forma a profesionales de la salud para acabar con la lepra y otras enfermedades ligadas a la pobreza.
Colaboración público-privada
El director general de la Fundación Fontilles revela que “las actividades de carácter social, incluso las sanitarias, todas ellas tienen una cobertura por parte de los gobiernos autonómicos”.
“Desde nuestra institución -aclara– concertamos las plazas, la Administración las contrata y ellos son los que nos remiten a los residentes tanto de tercera edad como personas que sufren discapacidad que tienen en sus listas de espera”.
De esta forma, “nosotros prestamos el servicio y la Administración lo sufraga”.
“En ningún caso, –recalca–, los pacientes tienen que hacer una aportación económica en nuestros centros. Sí que es cierto que los usuarios de la tercera edad aportan la parte proporcional de su pensión que considera la Administración. En este caso concreto, este sistema se hace de manera compartida entre usuarios y la Administración”.
El resto de financiación, vinculada a proyectos de cooperación internacional, se sufraga con colaboraciones privadas.
Por otro lado, “también presentamos proyectos financiables por la Administración, como puede ser la Agencia Española de Cooperación Internacional u otro organismo. En este caso, habría financiación pública y privada proveniente de la propia Fundación”.
¿Y el futuro?
“Cuando desarrollamos un proyecto sanitario en zonas rurales del sureste asiático u otra zona de América Latina no podemos atender solo la lepra porque nos encontramos con todo tipo de enfermedades tropicales y no podemos hacer diferenciaciones”.
En definitiva, confirma Amorós, “estamos atendiendo otras enfermedades tropicales, además de lepra”.