En los últimos meses, todos hemos venido escuchando cómo la inteligencia artificial (IA) va a cambiar nuestras vidas, pero poca gente termina de entender qué es y cómo actúa, siendo por el momento para la mayoría de nosotros –que tenemos conocimientos tecnológicos limitados, al ser meros usuarios de terminales y ordenadores– un concepto algo etéreo y abstracto.
Creo, por ello, importante intentar describir antes de avanzar en este artículo lo que se entiende por inteligencia artificial desde un punto de vista técnico. En ese sentido, señalar que la IA se refiere principalmente al uso de algoritmos y software para imitar la capacidad de toma de decisiones del ser humano. Entre sus capacidades se incluyen la del aprendizaje automático, donde las máquinas aprenden de los datos; el procesamiento del lenguaje natural, que permite a las máquinas entender y responder a la voz humana; y las redes neuronales, que son sistemas diseñados para reconocer patrones.
La IA en los mercados financieros
Esta nueva tecnología se espera que revolucione la actividad de la mayoría de los sectores, impulsando su productividad y su eficiencia, desde la fabricación de manufacturas hasta temas tan complejos como el diseño de medicamentos, vacunas y tratamientos médicos. Es evidente, por tanto, que los mercados financieros no se van a quedar al margen de su aplicación.
Es más, su impacto ya se está comenzando a dejar notar, al estar empezando a transformar la operativa diaria en muchos mercados, así como la toma de las decisiones de inversión de muchos de los agentes que operan en los mismos. En este sentido, cabe señalar que, según datos de la consultora International Data Corp, se estima que la inversión en software, hardware y servicios para sistemas de IA se incrementará en 2024 casi un 30%, hasta los 166.000M$ y que esta inversión alcanzará los 400.000M$ en 2027.
De esta cantidad, la inversión destinada al sector financiero, que es el que nos incumbe, se elevará en el presente ejercicio a unos 97.000M$, y se espera que aumente a una tasa de crecimiento anual compuesta del 29% hasta 2027.
Centrándonos en la aplicación de la IA en el día a día de las bolsas, destacar que ya se está utilizando para el análisis de ingentes volúmenes de datos -se calcula que en 2025 este volumen alcance los 181.000 millones de terabytes- a una velocidad y con una precisión que supera a los sistemas que se venían utilizando hasta ahora y, por supuesto, a la capacidad humana.
¿Cambios en la bolsa?
Entre otras aplicaciones que se están dando ya a la IA en estos mercados, destacaríamos el análisis de tendencias del mercado, la evaluación de riesgos y la identificación de oportunidades de inversión. La principal ventaja de usar esta tecnología es su capacidad para examinar informes macroeconómicos e informes financieros, noticias, publicaciones en redes sociales y otros datos para intentar predecir posibles movimientos de los mercados.
Otra importante aplicación de esta tecnología concierne a todo lo relacionado con la operativa diaria en las bolsas, lo que se conoce como trading, dada su capacidad para realizar operaciones de alta frecuencia, las denominadas en inglés como high-frequency trading (HFT), al poder ejecutar miles de órdenes en milisegundos, aprovechando las pequeñas fluctuaciones de precios para obtener ganancias.
Este tipo de operaciones representan actualmente el 70% del volumen del trading en las bolsas estadounidenses y el 40% en las europeas. Igualmente, el uso de la IA puede servir para diversificar las carteras de inversión, identificando las correlaciones existentes entre los precios de distintos activos, correlaciones que hasta ahora podrían pasar desapercibidas para los inversores, así como para el diseño de las carteras. En la actualidad, algo más del 50% de los profesionales dedicados a la selección de fondos para sus clientes viene utilizando la IA en sus análisis.
Del mismo modo, la IA puede ser de gran utilidad a la hora de gestionar los riesgos que conllevan cualquier tipo de inversión, ya que puede ayudar a predecir y evaluar riesgos financieros con mayor precisión, lo que permitirá a los inversores adoptar sus decisiones con mayor rigor, al estar mejor y más informados.
Mejorar la eficiencia y aumentar la liquidez
En ese sentido, cabe destacar que estos sistemas podrían llegar a avisar a los inversores sobre posibles cambios de tendencia en los mercados basándose en patrones históricos y tendencias actuales. No obstante –y este es un tema que comienza a preocupar a los supervisores y reguladores de los mercados y sobre el que estoy convencido que terminarán interviniendo y, por tanto, intentarán limitar–, es la falta de transparencia y la justificación de las decisiones tomadas por los algoritmos. Algo que podría, incluso, llegar a plantear conflictos en el ámbito de la ética y, por supuesto, de la regulación.
Además, el uso de la IA en la operativa diaria y en la toma de decisiones puede terminar amplificando las reacciones del mercado, elevando la volatilidad en los mismos hasta niveles no deseables, poniendo en entredicho su buen funcionamiento. Por todo lo señalado, estamos convencidos de que la IA va, sin ninguna duda, a transformar profundamente el funcionamiento de los mercados financieros en los próximos años. Si bien todo esto podría servir para mejorar la eficiencia y aumentar la liquidez en los mercados, también plantea importantes preguntas sobre el papel que pasarán a jugar las personas que hasta ahora han venido trabajando en los mismos, tanto a nivel de operaciones (trading), como a nivel de la gestión de activos.
En mi opinión, es fundamental que supervisores, reguladores, inversores y profesionales del sector financiero comprendan a lo que se enfrentan y –si bien puedan aprovechar al máximo los beneficios que les ofrece la IA– también sean capaces de entender y limitar los riesgos que ello conlleva