Martes, 30 de Abril de 2024
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Entre la profesionalización y la clandestinidad: ¿Está saturado el sector del tatuaje?

Entre la profesionalización y la clandestinidad: ¿Está saturado el sector del tatuaje?

El sector del tatuaje vive una especie de época dorada. Tatuarse ha dejado de ser algo restringido a una minoría alternativa y centenares de estudios profesionales florecen, especialmente en las grandes ciudades, al calor de la creciente demanda. Recientemente, el arte de grabar la piel ha dado un paso más en su profesionalización con el lanzamiento de una formación profesional.

No obstante, de la mano de esta explosión ha crecido también la práctica de los tatuajes clandestinos. Esto se asocia, por un lado, a la facilidad con la que se puede empezar a tatuar, lo cual hace que sea visto como una posibilidad de emprendimiento sencilla; y por otro lado, a la falta de recursos, espacios y apoyo para tatuar de forma legal.

Ante este hecho, los tatuadores profesionales reivindican la exclusividad y la especialización en medio de una guerra de precios motivada por un intrusismo al que la mayoría considera muy difícil de evitar. En Economía 3 hemos contactado con tres expertos que nos ayudan a determinar cómo está la situación a día de hoy en el sector.

¿Un mercado saturado?

El deseo de adornarse la piel se ha convertido en los últimos años en una tendencia imparable entre la sociedad. En consecuencia, cada vez hay más estudios y profesionales del tatuaje. Pero… ¿Hay suficientes clientes para tantos tatuadores? También podemos formular la pregunta a la inversa: ¿Hay suficientes tatuadores para tantos clientes?

Para Adrián Morales, tatuador profesional, pese a que existe un cierto equilibrio, hay algunos síntomas preocupantes que apuntan a un exceso de tatuadores. «De momento la demanda crece a la par que la oferta, pero en ciertos estilos sí se está notando ese exceso de oferta, por lo que no tardará en desencadenarse una guerra de precios».

En este sentido, el artista afirma que el objetivo es «conseguir ofrecer más calidad y un resultado más exclusivo». «Siempre habrá alguien que te lo puede hacer más barato, pero que lo haga mejor ya es más complejo», señala.

adrian morales tatuador

Adrián Morales trabajando en una sesión de tatuaje.

Joel Orteu es el CEO de Tattoox, la plataforma que pone en contacto a tatuadores con clientes para generar el match perfecto. Respecto al momento que vive el sector, el emprendedor incide en el hecho de que «los tatuadores, al no estar tan profesionalizados y ejercer su profesión como autónomos, no tienen la posibilidad de ser contratados en empresas, por lo que su forma de ganarse la vida es abrir sus cuentas en Instagram e intentar hacerse un hueco en el mercado». «Además, hay mucha gente que tatúa de forma esporádica en algún estudio, pero no viven de ello», agrega.

El director de Tattoox habla también de una cuestión generacional: «La gran mayoría de los mayores de 40 años no llevan tatuajes, mientras que la mayoría de los veinteañeros sí que tienen alguno. Y año a año lo vemos cada vez más. Yo tengo una hermana de 15 años que ya sabe los tatuajes que va a tener. Así que yo sí creo que hay espacio para muchos tatuadores. Al haber tantas posibilidades, estilos y ser un mercado en crecimiento, puede haber muchos profesionales».

Fidel Prieto, secretario general de la Unión Nacional de Tatuadores y Anilladores Profesionales (Untap), discrepa: «No hay piel para tanta oferta. En internet encuentras ofertas de tatuajes por 20 o 25 euros… Abren muchos estudios, pero también cierran unos cuantos. La gente ha visto que hay negocio y quieren subirse al carro».

Es más, el tatuador y responsable de Untap ve una situación crítica: «Se está saturando el mercado. Cuando hablamos con los socios, vemos que los tatuadores profesionales y estudios están un poco agobiados. También hay que tener en cuenta que estamos en una situación de hiperinflación, de guerra, de incertidumbre económica… Todo afecta. No es como en 2005 o 2006. La gente tiene que comer antes que tatuarse».

La guerra de precios

A falta de estudios amplios sobre el mercado del tatuaje, debemos acudir a personas experimentadas en el sector para tomarle el pulso a la situación actual. Muchos advierten de una bajada generalizada de los precios, seguramente por la dura competencia existente y el intrusismo endémico.

«Hay publicidad de estudios de tatuajes con todo en regla que pagan sus campañas, sus instalaciones, su luz, y aun así te hacen un tatuaje por 20 euros. Se han tirado los precios», alerta Prieto. «El intrusismo laboral es otra cosa, lo llevamos sufriendo toda la vida. Pero si un tío que tiene un estudio, que paga todo lo que hay que pagar, tira los precios, es porque no le da», lamenta. Y asegura que «puedes hablar con gente muy reconocida que cobraba una pasta por las sesiones y ahora ha tenido que bajar los precios».

La causa de esta bajada de precios, según Prieto, es el emprendimiento masivo de gente que se lanza a hacer tatuajes y compite por precio. «Consigues más clientes, pero es pan para hoy y hambre para mañana». El secretario general de Untap menciona, como ejemplo de este ajuste de precios, que «muchos clientes ya preguntan si el repaso (segunda pasada que se le da a un tatuaje en caso de que se haya borrado o difuminado antes de asentarse en la piel) se cobra». «Muchos estudios, al ofrecerlo tan barato, tienen que ajustar y quitar de algún lado. Y el repaso muchos lo cobran aparte».

En cambio, el análisis que extrae Orteu es muy distinto. Según el empresario, los precios no solo no están bajando, sino que están subiendo.  «Lo que sí hay es más cantidad de oferta con precios más bajos. Pero ese intrusismo no afecta al trabajo de calidad, a la exclusividad, a la atención al cliente y a los espacios en los que realizan tatuajes profesionales», expone.

El cofundador de Tattoox establece una comparación interesante con otros sectores: «En la moda o los coches, las marcas de lujo no han bajado sus precios porque haya productos más baratos. Todo lo contrario, eso las convierte en algo más inalcanzable y exclusivo. Y si el consumidor se lo puede permitir, siempre va a aspirar a tener productos de las marcas más exclusivas. En el tatuaje pasa lo mismo. Créeme que el que tiene un buen producto no va a querer cobrar barato, porque la demanda de su trabajo le hace sentir importante».

La clandestinidad y el intrusismo, inevitables a día de hoy

La profesión ejercida de forma clandestina representa un volumen de mercado muy importante en el mundo del tatuaje. ¿Qué peligros conlleva para el cliente? ¿Cómo afecta a los precios? ¿Qué se necesita para acabar con el intrusismo y el ejercicio ilegal de la profesión?

Sobre estas cuestiones, Morales admite que «es difícil, al menos de momento, controlar eso», ya que «es muy fácil acceder a los materiales y se necesitan muy pocas cosas para empezar a poder tatuar». Además de que no hay ningún control sobre la venta, «es una actividad que se suele empezar en casa, y ahí no estás tan expuesto a inspecciones o controles», explica Morales, el cual asume que es algo con lo que el sector va a tener que convivir siempre.

adrian morales tatuajes

Adrián Morales realizando un tatuaje.

Según manifiesta Orteu, dentro de esa parte clandestina hay que diferenciar dos tipos de tatuadores. «Primero tenemos al que está consolidado pero prefiere hacerlo al margen de la ley. Es un tatuador que trabaja de forma recurrente y tiene muchos años de experiencia. Este tipo de tatuador no va a cambiar su forma de hacerlo, porque si teniendo la formación, los materiales, la experiencia y el acceso a los estudios no quieres hacerlo por la vía legal y pagar las cuotas que te tocan, no vas a cambiar».

«Luego hay un segundo perfil en el que están aquellos que aún no son profesionales pero quieren ser tatuadores. Se compran máquinas, pillan piel sintética y practican en su casa. Luego empiezan a tatuar a sus colegas para coger experiencia por su cuenta. Pero como no tienen una recurrencia, una visibilidad ni una marca personal, es muy difícil que les cojan en los estudios de tatuaje. Como no hay un circuito oficial de prácticas ni una forma de adquirir experiencia de forma rigurosa, lo hacen de forma informal», ilustra el CEO de Tattoox.

En cualquier caso, Orteu pone en duda que la actividad de estos tatuadores pueda calificarse de intrusismo: «Al final son tatuadores que en muchos casos hacen bien su trabajo pero no pueden permitirse hacerlo legalmente». «Que haya tatuadores con estas tarifas haciéndolo desde su casa rompe un poco el sector y es negativo. Hace daño a los estudios profesionales que cumplen con la ley y lo hacen todo bien y pagan sus costes. Hay un conflicto a resolver en la industria. Pero tampoco lo tildaría de intrusismo».

El portavoz de Untap, por su parte, asegura que el intrusismo no solo está ahí, sino que cada vez va a más. «Los estudios no pueden absorber a tantos profesionales. Así que los chavales se ponen a tatuar en su casa», indica Prieto, el cual se muestra convencido de que el desempeño irregular de la profesión crece a la par o más que la oferta de tatuadores legales.

Según el experto, «si las CCAA no toman medidas, no se puede hacer nada». «Es necesario que hagan campañas de concienciación. Para la administración el tatuaje todavía no supone un problema sanitario, no genera alarma. El día que haya una desgracia relacionada con un tatuaje y sea noticia, la administración se pondrá a trabajar y hará la campaña de comunicación que nosotros llevamos pidiendo 15 años», reivindica.

Un paso más en la profesionalización del tatuaje

El pasado julio se dio un salto en el proceso de profesionalización del tatuaje. El Consejo de Ministros anunció la creación de un título de FP independiente para tatuadores y perforadores corporales que se ha añadido al Catálogo Nacional de las Cualificaciones Profesionales.

En este proceso impulsado por el Instituto Nacional de las Cualificaciones (Incual), han participado varios agentes del sector, entre ellos la propia Untap. Prieto tiene depositadas grandes esperanzas en esta formación: «Va a servir seguro y tenemos muchas expectativas».

No obstante, considera primordial que las comunidades autónomas reconozcan e incorporen este ciclo: «Si ninguna lo tramita, es una educación que nadie va a recibir. Son las comunidades autónomas las que tienen que legislar y meter en sus normativas este tipo de formaciones y dar unos plazos y convocatorias para que la gente se pueda formar. Esto permitirá tener unos conocimientos mucho más punteros, no como ahora, que cualquiera puede comprarse los aparatos y empezar sin ningún tipo de cualificación».

Adrián Morales tiene sentimientos encontrados sobre esta nueva opción formativa: «Por un lado, me alegro de que esto se regule y se reconozca como actividad laboral, pero por otro lado considero que esto va más allá de ser un trabajo. Es más un oficio, algo que necesita aprendizaje constante, evolución y tiene muchos componentes artísticos que no se pueden explicar ni aprender en una FP. Pero en general es algo positivo para el mundo del tatuaje. Es parte de esa normalización que empieza a tener».

Por su parte, Joel Orteu saca conclusiones similares: «Como logro está bien. Que el tattoo tenga un espacio profesional y le den el valor que tiene es positivo. Sin embargo, pienso que la transición es un poco abrupta. El hecho de pasar de algo tan primitivo a que directamente sea una formación profesional no lo acabo de ver. No sé hasta qué punto tendrá éxito. No confío mucho en este tipo de formaciones. Son muy teóricas, se alargan mucho… Y el tattoo exige estar en constante actualización y renovación en cuanto a técnicas, estilos… Si yo quisiera ser tatuador no haría una FP».

joel orteu ceo y cofundador de tattoox

Joel Orteu, CEO y cofundador de Tattoox.

Actualmente, el principal medio de los tatuadores para darse a conocer son las redes sociales, especialmente Instagram. Con suerte, algunos de ellos consiguen entrar en contacto con estudios y a veces llegan a algún tipo de colaboración: «A veces los estudios dicen: ‘si me traes clientes y tatúas bien, puedes trabajar aquí'». «Es un camino muy tedioso, nadie te acompaña», relata Orteu.

Este es el principal motivo por el que en Tattoox han creado una formación especializada para tatuadores en la que pueden practicar haciendo más de 40 tattoos reales. «Con la evolución de la industria, este segundo perfil tendrá espacios donde podrá practicar antes de empezar a tatuar en su casa», celebra Orteu.

Falta de uniformidad en los requisitos legales

¿Qué se necesita, desde el punto de vista legal, para ser tatuador? Según explican nuestras fuentes, a día de hoy se necesita ser autónomo o estar contratado, un curso de higiénico sanitario y tener las vacunas al día (tétanos y hepatitis B y C). Es obligatorio también trabajar en lugar habilitado y con las licencias pertinentes para el desarrollo de la actividad. Andalucía ha ido un paso más allá y ha incorporado la exigencia de un curso de formación profesional para poder ejercer como tatuador.

En cuanto al curso de higiénico sanitario, algunas escuelas, como la de Tattoox Academy, han empezado a convalidar esta certificación en sus formaciones. Algunas comunidades autónomas exigen también un certificado de profesionalidad. «Esto último me parece un paso adelante para la industria. Creo que acabará siendo exigido en toda España. En cuanto Madrid o Cataluña den el paso, habrá un efecto dominó y el certificado se pedirá en todas las comunidades autónomas», prevé Joel Orteu.

Prieto recalca la necesidad de seguir dando pasos en la regulación de la actividad para poder ejercer como tatuador con todas las garantías sanitarias y se seguridad. Denuncia que actualmente los requisitos para tatuar legalmente dependen de la comunidad autónoma. «Hay 17 normativas distintas. En Andalucía se pide un FP y en Madrid un higiénico sanitario de 40 horas. Asturias ahora va a pedir un FP. Pero en muchos casos se pide muy poco», explica el secretario general de Untap.

La responsabilidad del consumidor

Con la cantidad de información a nuestro alcance hoy en día, ¿debe el consumidor tener la precaución y la responsabilidad de rechazar a los tatuadores clandestinos que no ofrecen garantías sanitarias o de calidad?

«Obvio, ya que no estamos hablando de una camiseta que si sale mal la tiramos y fin. El tatuaje es algo que a priori nos va a acompañar durante toda nuestra vida, aunque ya haya métodos para eliminarlo», señala Morales, el cual incide también en el componente higiénico: «No olvidemos que estamos trabajando con agujas y personas. El riesgo de infección o incluso de contagio de enfermedades es alto», apunta.

El tatuador murciano afincado en Valencia hace hincapié en que «el consumidor debería rechazar a cualquier tipo de tatuador o tatuaje que no ofrezca todas esas garantías», aunque observa que suele ser así en la mayoría de casos: «Casi todo el mundo hoy en día busca reseñas, imágenes e incluso va al estudio a ver cómo de cuidado está el sitio».

Prieto tiene claro que esta exigencia debe ser una obligación para el consumidor: «Yo no entiendo a los clientes. Igual que no permitirías a un dentista hacerte un empaste mientras tiene al perro al lado, le está acariciando o tomándose una cerveza, pues tampoco deberías permitir lo mismo de los tatuadores. Hay que concienciar a la gente, porque el mundo del tatuaje tiene una parte higiénica importante».

Orteu considera que identificar a este tipo de tatuadores informales es muy fácil, ya que los estudios, como espacios regularizados sometidos a inspecciones de sanidad recurrentes, solo aceptan a tatuadores que estén dados de alta en autónomos y tengan la titulación de higiénico sanitario.

Sin embargo, no cree que la responsabilidad deba recaer en el consumidor: «Una persona que no trabaja y solo tiene una paga de su abuela es normal que acuda a este tipo de tatuadores que trabajan a esos precios. La responsabilidad no está en el consumidor. La responsabilidad está en crear herramientas para transformar el sector y que esto no pase».

El auge del borrado de tatuajes: ¿cuáles son los principales motivos?

Actualmente estamos asistiendo a un auge del sector del borrado de tatuajes. Según datos de un estudio de Lutronic PBS, el 60% de las personas que se tatúan se arrepiente de ello y desea borrárselo. ¿Qué tipo de razones llevan a una persona a eliminarse un tatuaje?

Si en algo están de acuerdo todas las fuentes consultadas es en que la razón principal es estética y no tanto por el significado. «Esto rompe el prejuicio de ‘no te tatúes, que es para toda la vida’. Muchas veces es bonito recordar lo que pensabas hace 15 años. En cambio, los estilos y las técnicas sí que los puedes ver feos pasado un tiempo», afirma Joel Orteu.

«Sobre todo hay casos de gente que no está contenta, no con el motivo del tatuaje, sino con el resultado», destaca Prieto. «Obviamente siempre hay gente que se tiene que borrar iniciales o el nombre de su novia. Pero no son la mayoría. Lo que hay es mucha gente que se ha tatuado hace un mes y te llama para ver si se lo puedes solucionar. Porque hay gente que no es profesional, cosas muy económicas, y no dan calidad. Hay gente que tiene pocos escrúpulos», advierte.

El portavoz de Untap resalta también que últimamente la gente se tatúa mucho en zonas que se ven, como cuello, manos, brazos, dedos… «Por tanto, si no está bien hecho, canta mucho. Eso sí que es un problema».

Morales concreta que la gran mayoría de los tatuajes que se eliminan son antiguos. «El mundo del tatuaje ha evolucionado mucho en los últimos 10 años, las técnicas, agujas, tintas, máquinas, materiales… Es normal que el tatuaje que tienes de hace 20 años lo veas feo y deje de gustarte. No quieres ese tatuaje ya, quieres uno de los que se hacen ahora».

«Por otro lado, está el tatuaje más impulsivo, esa moda temporal, o los que se tatúan el nombre de alguna persona. Estos son otros de los casos más populares», añade.

El tatuador apunta además que el proceso del láser es «largo, costoso y doloroso, incluso más que el propio tatuaje», por lo que «mucha gente opta en primera instancia por cubrirlo o taparlo con otro tatuaje encima, lo que se conoce como un cover».

La normalización del tatuaje en el mundo empresarial

Si una cosa está clara en el sector, es que el tatuaje goza de una posición cada vez más visible y normalizada, tanto en la sociedad como en el ámbito laboral. Sin embargo, la visibilidad del tatuaje entre las marcas sigue estando limitada a aquellas empresas y productos que se dirigen a un target juvenil.

Para Orteu, la colaboración del mundo del tattoo con el mundo de la publicidad y los negocios «tendría que ser algo mucho más frecuente». «Es un medio de expresión con mucho potencial. Al final nos dibujamos en la piel nuestra identidad. Muchos, de hecho, se tatúan marcas. ¿Cuánta gente hay con el escudo del Madrid o del Barça tatuado?».

«La estigmatización del tattoo, que todavía se sigue asociando con un sector un poco marginal, hace que las grandes marcas no se atrevan a dar el paso. Pero va a terminar ocurriendo, y en EEUU ya pasa», vaticina.

Según Morales, ya se están viendo avances en ese sentido: «Muchas empresas usan modelos con tatuajes para exponer sus productos». «En trabajos de cara al público hay empleados con tatuajes. Es parte de esa normalización. Incluso se realizan colaboraciones entre marcas y tatuadores para diseñar u ofrecer productos», reporta.

Prieto confirma esta tendencia: «En los anuncios que se hacen ahora, si el producto va dirigido a menores de 40 años, el modelo suele llevar tatuajes». Según comenta, cada vez es más común que las empresas de publicidad llamen a estudios de tatuaje con propuestas tipo: «¿Tienes algún cliente que tenga la espalda tatuada con equis cosa? Es para una campaña».

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