En 1890, la empresa Valle, Ballina y Fernández se pone en marcha. Es el principio de sidra El Gaitero, famosa en el mundo entero, como decía y dice su exitoso lema publicitario. Al frente de la centenaria compañía asturiana está ya la quinta generación, aunque hoy sólo queda la familia Fernández en el accionariado.
Ricardo Cabeza, su CEO, fue el encargado de clausurar en junio la asamblea anual del Instituto Valenciano para el Estudio de la Empresa Familiar (Ivefa). Economía 3 habló con el empresario sobre la historia y la modernización de la firma, que, cada día, produce más 110.000 botellas de sidra.
Mantener la sabiduría
-¿Por qué no se incorporó antes a la empresa y de qué forma se produjo su entrada?
Pues porque cuando acabé mis estudios había entrado la cuarta generación. No había puesto para todos. Es una empresa familiar. Por ese motivo hice mi carrera profesional fuera. Hace cinco años se produjo la oportunidad de volver y aquí estoy. El proceso fue una entrada y una adaptación muy suave que me sorprendió gratamente. Esperaba, quizás, más problemas, porque no había trabajado nunca en la empresa familiar y, además, existía la posibilidad de que otras personas, familiares, tuvieran también sus legítimas pretensiones.
Hay una cosa de la que me siento orgulloso, y es de mantener un comité ejecutivo con personas que conocen la empresa, algunas jubiladas. No hay que perder la sabiduría de gente que ha participado en la empresa y que tiene un importante conocimiento de ella. Se debería hacer más en la empresas, familiares y no familiares.
Hay que retener y aprovechar el talento senior. Las grandes multinacionales están ahora haciendo sus propios comités de sabios. ¿Por qué vas a prescindir de ese conocimiento?
Adaptarse a la empresa familiar
– Usted dice que primero son una empresa y después una familia. ¿Le costó adaptarse? ¿Hubo algo en especial que aplicara de su anterior etapa?
Diría que las herramientas de gestión. Eran muy diferentes. Yo venía de trabajar 17 años en capital riesgo, donde todo el tema numérico, de análisis, de las inversiones, de la cuenta de resultados, del calendario de gastos, es muy riguroso.
Esos procesos que conocía muy bien los implantamos con profundidad. Y nos proporcionó mucha información y algunas sorpresas porque nos dimos cuenta de que algunas cosas eran más rentables de lo que se pensaba. Analizar los procesos nos ayudó a tomar muchas decisiones. Eso sí que ha sido una aportación mía muy productiva.
Mantener la familia
– Ha señalado que le preocupa la continuidad de la empresa familiar porque el contacto es cada vez más difícil. Hay mucha dispersión. ¿Cómo se soluciona este problema?
Como decía, la cuarta generación de El Gaitero se crio en Villaviciosa casi toda. Son 18 personas que comparten y compartían muchas cosas, además de familiares, amigos. Sus padres eran los gerentes o consejeros de la tercera generación. Ahora, la quinta generación somos 44 familiares que no todos tenemos sitio en la empresa.
Cada uno hace su vida personal y profesional. Unos viven en Asturias, otros fuera. Ese arraigo y sentido de pertenencia no se ha perdido pero cuesta mantenerlo. Por eso tenemos el Consejo de Familia que se reúne dos veces al año, y la Asamblea Familiar, que lo hace una vez.
Eso es lo que tenemos que mantener para que sea más importante lo del corazón que lo del bolsillo. Es un gran reto. De hecho, muchas empresas dejan de ser familiares cuando ya no importa a la familia. Es complicado.
Historia y modernidad
– ¿Se ha modernizado la burbuja de El Gaitero con el tiempo?
El producto es el mismo. Sí que han mejorado los procesos. Pero desde que en 1888 los hermanos Alberto y Eladio del Valle, financiados por Bernardo de la Ballina y Ángel Fernández, adquirieron la máquina para la champanización de la sidra, todo cambió. Fue una revolución.
Añadir gas y azúcar para conservar la sidra permitió que el producto pudiera realizar los largos viajes marítimos necesarios para la exportación hacia América. El Gaitero logró unir a los asturianos, los ‘indianos’, emigrantes que residían en América, con su Asturias natal, sus costumbres y sus recuerdos.
– Tienen unas instalaciones, declaradas Patrimonio Histórico Industrial, que superan los 40.000 metros cuadrados. Su producción alcanza más 25 millones de botellas de sidra al año. ¿Todo el proceso se realiza allí?
Sí. Están pegadas a la ría de Villaviciosa, en una reserva natural. Allí realizamos todo el proceso. Tenemos las prensas, hacemos la recogida, el almacenaje, tratamiento y también el embotellado. Además, la bodega, una de las más antiguas de España, recibe más de 50.000 visitas al año.
Se puede realizar un recorrido por la historia de la empresa a través de sus tres plantas del antiguo edificio de dirección y administración de Valle, Ballina y Fernández, construido en 1890.
– ¿Son plantaciones propias?
La mayoría sí y desde luego las de denominación de origen, pero debido a la vecería, un fenómeno que genera una gran producción de frutos un año y casi ninguno al siguiente, también tenemos acuerdos con productores locales.
Lo que está por venir
– ¿Qué novedades tienen previstas?
En principio seguir promoviendo la desestacionalización de la sidra. Sigues peleándolo, pero cuesta. Teníamos grandes esperanzas en que se consolidase la categoría cider, la sidra en botellín o lata de cerveza, y no ha ocurrido de momento.
Nosotros lanzamos la spring cider en ambos formatos e incluso sin alcohol, pero, como he dicho, de momento, en España, no está funcionando. Este año lanzamos también el botellín de 25 cl de la sidra clásica, la misma de etiqueta blanca de 75, más pequeña.
– Ha sido muy crítico con el Gobierno durante su ponencia.
La verdad es que no se pueden tomar medidas sin tener alternativas y soluciones. No ha sido una crítica, es sentido común. En el tema del plástico, por ejemplo, somos los únicos que estamos aplicando el impuesto. Hasta Italia se ha echado atrás. ¿Por qué tenemos que ser nosotros los quijotes? No sólo competimos con Europa, lo hacemos con el resto del mundo.
La competencia es global y lo que se está consiguiendo es que los españoles dejemos de serlo. Estamos en desventaja. O pagamos todos o ninguno. No puedes estar en condiciones diferentes para competir. Hablas con la gente de fuera cuando haces una exportación y no entienden nada.
Las claves del éxito
– ¿Qué es el pasivo familiar del que ha hablado usted?
Nosotros, por suerte, no tenemos pasivos familiares, pero tienes que evitar que los haya. Es uno de los problemas de la empresa familiar. Incluso hay compañías que pagan a los familiares no válidos porque no vayan a trabajar. La costumbre de que todos los hermanos o primos, sean o no válidos, estén en la empresa con los mismos derechos no es buena y puede generar problemas importantes.
– ¿Cuál ha sido la clave de vuestro éxito en 133 años de vida?
Mirando a corto plazo hubiéramos cerrado varias veces. De hecho, estuvo incautada durante la Guerra Civil. No era nuestra. Pero una empresa familiar mira más allá con todo lo que eso significa. Entonces es cuando piensas que es un bache, que no es el precipicio, y sigues adelante. El éxito consiste en no creerte lo que no eres.