El gran genio de la palabra del siglo XX, premio Nobel de literatura, miembro de la llamada ‘generación perdida’ y considerado uno de los grandes narradores contemporáneos era también un enamorado de España y, sobre todo, de la ‘Fiesta Nacional’. Capturado para la historia en Los Mitos de Cano.
El norteamericano Ernest Hemingway (1899-1961), armado siempre con su petaca de whiskey o coñac en el bolsillo y con su característica y poblada barba blanca, se paseaba por los tendidos españoles codeándose con los más afamados toreros y socialités de la época. Allí, Hemingway daba paso a Don Ernesto, como le llamaban respetuosamente.
Paco Cano, cámara en mano, fotografía gran cantidad de esos instantes en la plaza. Una época en la que la rivalidad entre los dos más grandes, Luis Miguel Dominguín y Antonio Ordóñez, amenizaba las tardes a la afición.
Tanto disfrutaba Hemingway entre capotes y muletas que llegó a escribir tres obras dedicadas al toreo. Fiesta (1926), que popularizó los encierros de San Fermín a lo largo y ancho del planeta; un texto sobre la ceremonia y las tradiciones de las corridas de toros españoles, Muerte en la tarde (1932); y El verano peligroso (publicado póstumamente en 1985 y escrito entre 1959 y 1960) sobre la rivalidad de los dos toreros mencionados en el párrafo anterior.
A lo largo de diversos artículos, en Economía 3 recorremos algunos de los aspectos más relevantes del trabajo de Cano y que han marcado la historia de nuestro país; todos ellos recogidos en el libro Los Mitos de Cano, de Andrés Amorós. Seis décadas de una mirada única, una radiografía de nuestra historia imprescindible para los amantes del arte.
Fascinación por España en Los Mitos de Cano
Desde su primera visita en 1923, el escritor ya no dejó nunca de viajar a nuestro país fascinado por «las cosas secretas de España: la muerte, la sangre, el vino, los toros, la fiesta». La «auténtica cosa vieja», tal y como lo definía él.
En esa rivalidad entre Ordoñez y Dominguín, Hemingway sentía predilección por uno de los bandos. Gran amigo de El Niño de la Palma, Cayetano Ordóñez, padre de Antonio, su imparcialidad era imposible cuando la mítica revista Life le encargó relatar la rivalidad entre ambos matadores.
A juzgar por las amplias sonrisas de sus instantáneas, la estrella atormentada víctima de un alcoholismo que se había apoderado de él hacia el final de sus días, era feliz entre las suertes del toreo.
Siete años después de alcanzar el cielo de los literatos con el premio Nobel (1954), el amanecer del 2 de julio de 1961, a punto de cumplir los 62 años, Don Ernesto en el tendido, Hemingway para la historia, agarró su escopeta favorita y presionó el gatillo. Aquel tiro en la cabeza puso el punto final a su última y más importante historia: su vida.
«Lo único que nos separa de la muerte es el tiempo», escribió en Fiesta. Y así fue.
Los Mitos de Cano
Economía 3 te brinda la oportunidad de hacerte con Los Mitos de Cano; un regalo para los historiadores, los fotógrafos, para los amantes de la vida, seis décadas de una mirada afilada y precisa, de un archivo fotográfico hasta el momento inédito.
Puedes leer aquí otro de Los Mitos de Cano: Ava Gardner, el idilio español que capturó el fotógrafo.