Se cumple una semana desde que la junta militar golpista liderada por el general Abdourahmane Tchianide detuviese al presidente de Níger, Mohamed Bazoum, y tomase por la fuerza el poder en el país africano. La noticia, iluminada de forma modesta por el foco mediático, podría traer serias implicaciones para Europa, que tenía en el hasta ahora depuesto gobierno nigerino uno de sus aliados principales en África.
La respuesta por parte de la Unión Europea no se ha hecho esperar, cesando de manera inmediata el apoyo económico occidental que llegaba al país y suspendiendo «sine die» todas las actuaciones en materia de cooperación militar. Según Reuters, la UE tenía asignados 503 millones de euros para mejorar la gobernanza, la educación y el crecimiento sostenible para el periodo 2021-2024 en Níger, uno de los países más pobres del mundo y, sin embargo, cuarto productor de uranio en el mundo, según la World Nuclear Association.
Esta situación supone un último movimiento en la complicada partida geopolítica de ajedrez que se juega por el control de los bastos recursos africanos. Rencillas coloniales, pozos de combustibles fósiles, reservas de metales estratégicos y preciosos; Eurasia y Occidente pugnan por expandir o mantener sus áreas de influencia en el continente.
Tambores de guerra
Respaldados por los gobiernos europeos y norteamericano, los jefes de Estado y de Gobierno de la Comunidad Económica de Estados de África Occidental (CEDEAO) han dado un ultimátum de una semana -de la que restan cinco días- a los golpistas para restaurar en el cargo al depuesto Bazoum. De lo contrario, aseguran, tomarán medidas entre las que se contarían el uso de la fuerza.
Sin embargo, la junta militar nigerina no parece dispuesta a dar marcha atrás y recogen el guante lanzado por la CEDEAO. En torno al nuevo gobierno insurrecto de Níger se han sumado los de Burkina Faso y Malí, antiguas zonas de influencia francesa, que advierten de que una intervención militar sería considerada como «una declaración de guerra».
El secretario de Estado de Estados Unidos, Antony Blinken, de visita oficial en Australia el pasado sábado, destacó «la importancia» del liderazgo de Bazoum, de quien subrayó su papel para «promocionar la seguridad no solo en Níger sino en la región de África Occidental».
Además, Blinken mostró a su «grave preocupación» por la detención del presidente nigerino y por el aparente bloqueo para restaurar el orden constitucional y advirtió de que los captores del líder democráticamente electo «amenazan años de exitosa cooperación y millones de dólares de asistencia que ayudan al pueblo nigerino».
La influencia rusa
Durante los últimos años, Rusia y China han aunado esfuerzos para competir por una mayor influencia en el continente africano. Mientras las empresas chinas ofrecían a los gobiernos locales infraestructuras a cambio de ventajosas concesiones de explotación, los rusos ofrecían su experiencia militar.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ha visto en los conflictos locales una oportunidad para brindar asistencia a los diferentes ejércitos mediante la provisión de «instructores». En 2018, se presentaron los primeros asesores, que consistían en un grupo de varios cientos de exmilitares rusos, pero que en realidad actuaban como mercenarios contratados por Wagner, la empresa de Ievgueni Prigojin.
Además de seguridad, Moscú gana simpatías con los alimentos en un continente que pasa hambre. El jefe del Kremlin aseguró que en los primeros seis meses del año Rusia ya ha exportado a África cerca de 10 millones de toneladas de cereales, mientras que en 2022 esa cifra se situó en 11,5 millones. En los próximos cuatro meses entre 25.000 y 50.000 toneladas de grano a seis países africanos de manera gratuita.
«En los próximos 3 ó 4 meses estaremos listos para proporcionar a Burkina Faso, Zimbabue, Mali, Somalia, la República Centroafricana y Eritrea entre 25.000 y 50.000 toneladas de cereales de forma gratuita», afirmó Putin durante su ponencia en la sesión plenaria del Foro Económico y Humanitario Rusia-África, celebrado la semana pasada en San Petersburgo.
Tensión en el Elíseo
El presidente francés, Emmanuel Macron, ha enfatizado desde el Elíseo que cualquier ataque contra Francia y sus intereses en Níger es inaceptable. Y es que la antigua metrópolis es el principal país europeo en términos de energía nuclear y ocupa el segundo lugar a nivel mundial, después de Estados Unidos. La energía atómica representa más del 64,67% de la producción total de electricidad en Francia, según datos proporcionados por la Agencia Internacional de Energía Atómica (OIEA).
Durante el fin de semana Macron se mostró preocupado, lo que llevó a convocar con urgencia un Consejo de Seguridad en un día inusual. París conserva una fuerte presencia militar en el país africano que se estima en 1.200 militares, los cuales protegen los importantes intereses económicos en la extracción de uranio, el combustible del que dependen las centrales nucleares francesas y cuya extracción corre a cargo de la compañía estatal Orano (antiguamente Areva).
Y es que Níger es uno de los principales proveedores de uranio a Francia, con alrededor de un tercio del total en un país donde el 70 % de la electricidad se genera en los reactores atómicos. Otros exportadores de primera línea son Kazajistán, Uzbekitán, Australia o Canadá.
¿Qué empresas francesas tienen intereses en Níger?
La empresa Orano explota yacimientos al noroeste de Níger, en la región de Arlit, desde 1971. Entre 1978 y 2021 extrajo 75.000 toneladas de este mineral de Cominak, una mina subterránea en la que dirigía las operaciones con una participación del 59 %, asociado con la compañía estatal nigerina Sopamin (31 %) y por la española Enusa (10 %).
El grupo público francés continúa la explotación de Somaïr, que es una mina a cielo abierto en la que controla el 63,4 % de la participación y el resto está en manos de Sopamin (36,66 %). La capacidad de extracción en ese complejo, en el que tiene 740 empleados, a los que hay que añadir otros 1.000 de subcontratas, es de 2.000 toneladas al año.
Por último, está el proyecto de Imouraren, a 80 kilómetros de Arlit, descubierto en 1966, y que es una de las reservas más importantes de uranio en el mundo.