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Valentín Bote, Randstad: «Debemos actualizarnos para seguir siendo empleables»

A lo largo de estas tres décadas, el mercado laboral ha experimentado una importante evolución. En Randstad conocen de primera mano la evolución del mercado laboral y su trayectoria durante los últimos años: la incorporación de la mujer al trabajo ha sido uno de los grandes logros.

Valentín Bote, director de Randstad Research, nos desvela algunos de sus problemas estructurales actuales como la temporalidad y las altas tasas de paro.

Valentín Bote, Randstad: «Debemos actualizarnos para seguir siendo empleables»

El impacto de las reformas

-¿Desde 1977, España ha sufrido más de 20 reformas laborales. ¿Han ido en consonancia con las necesidades tanto de la oferta y la demanda?

Meter todas las reformas laborales que se han aprobado hasta el momento en el mismo saco es complicado. Sin embargo, se han ido mejorando las condiciones laborales, aunque todavía nos encontramos con un mercado regulado mucho más rígido que la media europea, una situación que trae consecuencias como tasas de paro mucho más altas que duplican la media.

Podríamos decir que hemos cambiado el mercado de trabajo, pero no hemos resuelto todos los problemas.

Queda por cambiar

– ¿Cuáles serían esos problemas no resueltos? Además de la rigidez del mercado laboral que ha comentado.

Sí, nuestro mercado laboral ha pasado de unas cifras de empleo que podrían estar entre los 12 o los 13 millones de ocupados a más de 20 millones en los últimos treinta años, un reto para el mercado de trabajo. También ha crecido mucho en estas tres décadas los trabajadores provenientes de otros países, un reto que hemos encajado y hemos transformado en mercado laboral.

También ha cambiado la manera de trabajar. Hace 30 años hablar de conciliación, flexibilidad horaria, teletrabajo… eran conceptos de otro planeta, mientras que ahora los tenemos muy interiorizados.

Pero no todo ha cambiado. Tradicionalmente, el empleo era o de 9.00 h a 19.00 h o no se trabajaba. Actualmente hemos avanzado y disfrutamos de otras fórmulas como la media jornada, aunque seguimos yendo por detrás de Europa.

Presencia de la mujer

– Ha mencionado la flexibilidad horaria y la adaptación de la jornada laboral. ¿Qué papel ha jugado la incorporación de la mujer al trabajo para que estos conceptos se hayan incorporado a nuestro día a día?

Este aspecto que comenta es muy importante. Hace 30 años, la presencia de la mujer en el mercado laboral era más limitada. Actualmente, la proporción de hombres y mujeres trabajando está alrededor del 53 % de hombres frente a un 47 % de mujeres. Estamos muy cerca de un equilibrio 50-50 aunque lo importante es que hemos pasado de una situación donde la tasa de empleo de la mujer ha crecido más de 10 puntos en los últimas décadas.

Estas cifras reflejan que las generaciones más jóvenes están estudiando, incluso con una proporción mayor de estudios universitarios, en el caso de las mujeres, y se están incorporando de manera natural al mercado laboral.

El mercado demanda cualificación

– Otro de los grandes hándicaps es que no casa la oferta con la demanda. ¿Se trata de otro problema estructural?

En estas tres últimas décadas, los puestos de trabajo se han sofisticado y se han cualificado en muchos sectores. A día de hoy, el mercado de trabajo español demanda profesionales más cualificados que 20 o 30 años atrás. Este hecho ha venido acompañado por un incremento notable del número de graduados universitarios. De todas formas, tenemos grandes desajustes en varios contextos.

A día de hoy, solo uno de cada cuatro jóvenes de entre 25 y 29 años ha conseguido terminar la Secundaria Obligatoria. Esto quiere decir que una cuarta parte de los jóvenes, a la hora de afrontar un primer contacto con el mercado laboral no tienen cualificación, un problema grave para su integración en la sociedad. Con lo que esa idea de que tenemos amplias capas de la población poco formadas no es algo que corresponda solo a gente de mucha edad. Si miramos hacia Europa, la media está ligeramente por encima del 10%, mientras que en España se encuentra en el 24 %.

Otro problema estructural que tenemos y que afecta a ese desajuste entre oferta y demanda coincide con la baja proporción de jóvenes con estudios de Formación Profesional (FP). Aunque en la última década está creciendo el número de alumnos que cursa FP debido a los esfuerzos que se han hecho por mostrar su atractivo y darle un reconocimiento social, en décadas anteriores era todo lo contrario, la FP era el patito feo.

Esta situación ha provocado que mientras que en España dos de cada diez jóvenes que acceden al mercado laboral tienen estudios de FP, en Europa es el doble. Hay muchas ramas de FP –industrial, administración, informática…– donde la demanda de profesionales es muy alta, pero el número de jóvenes que se gradúa es mucho menor de lo que se precisa, una cuestión que también contribuye al desajuste.

Paralelamente, también se ha incrementado el número de jóvenes que culmina sus estudios universitarios y ocurre lo mismo que en FP, existe un desajuste entre las titulaciones más demandadas en el mercado y lo que los jóvenes han estudiado. En este aspecto sí que vamos por delante de Europa. En España más de la mitad de los jóvenes de entre 25 y 29 años tiene estudios universitarios, mientras que en Europa esta proporción es del 43 %.

Reciclaje

– Otra cuestión importante para matenernos empleables durante toda nuestra vida laboral es el reciclaje.

Exacto. Hemos avanzado mucho en estas últimas décadas en términos de reciclaje profesional, en gran parte impuesta por la necesidad del mercado. Los cambios que vivimos debido, sobre todo, al avance de las nuevas tecnologías, se producen a gran velocidad y para mantenernos empleables y versátiles debemos estar permanentemente actualizándonos.

Hace más de 30 años alguien terminaba su carrera universitaria y durante décadas podía desarrollar su profesión con los estudios que cursó en su momento. Ahora mismo, esta filosofía no encaja y es necesario una recualificación mucho más activa.

Continúa la temporalidad

– Otro de los grandes males del mercado laboral es la temporalidad. ¿La nueva reforma laboral acabará con esta situación o se está maquillando a través de otro tipo de contratos?

Efectivamente, en España hemos tenido tradicionalmente una temporalidad más alta. La última reforma laboral ha querido incidir en esta cuestión y nuestra percepción es que como no se ha hecho nada por cambiar la realidad económica, que tiene naturaleza temporal, se ha vestido con un contrato estadísticamente indefinido, una realidad económica que sigue siendo temporal en muchos casos.

Estamos viendo un incremento de la firma de contratos indefinidos y, a la vez, la mortalidad de dichos contratos ha crecido mucho. De hecho, ha aumentado el número de personas que firman varios contratos indefinidos en un mismo mes.

Esta situación demuestra que se está utilizando el contrato indefinido para dar salida a la temporalidad y que antes se cubrían con el contrato por obra o servicio. Con lo cual, hemos mejorado la estadística, pero no hemos cambiado la realidad económica de carácter temporal.

¿Y el día de mañana?

– ¿Qué factores afectarán a nuestro mercado laboral en el futuro?

Contemplamos varios vectores de cambio. Uno de ellos viene marcado por la digitalización y la transformación tecnológica de los empleos que está generando cambios en cualquier sector, tanto en profesiones cualificadas como en las que no.

Otra cuestión importante es el envejecimiento de los trabajadores. Las generaciones jóvenes son más cortas que las de edad más avanzada, un hecho que trae como consecuencia la prolongación de la vida laboral y el mantenimiento de su empleabilidad a través del reciclaje.

Durante décadas, la vía fácil era despedir a trabajadores de más edad y sustituirlos por otros más jóvenes. Hoy ya no es posible porque las cifras no cuadran. Por otro lado, hablamos de que hay que prolongar la vida laboral hasta los 70. Lo que nos obliga a que nos planteemos que en esa franja, entre los 50 y los 70, los trabajadores tienen que recualificarse para que sigan siendo productivos y válidos. Ese esfuerzo tiene que estar en la mente tanto del trabajador como de la empresa, pero también de la Administración porque se trata de un problema global.

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