Viernes, 22 de Noviembre de 2024
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Destino economía circular, billete de ida sin retorno

«¿En qué situación se encontrará nuestro Planeta en el año 2048?». Seguramente a lo largo de los años, y especialmente durante esta última década, hayamos escuchado en numerosas ocasiones esta pregunta, ahora bien ¿somos realmente conscientes de los problemas ambientales que estamos generando y de cuáles son sus consecuencias?

La comunidad científica nos alerta de que, si continuamos con los mismos patrones de consumo y crecimiento que hasta el momento, existe un límite temporal, en el año 2050, antes de que la sociedad colapse y se produzca una desestabilización a nivel planetario. El escenario que se vislumbra parece apocalíptico, pero ¿seguimos a tiempo de cambiar el destino de nuestro planeta?

Destino economía circular, billete de ida sin retorno

El modelo económico lineal vigente en la actualidad, basado en la extracción de materias primas para producir bienes que usamos, consumimos y desechamos, es claramente insostenible en el tiempo. Los recursos naturales críticos para garantizar nuestra vida y evolución se están agotando. La comunidad científica, y especialmente el gremio de los geólogos, postulan el Antropoceno como una nueva época geológica, que reemplazaría a la época actual, Holoceno, debido al impacto global que las actividades humanas están teniendo sobre los ecosistemas terrestres. Así por ejemplo, las rocas denominadas plastiglomerados, formadas por una amalgama de plásticos, arena, rocas y desechos humanos, se constituirán en el futuro una de las huellas más sólidas del paso del ser humano por el planeta.

Además, por si esto fuera poco, nuestra economía, basada en el consumo de combustibles fósiles que emiten gases de efecto invernadero, está contribuyendo, como ya se conoce, al calentamiento de la primera capa atmosférica. Las evidencias científicas nos indican que ya hemos calentado el planeta un grado más y que si seguimos con este patrón llegaremos a los 2 º C en el 2050. Según la United Nations climate change, emitimos anualmente alrededor de 51.000 millones de CO2 de los cuales aproximadamente el 30 % procede de cómo fabricamos las cosas, las procesamos y las manufacturamos, el 27 % procede de nuestra manera de generar energía y el 16% de nuestra manera de usarla.

En base a estos datos, la lógica, nos dice que, si apostamos por el diseño de acciones encaminadas a nuestra manera de producir, de generar energía o de movernos, se lograría minimizar una parte muy importante de estas emisiones, se habla de hasta un 75%. No obstante, ¿hay tiempo para lograrlo?

Tal y como afirma la comunidad científica experta, se estima que, en el escenario más optimista, actualmente contamos con 29 años para definir, desarrollar y desplegar una transición energética, industrial y social que garantice la habitabilidad de nuestro planeta. Por ello, en este contexto de emergencia, tenemos la misión prioritaria de colaborar en la transformación integral más grande que muy probablemente hayamos tenido que afrontar y además con la urgencia que impera. La cuenta atrás ya está marcada.

Aspectos como la reducción en los consumos, el impulso de la recuperación y el reciclado y la valorización de los recursos existentes en los residuos son asuntos prioritarios dentro de los programas marcos medioambientales a nivel europeo. Además, es fundamental que todos juguemos en este partido: la comunidad científica, por su parte, apostando por el Ecodiseño en donde el análisis de los materiales-recursos a utilizar, el destino de los mismos y su impacto en el entorno al final de su vida útil sea la piedra angular de los sistemas productivos y de prestación de servicios; desde la administración, trazando políticas e iniciativas públicas que dinamicen la sostenibilidad; como ciudadanos, siendo prescriptores de las mejores soluciones hacia la sostenibilidad; y, desde el entorno empresarial planteando modelos de negocio desde la perspectiva permanente de la Economía Circular. Ahora bien, ¿qué se entiende como Economía Circular?

La Economía Circular es un concepto económico muy vinculado a la sostenibilidad, cuyo objetivo es que el valor de los productos, los materiales y los recursos se mantenga en la economía durante el mayor tiempo posible, reduciendo así al mínimo la generación de residuos. La idea surge de imitar a la naturaleza, donde todo tiene valor y todo se aprovecha, donde los residuos se convierten en un nuevo recurso, logrando mantener el equilibrio entre crecimiento y la sostenibilidad. Se persigue el principio de cerrar el ciclo de vida de los productos, los servicios, los residuos, los materiales, el agua y la energía, optimizando el consumo de materias primas, el aprovechamiento de los residuos, reciclándolos o dándoles una nueva vida para convertirlos en nuevos productos.

Dentro de este concepto, el diseño es considerado la etapa más importante de la filosofía de Economía Circular ya que es en esta fase donde se toman las buenas o malas decisiones de un producto: la selección de materiales reciclables, la facilidad de desarme/reparación, etc. El ecodiseño puede reducir el impacto ambiental de un producto hasta cifras muy importantes.

Según la Fundación Ellen McArthur, la Economía Circular se rige por una serie de principios de actuación entre los cuales se encuentran:

  • Evitar la generación de residuos y otros episodios de contaminación. Gran parte de los residuos terminan en vertederos o incineradoras y se pierden los recursos y materiales que hay en ellos, convirtiéndose en una situación claramente insostenible. En este caso, el problema y la solución arranca con los procesos de diseño, ya por ejemplo en el caso de muchos envases, están diseñados para desecharse, sin más. La economía y los ciclos productivos están repletos de cosas que han sido diseñados sin preguntarse: ¿Qué sucede con esto al final de su vida?
  • Regenerar el entorno natural. Al favorecer los procesos naturales, dejando espacio para que el entorno natural prospere. Se promueve la extracción por la regeneración, construyendo capital natural. Por ejemplo, a través del empleo de prácticas agrícolas que permitan que la naturaleza regenere suelos, mantenga o aumente la biodiversidad, y devuelva materiales biológicos a la tierra. Hoy en día, la mayoría de estos materiales se pierden después de su uso y la tierra utilizada para cultivarlos se inertiza. Durante miles de millones de años, los sistemas naturales se han regenerado y se trata de seguir este ciclo.
  • Reutilización de productos y materiales ya sea como producto o, cuando ya no se puedan usar, como componentes o materias primas. Este principio evita la generación de desperdicio y permite conservar el valor intrínseco de los mismos. Por ejemplo, en el caso de un móvil, es más valioso en el mercado como terminal completo que como un conjunto de componentes y materiales. Desde esta perspectiva hay que centrarse en tratar de mantener los productos completos para conservar su máximo valor posible para contrarrestar las estrategias de obsolescencia programada pensadas para generar mayores ingresos debido a compras más frecuentes, que redundan en beneficios económicos continuos por periodos de tiempo más largos para empresas o fabricantes

Por otra parte, cuando el producto en cuestión ya no se pueda usar, sus componentes pueden ser refabricados, por ejemplo y las piezas que no se pueden volver a fabricar se pueden descomponer en sus materiales constituyentes y por tanto, reciclarse, siendo de vital importancia como paso final que permite que los materiales permanezcan en el circuito productivo y no terminen como desechos.

Tal es la importancia de este concepto que la Unión Europea ha incluido el impulso a la Economía Circular como uno de los ejes principales de su política económica y ambiental. Asimismo, en el marco de los Fondos Next Generation, España ha presentado ya el Plan de recuperación, transformación y resiliencia (PERTE) de Economía Circular, cuya aprobación se espera antes de finales de 2022 y a través del cual busca la aceleración de modelos productivos más eficientes y sostenibles en el uso de materias primas bajo el paradigma de la Economía Circular, impulsando la transición del modelo lineal hacia el circular.

Además, también son destacables otros programas europeos que ponen el foco en la Economía Circular ligados al Pacto Verde Europeo que busca la neutralidad Climática en 2050. De forma concreta, a finales del mes de noviembre 2022 está prevista la publicación de los programas de trabajo en el marco del programa de I+D+I Horizon Europe en el que se plantearán topics específicos alineados con la Economía Circular. Además, otros programas europeos como LIFE o Innovation Fund impulsan proyectos con el foco puesto en la reutilización y valorización de residuos para buscar una reducción de impacto ambiental.

Por si esto fuera poco, otro de los aspectos positivos a destacar de la Economía Circular es su potencial para crear empleos: se calcula que su implantación generaría unos 700.000 puestos de trabajo en Europa, de los cuales al menos un 10% podría generarse en España. Además de favorecer esos nichos de empleo, esta estrategia aportaría resiliencia al aliviar la dependencia de la economía española del exterior, especialmente en momentos de incertidumbre sobre la disponibilidad de materias primas.

La Economía Circular ya está aquí, con billete de ida, sin retorno.

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