Energía e inflación, esa es la dupla que trae de cabeza a los principales gobiernos europeos ante la inminente llegada del invierno y la prolongación de la guerra. En una entrevista al diario alemán Deutsche Welle (DW), el conocido politólogo e intelectual búlgaro, Ivan Krastev, alertaba de que los próximos meses serán «los más difíciles de la historia de la Unión Europea«. Las tensiones internas generadas por el precio que Europa está pagando por la guerra, hacen temer las consecuencias sociales de lo que el politólogo considera un estado de «crisis persistente».
Uno de los principales países europeos en los que las consecuencias de la inflación más se están dejando notar es Francia. Con los trabajadores de seis de las principales refinerías de petróleo en huelga, tanto de ExxonMobil como de TotalEnergies, son ya el 44% de las gasolineras del país las que se han visto afectadas por la falta de combustible, según los datos del Ministerio de la Transición Energética francés.
El presidente galo, Emmanuele Macron, durante una entrevista en el canal de televisión France 2, señala que confía en que «en las próximas horas puedan llegar a un acuerdo». Los trabajadores reclaman un aumento de sueldo que compense la pérdida de capacidad adquisitiva derivada de la subida de precios por la inflación. La situación, que recuerda al comienzo de la crisis de los «chalecos amarillos» en 2018, tiene al Ejecutivo francés en máxima alerta.
Medidas excepcionales
El Gobierno francés organizó el miércoles una reunión de crisis para el seguimiento de las huelgas, debido al preocupante desabastecimiento de las gasolineras y para abordar una protesta que está desbordando el terreno político. La denominada «célula interministerial de crisis» reunió en la sede del Ministerio del Interior a miembros de todos los gabinetes y administraciones implicadas. Entre las medidas tomadas, una especialmente polémica: la obligación excepcional, bajo amenaza de sanción penal, de la vuelta al trabajo de los operarios en huelga.
El objetivo, indicó el portavoz del Gobierno, Olivier Véran, es recuperar el control de las plantas de carburantes «para recuperar una situación normal». Sin embargo, la situación estos días ha distado mucho de ser normal. En las gasolineras francesas se han vivido escenas de caos y enfrentamientos entre clientes por los recursos disponibles.
Horas de cola en las gasolineras de Francia para poder rellenar el depósito. La huelga de varias refinerías está dejando a zonas del país sin combustible.
El gobierno pide calma mientras en algunas regiones se ponen límites para rellenar el depósito.pic.twitter.com/itp8DfLGcI
— Eduardo Saldaña (@EduardoSaldania) October 11, 2022
Para el presidente francés, al que la situación ha cogido en plena crisis por las medidas de ahorro energético, la solución al conflicto se encuentra en la negociación entre las empresas petroleras y los sindicatos. En este sentido, Macron ha lanzado un mensaje dirigido de forma abierta a la Confederación General de Trabajadores (CGT) para que «permita al país funcionar» y «respete los acuerdos». De lo contrario, advierte, se recurrirá de forma más extensa a la movilización forzada del personal.
Un duro invierno por delante
La falta de combustible ha dejado muchos vehículos con los depósitos vacíos. Sin embargo, existe un temor todavía más grande ante la llegada del frío: la posibilidad de que las perturbaciones se extiendan y la falta de gasolina pase a ser también falta de electricidad. Al Ejecutivo francés esta perspectiva le arrebata el sueño, desde hace semanas se están gestando huelgas en varias centrales nucleares del país.
De hecho, el presidente francés se ha pronunciado acerca de esta situación, e indicó que no quería imaginar que desde el interior del país se debilitara la capacidad de producción energética en un momento tan delicado como éste. Y es que el sistema eléctrico francés se encuentra en una situación de particular fragilidad a las puertas del invierno, ya que más de la mitad de sus 56 reactores atómicos -que normalmente generaban en torno al 70 % de la corriente- se encuentran parados por razones de mantenimiento o por la detección de problemas en sus instalaciones.
Eso le está obligando a importar de forma masiva electricidad, sobre todo de Alemania y de España. Macron fijó el objetivo de pasar de 30 reactores en actividad actualmente a 45 en enero. Pero para conseguir eso, entre otras cosas, el Ejecutivo francés debe evitar que las huelgas salariales que afectan a varias centrales acaben retrasando los trabajos para la puesta en marcha de algunos reactores en parada técnica para recarga de combustible.