Jueves, 02 de Mayo de 2024
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Santiago Niño-Becerra: Las grandes corporaciones van a situarse por encima de los Estados

Santiago Niño-Becerra: Las grandes corporaciones van a situarse por encima de los Estados

Justo cuando se empiezan a alzar voces que no están dispuestas a que la Organización Mundial de la Salud (OMS) adquiera más peso en la gestión de las pandemias del que pudo tener con la COVID-19; ni mucho menos que pueda llegar a asumir las competencias en materia de política sanitaria que corresponden a los Estados; planteándose así una resistencia a las negociaciones relativas al tratado internacional sobre pandemias a las que el Consejo de la UE dio luz verde para que se iniciaran el pasado 3 de marzo; Santiago Niño-Becerra nos deja este titular:

“Las grandes corporaciones van a situarse por encima de los Estados”

Santiago Niño-Becerra es doctor en Economía, catedrático emérito de la Universidad Ramon Llull y profesor de Estructura Económica en la IQS School of Management (URL). Es uno de los principales divulgadores españoles de temas económicos. Acaba de publicar su octavo libro: Futuro, ¿Qué futuro? y nos alerta; para la mayoría de la población, el futuro será peor.

– Toma en consideración el año 2030 para el inicio de un nuevo modelo, a la vez que habla de una crisis sistémica que se inició en 2007 y que aún no ha concluido; hagamos un poco de memoria…

– En el año 1929 entró en crisis un modelo que había nacido cuando finalizó la crisis de 1873. Ese modelo colapsó y en 1947 entró en funcionamiento un nuevo modelo, que ha sido el nuestro, que ha sido radicalmente distinto, sin prácticamente ningún punto en común, al modelo que estuvo vigente entre 1875 y 1929. Esto podríamos verlo comparando los modelos cuyas fronteras son crisis sistémicas. Lo que pasó es que en el periodo 1948 a 2007, la mayoría de la población vivió infinitamente mejor de lo que vivieron en el periodo 1873-1929. Por descontado, en los países occidentales, en este periodo, sobre todo entre los 50 y los 80, se alcanzaron unas tasas de crecimiento social y económico absolutamente espectaculares. Es decir, se pasó de algo malo a algo muy bueno, con lo que cuando se pasa a algo mejor no hay que hacer ninguna adaptación.

El Estado se diluye

Pero en el modelo al que vamos ahora se va claramente a peor. La clase media está retrocediendo, está dejando de ser necesaria, la desigualdad va a ser mucho mayor porque se va a producir una concentración de renta y de riqueza como consecuencia de la concentración de capital que ya se está produciendo, debido a que la tecnología va a ser absolutamente protagonista y para desarrollar nuevas tecnologías se ha de disponer de grandes cantidades de capital.

Por otra parte, el Estado, que ha sido muy potente, se está diluyendo y estas grandes corporaciones están alcanzando unos niveles por encima de los Estados. Y la competencia, que ha sido una de las grandes protagonistas de nuestro modelo, también se está diluyendo. Entonces, para la inmensa mayoría de la población se va a ir a peor.

– Pero si uno acude a los principios que plasma el World Economic Forum sobre el ‘Gran Reinicio’ puede leer criterios aparentemente positivos, como sostenibilidad, evolución tecnológica… ¿Por qué debemos sospechar de este proceso?

– Nuestro modelo ha funcionado muy bien, pero se ha basado sobre unos principios muy particulares: el modelo kleenex de usar y tirar, considerar el medioambiente un depósito de residuos gratuito, que la energía era infinita y casi gratis, consumir lo que apetecía… No lo critico. Ha funcionado así. Lo que pasa es que este modo de funcionar se ha agotado porque se ha visto que los recursos no son infinitos, que el medioambiente ya no puede absorber más residuos, que evidentemente la energía no es barata y que el modelo kleenex desperdicia muchísimos recursos. En esto no hay nada ideológico. Esto no es sostenible, se ha de cambiar.

Tecnología vs Trabajo

Lo que pasa es que una gran parte de la humanidad, y sobre todo la de los países desarrollados, está acostumbrado a aquello otro, a usar y tirar, a poner la temperatura que le apetece en su casa… Y ahora le van a decir que no, que esto no puede seguir así. Entonces, claro que no es malo cuidar el medioambiente, reutilizar, reciclar, usar tecnología limpia… Lo que pasa es que esa adaptación va a ser muy costosa. Tanto en el ámbito mental como en el económico, porque una de las consecuencias es que para administrar mejor los recursos se va a utilizar muchísima tecnología y menos horas de trabajo, con lo cual el subempleo va a ser muy alto y, en consecuencia, muchas rentas van a bajar.

– Plantea también la pregunta de qué va a ser de todos los trabajadores que sean sustituidos por la tecnología. ¿Qué cree que ocurrirá? ¿Puede ser el caldo de cultivo para grandes revoluciones sociales?

– No, el siglo de las revoluciones fue el XIX y ese ya pasó. Para que se produzca una revolución social se han de dar básicamente dos circunstancias: que quienes se revolucionan no tengan absolutamente nada que perder y que sus expectativas sean realmente muy remotas. El capitalismo entendió muy bien esto. Por eso, a finales del siglo XIX ya empezaron a aumentar salarios, a reducir la jornada de trabajo… Lo que pasa es que cuando el capitalismo hizo eso, se necesitaba el factor trabajo. En las revoluciones industriales se implementó mucha tecnología, pero también hacía falta mucho trabajo. Y quien no fue necesario emigró a América. Entre 1850 y 1910 unos 50 millones de europeos emigraron a América.

A vueltas con la reforma laboral

Pero ahora, la tecnología que se está implementando no necesita tanto trabajo. Lo necesita para el arranque, pero una vez hecho necesita muy poco para mantenerse. En consecuencia, hay una serie de horas de trabajo que no van a ser necesarias. Yo no creo que el desempleo aumente mucho, pero sí se va a disparar el subempleo, lo cual choca con la reforma laboral que se acaba de aprobar en España. Vamos a un mercado de trabajo que será a medida, bajo demanda, por servicios, por proyectos… Eso está totalmente en contra de la reforma laboral.

Entonces, esta población que va a estar desempleada o subempleada necesitará unos ingresos, que entiendo que se le proveerán a través de la renta básica. Es un concepto que hace diez años era denostado por economistas y políticos y cada vez está siendo más aceptado y se están haciendo más experimentos en más países, porque se está viendo que es la única salida que queda. Entiendo que será universal y, o bien será un único ingreso, o complementario para otros más pequeños que pueda tener la población.

Legalizar la marihuana

Por otra parte, creo que se va a acabar legalizando de forma generalizada la marihuana. De hecho, en 21 Estados de EE.UU. es legal, en Canadá, en Uruguay… Cada vez se es más permisivo porque la marihuana calma, reduce el nivel de agresividad y, si a eso añadimos que genera impuestos, con lo que aumenta la recaudación fiscal, y además, si no acabar, reduciría muchísimo el narcotráfico… Yo creo que es cuestión de muy pocos años que se legalice. Y, finalmente, va a haber mucho tiempo libre, entre comillas, con lo cual el ocio tendrá que ser gratuito o muy barato para llenar este espacio.

Este conjunto de tres cosas es lo que yo denomino el trinomio social. Y dentro del ocio, el metaverso, al margen de que se le dé un uso profesional, va a estar orientado al ocio. Tendremos un universo paralelo en el que una serie de personas que van a tener bastantes horas disponibles, al menos podrán ocuparlas en este ocio.

– ¿Cómo se sostiene el estado del bienestar o las pensiones con una masa laboral cada vez más pequeña o con menos horas de trabajo?

– El modelo de protección social se está reduciendo y cada vez se va a reducir más. El sistema actual de pensiones, vigente en España, Francia, etc., es financieramente insostenible. Cuando se puso en marcha el sistema de pensiones, se partió de cuatro supuestos: pleno empleo del factor trabajo, salarios indexados a la inflación, demanda de trabajo permanentemente al alza y una esperanza de vida tras la jubilación de diez años como máximo. Ninguno de esos supuestos se está dando actualmente.

Pensiones por encima de los salarios de los jóvenes

– Añadamos que la pensión media del jubilado que se está incorporando actualmente al sistema de pensiones es un 20 % superior al salario medio del joven que está accediendo al sistema de trabajo. Lo que pasa es que decirle a una persona que va a perder subsidios, va a reducir su pensión, aunque se le va a dar una renta básica, pero que no deje de trabajar tan pronto y que busque ‘trabajitos’ que complementen esa renta, es un cambio muy brusco. Yo creo que vamos en esa dirección por la insostenibilidad financiera del actual modelo de protección social; porque la tecnología está sustituyendo aceleradamente el factor trabajo, y porque ya no hay que comprar la paz social como sí había que hacerlo después de la Segunda Guerra Mundial.

En aquel entonces estaba la Unión Soviética, que generaba una publicidad, una propaganda, los partidos de izquierda eran potentísimos en toda Europa, en EE.UU. no pero el sindicalismo era fortísimo… Con lo cual, había que comprar esa paz social y se compró, en parte, con el modelo de protección social, pero ahora no hace falta comprarla. Así que se puede eliminar o reducirla.

– Entre sus conclusiones destaca que la eficiencia solo se concebirá como la suma de productividad más sostenibilidad y que no se van a concebir aumentos del PIB obtenidos de forma no sostenible. Pero si hay un país que ha crecido en los últimos años es China y es líder absoluta, por ejemplo, en emisiones de CO2…

– Y por eso, por ejemplo, China está comprando todo el gas que se le quiera vender para sustituir el carbón lo máximo posible y poder reducir su nivel de contaminación, que en muchísimas ciudades es irrespirable. Esa es una de las razones por las que la sanción de no comprar gas a Rusia es casi más castigarnos a nosotros, porque se lo va a vender a China.

No tendrás nada y serás feliz…

Hasta ahora, la búsqueda de la productividad ha sido dejando al margen costes medioambientales de todo tipo. Lo importante era aumentar la producción incrementando la productividad. Ahora será producir lo que convenga en cada momento, pero de la forma más eficiente posible y de una forma absolutamente sostenible. Y esto tiene consecuencias, porque la mayoría de los humanos no estamos acostumbrados a esto, sino a que si lo quiero lo tengo. Entonces, que alguien te diga que esto no puede ser así, que no puede poner la calefacción en invierno a 30 grados para ir en bañador en su casa, que no puede comprar a los precios actuales, sino que tiene que pagar más…

Dentro del ‘Gran Reinicio’, hay una frase que viene a decir que ‘si quieres ser feliz, cuantas menos cosas tengas mejor’, que en el fondo es muy budista. Yo entiendo que, con esta idea, el World Economic Forum está transmitiendo a la población la idea de que vamos a entrar en un nuevo mundo y que nos olvidemos del pasado y nos adaptemos lo más rápidamente al nuevo, por penoso que sea.

Pensamiento único

– Usted vaticina un progresivo y acusado proceso de aceleración de la desigualdad, que se contrarrestará con ‘pan y circo’ –habla de una renta básica, legalización de la marihuana y acceso a ocio online casi infinito– y esto hará que la Economía pierda su razón de ser. ¿Estamos ante el fin de la Economía? ¿Qué quiere decir esto?

– No es que este fenómeno social acabe con la Economía. Lo que acabará con ella será el crecimiento brutal de corporaciones constituidas en oligopolios. La Economía nació cuando había posibilidad de hacer cosas, decidir, elegir… Pero claro, en un punto en el que se llega a un pensamiento único, en el que un Comité llega a la conclusión de que lo más idóneo es ir por un camino, poco hay que decidir, la Economía tiene poco que decir. Lo que tiene que decidir es, dentro de esa línea, hacer las cosas de la forma más eficiente posible, pero pocas alternativas hay.

Las bolsas desaparecerán y la Economía perderá el sentido

Una de las consecuencias de esto es que los mercados de valores van a desaparecer. No mañana, claro que no. Pero, en todo caso, quedarán reducidos a lo que fueron en el siglo XVII, cuando se inventaron las bolsas modernas: conseguir capital para poner en marcha proyectos. Y ese capital va a ser aportado por muy poca gente, estará concentrado. Pero esta atmósfera de elección, de alternativas distintas… perderá sentido. Por eso, la Economía, tal como la entendemos, va a desaparecer. Nació porque era necesario elegir entre caminos, pero cada vez habrá que elegir menos, habrá una línea única y, evidentemente, la Economía perderá sentido.

– El libro deja un poso bastante pesimista sobre el futuro que se avecina. ¿Vamos a un panorama peor, inevitablemente? ¿No hay espacio para el optimismo? ¿Las generaciones venideras están condenadas a vivir sucesivamente peor?

– El concepto de peor es relativo. Es decir, ¿usted aceptaría vivir en un ambiente más limpio, pero teniendo que llevar un jersey gruesecito en su casa en invierno? Si dice que no, vivirá peor, porque le van a obligar. En cambio, si la respuesta es que sí, estará feliz y no le obligarán, porque entenderá que esto tiene que ser así.

Piense que somos aristócratas franceses en 1786 tomando un Borgoña en el jardín y le dijera ‘Me han comentado que hay gente que se dedica a la manufactura y al comercio y quieren eliminar a nuestro sagrado rey porque quieren más libertad, fíjate que salvajada’… Claro, nosotros ya sabemos cómo acabó esa historia. Entonces, claro que es peor desde nuestra perspectiva, pero en generaciones futuras, en muchos aspectos, será mejor. Lo que pasa es que conceptos que nosotros valoramos mucho, como el de privacidad, libertad, intimidad, etc., van a desaparecer. Pero es inevitable, porque es fruto de la dinámica histórica y eso no se puede cambiar.

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