Que los fondos europeos sean realidad o ficción, nadie puede negar que es un debate que está sobre la mesa.
Esta semana he tenido la oportunidad de asistir a un foro de empresarios donde la temática giraba en torno al impacto de los fondos europeos, en esta ocasión centrados en la Comunidad Valenciana.
Lo cierto es que la visión del sector público frente a la del sector privado era como estar viendo dos películas diferentes. Sin duda alguna, este es un punto en el que hay que seguir trabajando, porque estamos lejos de que esta película no sea de ciencia ficción.
Y me explico, que la llegada de los fondos puede tener un impacto muy importante en nuestro sistema productivo es algo en lo que todos estamos de acuerdo: un impacto económico, político y social, tal y como señalan desde el sector público.
El hecho de que los 50.000 millones de euros, que tienen que materializarse antes de finalizar 2022, es algo que puede ser transformador es algo en lo que también estamos de acuerdo.
La cuestión es cómo vamos a materializar este importe, lo cual es todo un reto y, sobre todo, qué opinión y expectativas tienen los empresarios al respecto, que son los que, en definitiva, deben aprovechar estos fondos y los que tienen que materializar los proyectos.
Burocracia
Sería una verdadera lástima que teniendo ideas y proyectos que puedan impactar en la economía y en la sociedad para hacernos crecer, se queden sin llevar a cabo por no saber cómo hacerlo, por no llegar a tiempo, por perdernos en la burocracia infinita o, simplemente, por no tener suficiente personal para dar salida a los expedientes.
Este es un tema que el sector público tiene que escuchar para que se pueda materializar la llegada de los fondos.
A continuación, expongo algunas de las reflexiones que se pusieron sobre la mesa durante la jornada y que se trata de demandas que el sector privado hace y al que tenemos la obligación de escuchar y desde los medios de comunicación, como no, dar difusión:
“Estamos perdidos entre las grandes cifras y no sabemos cómo aterrizarlas, no hay una información clara”.
“Se nos ha pedido que pensemos en grande, hemos diseñado proyectos muy revolucionarios, pero no sabemos si se podrán llevar a cabo”.
“Hay un tejido importante de empresas que nos quedamos fuera de los PERTE por tamaño. No somos Volkswagen pero podemos aportar mucho a la economía valenciana”.
“No hemos visto los fondos”.
“Estamos dejando fuera a los polígonos industriales que no tienen fibra suficiente, por no hablar de las zonas rurales donde no llega suficiente banda ancha”.
“Sobre los PERTES anunciados, no tenemos información sobre cómo se van a ejecutar, y en tres años hay que tenerlos ejecutados”.
“En teoría los fondos están ahí, pero los fondos tradicionales nunca los hemos llegado a agotar, en España somos especialistas en dejar de capturar fondos”.
“Solo se ha ejecutado el 27% de los fondos, de modo que no están llegando a la economía real”.
En definitiva, escuchando a los empresarios, el escepticismo sobre los Fondos Europeos Next Generation es más que evidente.
Los empresarios proponen soluciones
Pero al mismo tiempo, como en el ADN del empresario está el ofrecer soluciones, algunas de las ideas que se propusieron para mejorar este proceso complejo de solicitud, tramitación y concesión de fondos son las siguientes:
1-Profesionalizar el proceso en las administraciones públicas. Se necesita mayor agilidad y también cambios en algunas regulaciones, una licencia de obra no puede tardar meses.
2-Si la Administración Pública no tiene suficiente personal, deberá apoyarse en otras entidades privadas, como por ejemplo se hizo con los ICO que se concedieron en plena pandemia, donde se apoyaron en la Banca.
3-Dotar de mayor margen a los Gobiernos autonómicos que son los que están más cerca del tejido productivo.
En definitiva, hay que dimensionar la envergadura del proyecto y dotar los recursos necesarios para no dejar escapar la oportunidad que ofrecen los Fondos Next Generation a España. Para ello es necesario que sea la iniciativa privada la que lo lidere. Los empresarios están acostumbrados a gestionar con recursos escasos y seguramente tengan mucho que aportar a los gestores públicos.
De momento, el sentir del tejido empresarial es escéptico, por lo que la Administración debe escuchar atentamente y tomar medidas al respecto.