Viernes, 26 de Abril de 2024
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Pacto y diálogo: la verdadera revolución

Pacto y diálogo: la verdadera revolución
Fernando Arufe, Coordinador de redacción en Economía 3

Vivimos tiempos extraños. Son momentos en los que nos quieren hacer pensar que lo revolucionario sigue siendo ir contra el sistema. Pero contra un sistema irreal, un supuesto ‘establishment’ que nos quiere imponer principios de sostenibilidad, igualdad -entre sexos, orientaciones sexuales o rentas- y hasta la vacunación contra la covid-19. Se trata de una conjunción mundial de gobiernos de todo pelaje, poderes económicos, grandes instituciones y foros elitistas. Y hasta Bill Gates, que se cuela entre todos ellos rodeado de una loca teoría de ilícitos de carácter sexual.

Pero no. Vivimos tiempos en los que lo más sencillo es confrontar, lanzar con fuerza las ideas contra el de al lado, que se ha convertido en un enemigo, más que en un adversario político y/o ideológico. Decir una palabra o lema desde cualquier punto de vista medio racional ridículo; gritar más que el contrario; demostrar que las ideas propias son inamovibles, tan firmes que nunca se podrán cambiar… Y, por encima de todo, nunca, bajo ningún concepto, hablar, conversar, ni mucho menos pactar.

Esto no es del todo nuevo. Ahí está la vieja demanda social de alcanzar un pacto nacional para el sistema educativo. Sin embargo, al menos antes no se presumía de ello. Cada formación del viejo bipartidismo tumbaba la reforma de su predecesor en el Gobierno para apuntarse el tanto de crear algo nuevo, a su imagen y semejanza. Pero al menos no se percibía como un valor a destacar ante la ciudadanía el hecho de aplastar las ideas del de enfrente.

«La verdadera revolución es algo tan poco vistoso como el diálogo y el pacto»

Discrepo de esta falsa rebelión. No es tal. La verdadera revolución, hoy en día y a diferencia de lo que ocurría desde la instauración de la democracia en los países occidentales, es algo tan poco vistoso como el diálogo y el pacto. La reforma laboral que se tendrá que validar -o no- este jueves en el Congreso ha sido ejemplo de ello. Una vicepresidenta militante del Partido Comunista de España y de Unidas Podemos ha alcanzado un acuerdo con los sindicatos -hasta aquí nada fuera de lo normal- y con la patronal. No solo eso, sino que el Gobierno está negociando la validación de este acuerdo con fuerzas políticas tan lejanas como ERC o Ciudadanos. No todo es tan bonito, desde el Gobierno no se han dignado a llamar, o al menos enviar un mensaje de Whatsapp, Telegram o la aplicación que utilicen sus señorías, al principal partido de la oposición.

Esta reforma laboral ya es revolucionaria por los acuerdos alcanzados entre claros antagonistas. Lo sería todavía mucho más -y, a su vez, más merecedora de elogio- si la voluntad de diálogo se hubiera llevado hasta las últimas consecuencias. Quizá precisamente por esto la normativa esté todavía colgando de un hilo. Seamos revolucionarios, dialoguemos, cedamos en nuestras posturas, cambiemos de opinión cuantas veces sea necesario. Esa es hoy la verdadera revolución.

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