Especial Formación: enseñanza superior permanente para el desarrollo directivo
El curso pasado se impartieron en nuestro país más titulaciones de máster que de grado, 3.638 másteres frente a 3.008 grados. ¿Por qué sigue siendo tan necesaria esta especialización? ¿Qué aspectos han cambiado o se han visto acelerados a raíz de la pandemia? A estas y a otras cuestiones respondemos en este especial, sabiendo que en 2019-2020 hubo un total de 234.214 alumnos matriculados en másteres.
Economía 3 ha hablado con las universidades y centros de formación posgrado con mayor prestigio de España, públicos y privados, para conocer cómo el impacto de la pandemia ha provocado algunos cambios irreversibles en el sistema y cómo se han adaptado para no quedarse atrás.
Las preguntas han sido respondidas por representantes de la UAB, UJI, UA, UMH, CEU San Pablo, Universidad de Navarra en Madrid, Deusto Business School, UPF Barcelona School of Management, Florida Universitària, ESIC, EDEM, ESAT, Grupo Sorolla y Comeva.
Continúa leyendo la segunda parte de nuestros dos especiales sobre formación en posgrado. Puedes consultar el anterior aquí.
Formación acorde al desarrollo profesional
Igualmente, el 100% de los encuestados considera que hay oferta formativa acorde a la evolución de su carrera profesional para seguir preparándose.
En este sentido, Jaime Torres (ESAT) subraya que “gracias a la digitalización y la globalización de los contenidos podemos acceder a cualquier curso del mundo; no creo que falten contenidos, pero sí conocimiento e interés por ellos”.
Mercedes Castelló (Universidad de Navarra en Madrid) hace referencia a que la sociedad de la información obliga a todos los profesionales a mantenerse en formación constante. «Es lo que llamamos el ‘Lifelong Learning'». Por ello, «las empresas nos piden ‘formación a medida’ cuando tienen que afrontar algún reto estratégico”.
Gerardo Manuel Antón (CEU-San Pablo) considera que sí que existe formación específica para directivos. Sin embargo, añade un matiz. “La posibilidad de que haya que recurrir a universidades o escuelas de negocios fuera de nuestras fronteras para poder completar la formación de un determinado perfil profesional”.
Mercedes Aznar (Florida Universitària) pone el acento en la necesidad de que “los centros educativos se preocupen por innovar y por conocer de primera mano las necesidades de la empresa y de los diferentes sectores”.
Formación permanente
Por su parte, Isabel García Izquierdo (UJI) aboga por la formación permanente. A su juicio, “el conocimiento está en constante crecimiento y transformación. Por lo que no basta con haber cursado un programa o un máster en un momento determinado. Debemos apostar por la formación a lo largo de la vida. Y, desde luego, la Universidad enfoca su oferta formativa y la actualiza constantemente, para dar respuesta a esa necesidad. Una prueba del interés en este ámbito es la propuesta de incorporación de la formación permanente, por primera vez, en el decreto que regulará las enseñanzas universitarias. Está previsto que se apruebe de manera inminente”.
Manuel Ayerbe (Enseñanzas Profesionales Sorolla) coincide con la representante de la UJI en que la formación debe ser continua y “debe acompañar al profesional a lo largo de toda su carrera para dotarles de nuevos conocimientos y habilidades. Así como generarles la motivación para ‘abrazar’ con entusiasmo todos estos cambios que, en definitiva, son nuevas oportunidades”.
Contacto directo con las empresas
En cuanto a cómo detectan las necesidades formativas desde los centros de formación superior y universidades, la mayoría apuntan a que lo llevan a cabo contactando directamente con las empresas y los colegios profesionales.
Ernest Solé (UPF Barcelona School of Management) añade que, además de contar con consejos asesores integrados, “numerosos profesores del centro tienen una actividad profesional paralela a la docencia. Por lo que tienen experiencia directa en la evolución de las empresas, la tecnología, el consumidor y la sociedad”.
Desde ESAT, Jaime Torres apunta que aúnan tres factores a la hora de abordar un plan formativo: “la demanda de competencias empresariales, las tendencias tecnológicas a diez años por prescriptores internacionales y la investigación en campos emergentes de la ciencia, el arte y la tecnología”.
Sin embargo, Vicente Sabater (UA) hace referencia a la “falta de flexibilidad que tenemos las universidades públicas para adaptarnos a las necesidades. El sistema de acreditación ralentiza los procesos y los hace tediosos, a pesar de que sea una garantía de calidad”.
En cuanto a la velocidad a la hora de implantar las necesidades formativas, nuestros entrevistados se muestran divididos al 50%.
Entre los que se decantan por el “sí” se encuentran aquellos que piensan que se puede implementar rápidamente “siempre que no haya trabas administrativas, políticas y económicas”.
Mientras que el 50% que considera que sí que existe una falta de agilidad lo achacan a un exceso de burocracia administrativa, a la falta de profesorado preparado y de presupuesto para su contratación.
¿Falta o exceso de control en la regulación de la formación?
En este caso, nuestros encuestados se encuentran divididos. El 64% de los responsables de las diferentes universidades y centros formativos consideran que no hay un excesivo control por parte de los organismos reguladores frente al 36% que piensa afirmativamente.
De todas formas, consideran también que “el control por parte de los organismos reguladores es importante con el fin de garantizar programas de calidad y una buena experiencia formativa a los alumnos”.
¿Qué nos diferencia de la competencia?
Ángel Garrigós incide en que ESIC marca la diferencia “definiendo contenidos muy ajustados a la realidad empresarial y sus necesidades; personalizando la formación; realizando casos de empresas propios; conformando un grupo de alumnos teniendo en cuenta un proceso de admisión exhaustivo. Y trabajando las competencias blandas transversalmente en todos los programas, entre otros”.
Ernest Solé alega que la UPF Barcelona School of Management “está adscrita a la Universitat Pompeu Fabra, con la que comparte claustro”. A todo ello se suma el alto grado de satisfacción de los alumnos en su experiencia en la escuela.
Jaime Torres (ESAT) destaca que “la independencia de entes administrativos y burocráticos, la solvencia profesional del claustro y la internacionalización de plan educativo de un centro son clave para el éxito del alumnado. Tres claves difícilmente identificables en ningún centro español de formación superior”. Gracias a ellas, “somos la escuela española que más ratio de inserción laboral tiene en multinacional del contenido digital”.
Stefan Felix van Hemmen (UAB) pone en valor también “la calidad del profesorado y la integración en el entorno empresarial”.
Mientras, Raúl Ruiz (UA) califica su oferta formativa de calidad. “Somos un centro público de referencia en el que miles de personas han confiado y confían su formación universitaria de grado y posgrado. Colaboramos con centenares de empresas y administraciones. Estamos muy comprometidos con el territorio y nuestro afán es social”.
Oferta formativa de calidad
Mercedes Castelló (Universidad de Navarra en Madrid) incide en que desde 1952 “hemos conseguido ganarnos una reputación que descansa en el prestigio de sus profesores, la calidad de la investigación y la satisfacción de los alumnos y empleadores”. “Entre los valores que permiten este resultado, destacaría la fidelidad a la esencia del espíritu universitario que supone una búsqueda de la verdad a través de todas las áreas del saber de forma transversal. Y, por supuesto, un gran espíritu de servicio y atención personalizada a cada alumno”, añade.
Gerardo Manuel Antón Fox (CEU-San Pablo) destaca que el esfuerzo que ha realizado la Universidad ha estado dirigido a adaptar la docencia en estos tiempos de pandemia. “Hemos puesto en marcha procesos de transformación digital que nos permiten adaptarnos a las necesidades formativas de nuestros alumnos. Utilizando metodologías docentes basadas en el desarrollo y el aprendizaje mentorizado”.
Por su parte, Christian Moreno Lara (Edem) subraya que su organización “te permite aprender de los aciertos y los errores de grandes líderes empresariales, mejorar tu networking. También disfrutar de una experiencia formativa producida por nuestra obsesión por el detalle y por nuestro ADN empresarial”.
Mercedes Aznar (Florida Universitària) pone en valor “el trabajo directo con el mercado empresarial, la innovación como factor fundamental del cambio y la agilidad en la creación de propuestas interesantes”.
Las personas en el centro
Isabel García Izquierdo (UJI) añade que su institución “es una de las mejores universidades jóvenes del mundo”. A su juicio, esto se debe a una combinación de factores muy diversos como “contar con una plantilla de profesorado muy preparada para garantizar la excelencia docente; un tamaño de universidad que permite la atención personalizada; una excelente preparación en tecnologías; una alta solvencia investigadora. Y multitud de programas extraacadémicos de acompañamiento al estudiante que fomentan el sentimiento de pertenencia a la comunidad UJI”.
Por su parte, Mikel Larreina (Deusto Business School) también hace hincapié en que llevan formando a generaciones de directivos desde el año 1916. Al prestigio de formarse en sus aulas se une el que “hace muy poco hayamos sido certificados internacionalmente por la acreditadora AACSB. Un sello de calidad que nos coloca entre las más importantes organizaciones académicas del mundo”.
Manuel Ayerbe (Enseñanzas Profesionales Sorolla) acentúa que el proyecto formativo del centro “está centrado en las personas y en la conexión de su formación con las necesidades de las empresas”.
“Esta responsabilidad la afrontamos desde la innovación, las competencias tecnológicas y la internacionalización. Formando a nuestro alumnado para que esté preparado para afrontar los retos futuros. Y realizando nuestro trabajo respondiendo a criterios de calidad y mejora continua”, recalca.
Fondos europeos para Universidades y FP
Prácticamente el 100% de los encuestados destaca la importancia de que los fondos de la Unión Europea para la recuperación lleguen a las universidades.
España recibirá de los Fondos Europeos de Recuperación algo más de 5.000 millones de euros para Educación. De los que 4.687 irán a manos del Ministerio de Educación y Formación Profesional (MEFP). Mientras que 530 millones serán gestionados por el Ministerio de Universidades que dedicará 383 millones de euros a fomentar el desarrollo profesional del personal docente e investigador. Y 147 millones a la digitalización del sistema universitario.
En esta línea, Jaime Torres (ESAT) reflexiona sobre la necesidad de “considerar a la formación como la inversión más importante y valiosa de una sociedad”. «Sin embargo, asistimos, año tras año, a la fuga de talentos por las escasas oportunidades que hay aquí o el valor que se le da a su trabajo. Por eso, nosotros apostamos por la internacionalización. Animamos a nuestros estudiantes a que salgan de su zona de confort y se preparen para poder trabajar en cualquier rincón del mundo”, comenta.
En la misma línea que el responsable de ESAT, Raúl Ruiz (UA) recalca que “sin inversión en la educación, en la formación y en la investigación no hay recuperación. El futuro no se puede vislumbrar de forma optimista. Invertir en educación es invertir en desarrollo, en oportunidades, en bienestar y en calidad de vida”, subraya.
«Los fondos europeos se han pensado para definir una nueva economía en Europa»
Isabel García Izquierdo (UJI) subraya que los fondos europeos se han pensado para definir una nueva economía en Europa y “esta no será posible sin una apuesta decidida por la formación y la investigación”. Por ello, reitera que “las universidades tenemos que jugar un papel clave y es necesario que los fondos nos lleguen para que el conocimiento que generamos se expanda a toda la sociedad”.
Mikel Larreina (Deusto Business School) corrobora que la formación de alta calidad de la dirección de las empresas va a ser clave para llevar a cabo los retos ambiciosos que fija el plan de resiliencia y recuperación de los fondos. Por ello, “confiamos en que esos fondos llegarán a la educación, porque el cambio del modelo productivo y económico no se conseguirá con la inversión aislada en equipos e infraestructuras, sino acompañado de la capacidad de los directivos de reconstruir modelos de negocio agotados en empresas sostenibles y con potencial de crecimiento”.
Por su parte, Manuel Ayerbe (Enseñanzas Profesionales Sorolla) sostiene que los fondos europeos podrían servir para impulsar una verdadera transformación digital en el sistema educativo “a través de una oferta formativa en competencias digitales dirigida a centros, docentes, familias, empleadores y alumnos, con certificaciones y nuevas metodologías como la gamificación educativa, por ejemplo”.
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