Asadores medievales: viajar por la historia y la cultura gastronómica
El vino se convierte en el complemento perfecto de la ruta de asadores medievales por Castilla y León
Desde la Asociación de Asadores de Lechazo de Castilla y León se habla de «el barro, el fuego y el sabor del horno de leña». Sin embargo, estoy convencido de que el producto también es fundamental: la calidad de la ganadería, la forma de cría y la utilización de leña de encina son determinantes. Además, me gusta integrar todo ello con el territorio, que el entorno acompañe y dé sentido al conjunto. Todo influye en la experiencia del viaje.
En el corazón de esta tradición se encuentra la Ribera del Duero, que recorre las provincias de Soria, Burgos, Segovia y Valladolid. Aquí, el vino se convierte en el complemento perfecto de la ruta. En Valbuena de Duero nació en 1964 una bodega muy especial, origen de uno de nuestros vinos más reconocidos e internacionales: Vega Sicilia. Pero este territorio alberga muchas más bodegas de renombre —Pago de Capellanes, Valduero, Pomar Viñedos, Pago de Carraovejas, Protos, Dominio de Pingus, Pesquera o Emilio Moro— que aportan a la experiencia de viajar un componente gastronómico esencial y profundamente ligado a la identidad de Castilla y León.

Pedraza, una de las villas medievales mejor conservadas
En esta ocasión, el viaje estuvo centrado en Pedraza (Segovia), con el objetivo de disfrutar de la gastronomía local en una de las villas medievales mejor conservadas de España. Este aspecto es, sin duda, uno de los grandes atractivos que da sentido a la escapada. Pedraza es un pequeño pueblo amurallado, muy cerca de Segovia, que fue objeto de una cuidadosa rehabilitación hasta ser declarado Conjunto Histórico. La mayoría de sus casas y palacetes datan de los siglos XVI y XVII, lo que le confiere un encanto especial.
El acceso al pueblo se realiza únicamente por la Puerta de la Villa, lo que ya de por sí le otorga un carácter singular que me encanta. Antiguamente, estas puertas se cerraban por la noche para proteger a la población. Al cruzarla y recorrer sus calles empedradas, rodeadas de casas de piedra perfectamente conservadas, uno tiene la sensación de retroceder en el tiempo.
Entre sus edificios más notables destaca la antigua cárcel, restaurada en el siglo XX. Conocer su historia y la forma en que se trataba a los presos resulta sobrecogedor. También impresiona su castillo, una fortaleza del siglo XIII con una magnífica torre del homenaje, foso y una ubicación sobre un precipicio que la hacía prácticamente inaccesible.
Aun así, me quedo con la experiencia de pasear sin rumbo por sus calles y llegar a su plaza mayor, porticada, amplia y magníficamente conservada. Ha sido escenario de numerosas películas —¡incluso de Orson Welles!— y sigue siendo el corazón de esta villa que conserva intacta su esencia medieval.
La noche de las velas
Todavía no he tenido la oportunidad de asistir a su conocido «concierto de las velas», también llamado «noche de las velas». Durante esta celebración, todo el pueblo se ilumina con miles de cirios, se apagan las luces y la música inunda las calles, convirtiendo el lugar en un espectáculo único y sobrecogedor. La colocación de las más de 35.000 candelas requiere casi cuatro horas de trabajo, pero el resultado es impresionante.
Este mágico evento tiene lugar los dos primeros sábados de julio, y creo que es el momento perfecto para visitar Pedraza: han logrado transformar un pueblo medieval en un escenario iluminado por velas y acompañado de orquestas de prestigio internacional, creando una experiencia verdaderamente inolvidable.

La oferta gastronómica también es un atractivo. He tenido la suerte de conocer dos asadores que me encantaron. El Jardín de Pedraza, no solo por sus jardines y vistas, sino por la calidad de su cocina y su excelente cochinillo asado, entre otros platos. Y La Olma de Pedraza, un acogedor restaurante ubicado en un antiguo caserón del siglo XVI, con varias alturas y una encantadora terraza de verano. Sus asados son magníficos y, la última vez que estuve, disfrutamos de un vino Vega Sicilia de su cuidada carta. Un día es un día.
El pueblo cuenta además con múltiples alojamientos, algunos dentro de las propias murallas, donde se respira historia entre paredes de piedra y una cálida decoración castellana. En conjunto, me parece una escapada preciosa, llena de encanto y autenticidad.
Juan Manuel BaixauliSoy licenciado en Psicología por la Universidad de Valencia y amplié mi formación en gestión empresarial en el IE. Empecé mi carrera empresarial a los 22 años y actualmente soy presidente del Grupo Gheisa y fundador de Consultia Business Travel, con más de 35 años de experiencia en la industria turística. He sido profesor en varias universidades y soy presidente de Honor del Club de Innovación de la Comunidad Valenciana. A lo largo de mi carrera, he recibido premios como el Premio Nacional Emprendedor (2002) y el de Mejor Trayectoria Profesional (2015). También soy formador, conferenciante, mentor de proyectos y miembro del grupo de empresarios AVE.






